Dos días más tarde, actuando en serio, Ry deslizó
la mano por el estrecho cuello del bajo, terminando la canción con un profundo glissando. Sostuvo la nota de fondo lo
suficiente como para golpearla un par de veces con el codo derecho, sobre el
punto FX, y luego sacudió la cabeza. Erik, atento a esa señal, atacó un riff
final con los percutores tenores. Las manos de Hannis se congelaron a mitad de su
danza sobre el teclado táctil. La escuela técnica de Tuttin daba de comer a una
gran población estudiantil en el comedor donde Keth Beamis había decidido
celebrar audiciones.
Con su mobiliario multicolor de comedor empujado a
un extremo, la sala imitaba la acústica de un auditorio de tamaño medio.
Keth Beamis puso su cuaderno de datos sobre una mesa.
-Bien -dijo.
Beamis llevaba un bigote caído y lucía una coleta
rubia, que colgaba sobre su nuca. Ry no sabía mucho sobre él, más allá del
hecho de que recogía información para la Alianza Rebelde... y que tenía buen
oído para todos los estilos de música contemporánea: Motor de núcleo, minga, alarde...
y crepuscular, la especialidad de Grito Lejano.
-¿Cuánto tiempo lleváis tocando juntos?
-Tres estaciones -dijo Ry, sobrecogido por conocer al
fin a ese hombre del que Tet había hablado con tanto respeto. Y añadió-: Tet
Tramys nos ayudó a realizar nuestros primeros arreglos de versiones.
No haría ningún daño recordarle a Keth Beamis su
contacto mutuo.
-Me gusta cómo sonáis. -La larga nariz y la alta
frente de Beamis le hacían parecer un aristócrata de los mundos del núcleo-. Bien
equilibrado, y sorprendentemente maduro para vuestra edad. D'lund, espero que te
quedes por aquí una temporada después de graduarte. No te marches y abandones a
estos dos. Creo que en un futuro muy cercano estaríais capacitados para
dedicaros a tiempo completo a actuar.
Hannis asintió con la cabeza, dejando que el flequillo
le cayera sobre los ojos. Hizo crujir los nudillos sobre su teclado táctil, un
gesto que significaba que estaba totalmente satisfecho.
Erik aferró sus baquetas en una mano y las sostuvo
contra su camisa verde pálido.
-¿Hemos conseguido el trabajo, entonces?
Beamis sonrió con humor.
-Es demasiado pronto para decirlo, ya que todavía
tengo que visitar otros sistemas. Pero creo que como mínimo os habéis ganado
una prueba final en la base de operaciones en Beltrix. Eso suponiendo que
vuestras familias os dejen viajar.
-¡Sí! -Erik golpeó un platillo.
Hannis sonrió. Beltrix no estaba lejos, pero Erik
nunca había estado fuera de Tuttin IV.
-Será mejor que despejéis el... eh… el escenario.
Beamis hizo un gesto como separando las aguas con
las dos manos, echando un vistazo a las mesas y sillas apiladas a lo largo de
la pared cercana. Detrás de los muebles amontonados, Ry podía ver pedacitos de
la pintura mural que alguna clase anterior había pintado, retratando al Emperador
Palpatine dando zancadas de planeta en planeta, aproximándose a planetas grises
llenos de cráteres y dejando una estela de mundos fértiles, bien desarrollados y
ricos conforme su Nuevo Orden se iba propagando. Lástima que las cosas no hubieran
resultado ser así en realidad.
-Hay otra banda esperando para prepararse -añadió
Beamis.
-Guau. -Erik miró el cronómetro de la pared y
agarró el conjunto de los percutores tenores-. Llego tarde al entrenamiento de
smashball. Ayudadme a guardar esto, chicos.
Ry caer su bajo en un estuche acolchado y comenzó a
soltar los platillos de Erik. Se lo diré
mañana, decidió.
Después de que terminaron de cargar todo en el deslizador
de Hannis, Ry deambuló de vuelta al comedor escolar. Beamis seguía sentado en
su mesa cerca del vergonzoso mural, acariciando su bigote mientras tocaba una
banda de más edad. Ry echó un vistazo con más detenimiento a los músicos y mostró
una media sonrisa. Era un grupo de b'ssa nuuvu, con la instrumentación tradicional
de fizz, kloo, bandfill y ommni. El musculoso intérprete de cuerno kloo se
balanceaba de lado a lado, haciendo oscilar su cuerno delante de él. Ry se preguntó
si también los intérpretes de b'ssa nuuvu se deslizaban fuera de la realidad en
un estado del espacio-tiempo donde sólo existía la música.
Y ahora Ry lo reconoció. Onjo Fegel había cenado en
la mesa del gobernador Shran Etison, lo cual tenía sentido, ya que el
gobernador Etison era un fanático de la b'ssa nuuvu. Etison parecía decidido a
dar a Ry una educación social adecuada... y tal vez convertirlo a sus propios
gustos musicales.
La vida había sido diferente antes de que se fueran
sus padres. Pensaba que se llevaba bien con ellos, mejor que casi todos sus
amigos y sus mayores.
Las sillas detrás de Beamis estaban libres. Ry se deslizó
en una y se dejó caer, apoyando ambos pies en el asiento de otra silla.
Después de que Beamis hiciera salir al grupo de
Onjo fuera del escenario, dos oficiales de las Fuerzas de Seguridad del Sistema
Tuttin uniformados de negro irrumpieron en el comedor.
-¿Keth Beamis? –preguntó su líder.
Ry se deslizó hacia atrás para sentarse recto. ¿Qué
querrían las FSST de un grupo de músicos?... A menos que hubieran descubierto
las conexiones de Beamis con la Alianza.
Beamis se puso de pie, se estiró con aire casual, y
flexionó los dedos, sacudiendo la cabeza y enviando la cola de caballo sobre un
hombro.
-Hola, oficiales. ¿En qué puedo ayudarles?
-Haga el favor de acompañarnos -respondió el hombre
de las FSST que había hablado.
El uniforme negro hacía que su piel se viera pálida
con un ligero tono rosado. Hizo otro gesto.
-Y tú también, muchacho. Tenemos algunas preguntas.
El corazón de Ry comenzó a golpear a ritmo de motor
de núcleo.
Keth Beamis arqueó las cejas.
-Estaré encantado de hablar aquí con ustedes -ofreció,
con una voz tan calmada que Ry de repente dudó de que fuera en absoluto un
espía de la Alianza.
-Bueno, ya veremos hasta dónde llegamos.
El oficial de las FSST de piel rosa pálida apoyó un
pie sobre una silla turquesa vacía mientras que sus refuerzos avanzaban hacia la
puerta doble principal de la sala. Ry se preguntó si esperaban que Beamis saliera
huyendo. El pulso de Ry siguió acelerándose. Confiaba en no hacer nada
estúpido, como salir corriendo él mismo.
-Vino usted al sistema Tuttin desde Thabit –dijo
Rosita mirando un cuaderno de datos.
-Eso es correcto.
-¿Hizo usted averiguaciones allí acerca de una
mujer llamada Maiferri Tag?
Una vez más las cejas se arquearon.
-No pude encontrarla -dijo Beamis-. Programó una
audición con varios meses de antelación, pero no apareció. Espero que no le
pasase nada.
El oficial de respaldo se acercó más, manteniendo
una mano demasiado casualmente cerca de su bláster.
-Lo que pasó –dijo-, es que se la arrestó bajo
cargos de espionaje. Beamis, será mejor que hablemos, y no aquí. -Sus labios se
curvaron-. En privado.
Había habido un tiempo, antes del Imperio, en el
que Ry pensaba que los oficiales de las FSST eran duros, fuertes y virtuosos.
Recientemente, las FSST habían atraído a personas que sólo querían intimidar a
otras personas.
Beamis sonrió amablemente.
-Una cosa buena acerca de no tener nada que ocultar
es que no tienes nada que temer. Vete a casa, Ry. Voy a hablar con estos
caballeros.
-El también viene -dijo Rosita.
-Oh, claro.
Ry se encogió de hombros, tratando de imitar la
apariencia de absoluta despreocupación de Beamis. Dejó caer ambas manos a los
costados mientras seguía al oficial principal a un deslizador de patrulla que
espera, un reciente modelo azul y blanco al que parecían haberle brotado varias
aletas de refrigeración por todo el compartimiento del motor. Ry se deslizó en un
asiento trasero con Rosita a su derecha y Beamis sentado más allá de él. Si las
FSST estuvieran realmente preocupadas, le habrían puesto esposas. ¿O no?
Tal vez no. Tal vez dispararían primero y
preguntarían después.
Fue un corto viaje de regreso al Centro
Administrativo de mármol blanco. Ubicado a los pies de los acantilados grises
que habían atraído a las empresas mineras hacía un siglo, el ala oeste del
Centro albergaba la mansión del gobernador Etison. Los refuerzos de Rosita los condujeron
al ala este, a las oficinas de los oficiales, donde descendieron varios niveles
en ascensor.
Ry marchó obedientemente por un pasillo gris que
terminaba en una amplia sala de espera. A lo largo de una pared había una
hilera de celdas de detención con vallas de energía.
-Seguridad de Thabit no llegará hasta dentro de un
par de horas más -dijo Rosita-. Mientras tanto, simplemente queremos evitar que
os toméis unas vacaciones no autorizadas.
Hizo un gesto hacia una celda de detención.
Beamis dio un paso adelante.
-Señor, no puede detener a ciudadanos respetuosos con
la ley del Imperio sin una causa adecuada. Le puedo dar un compromiso de buena
conducta.
-Creo que esta vez la causa es adecuada. Dentro,
Beamis. Tú también, hijo. Tres celdas más allá. Por lo que sé, eres cómplice.
-¿Cómplice? -repitió Ry, con el pánico corriéndole finalmente
por la garganta-. Yo soy... él es... escuche, llame al gobernador Etison. Él responderá
por nosotros dos. Sólo estaba haciendo audiciones para unas actuaciones. Es un cazatalentos
musical...
-Y yo soy la anciana abuela del Emperador. –Un
ayudante de Rosita agarró el hombro de Ry y le dio un empujón. Ry entró a
trompicones en la celda más cercana. Se dio la vuelta rápidamente. Para
entonces, la barrera de energía ya zumbaba y chisporroteaba. Los oficiales condujeron
a Beamis a una celda un poco más allá en la fila.
-Ha habido un error -insistió Beamis, entrando en
la celda-. Ry, no te preocupes. Hablaremos con la gente de Thabit, y luego
podrás llegar a casa; tarde, pero a tiempo para cenar.
Un ayudante administrativo, sentado en una terminal
de datos a varios metros de distancia, levantó la mirada cuando los oficiales
se fueron, luego se volvió hacia su terminal.
Ry parpadeó, demasiado aturdido para hacer mucho
más. ¿Qué acababa de ocurrir, y por qué Keth Beamis actuaba con tanta
tranquilidad? Ry volvió a mirar hacia la fila de celdas. Keth Beamis estaba
sentado, mirando en dirección opuesta. Parecía una advertencia de que no tratara
de comunicarse. Ry miró en la otra dirección y se quedó observando al ayudante,
que trabajaba en silencio. El silencio subterráneo hacía que Ry se sintiera
como si se estuviera asfixiando bajo una pesada manta, con tapones para los
oídos y los ojos vendados. Tarareó unos compases de "Ojos Oscuros, Tibios
Pensamientos" y se preguntó dónde estarían sus padres. El ascenso de
Tendis Ancum le había puesto al frente de una fábrica. La madre de Ry siempre
había trabajado como su ayudante, pero era también una música de formación
clásica, una soprano de voz dulce que podía conmover hasta las lágrimas a la
audiencia más fría.
Ry apretó un puño, decidido a no llorar ahora.
Todavía no podía creer que sus padres no se lo hubieran llevado con ellos. Sus
mensajes siempre incluían disculpas por no escribirle a menudo, pero eso servía
de escaso consuelo. Aparte de Hannis y Erik, se sentía solo en su propia ciudad.
Dejó de tararear. La música crepuscular no era la
más adecuada cuando ya te estabas asfixiando en tu propio dolor y miedo.
No llevaba sentado mucho tiempo, cuando el ayudante
administrativo se puso de pie y caminó hacia él. El hombre tecleó una secuencia
de código en el panel táctil en la puerta de Ry, y de pronto las chispas y los chasquidos
se detuvieron.
-Etison dice que responderá por ti –dijo-. Ve a
casa. Te llaman para la cena. Eso sí, no salgas de la ciudad.
-No hay problema. -Ry señaló la fila de celdas-. ¿Qué
pasa con él? -preguntó en voz baja. Su voz se quebró en la última palabra-. ¿No
puede venir conmigo?
-No -dijo el ayudante.
Ry apretó las dos manos para evitar que temblaran.
Eso no era un subidón de adrenalina. Era temor por un amigo, y no le gustó.
***
La cena de Ry le sentó como una piedra en la boca
del estómago. Había llamado a Erik y Hannis tan pronto como terminó de comer, y
ahora estaban de pie junto a su cama. Después de agonizar pensando en cuánto
contarles, decidió contárselo todo. Sus amigos no le delatarían, y serían cautos.
-Yo podría hurgar en la base de datos del gobernador
Etison –concluyó-. Estoy seguro de que podría conseguir que la celda de Beamis se
abriera el tiempo suficiente como para entrar y sacarlo.
La cabeza de Erik seguía temblando. Desde que Ry le
había hecho jurar mantener el secreto y le había explicado los códigos de bajo,
se había quedado mirando el cubrecama.
-No lo sé –dijo-. Esto suena terriblemente
peligroso. Mis padres podrían ser expulsados de la escuela si me meto en este
tipo de problemas. ¿Y qué hay de Teki?
La hermana pequeña de Erik sólo tenía cuatro años locales
de edad.
-Esto nos viene demasiado grande, Ry.
Hannis resopló.
-¿Demasiado grande? ¿Para nosotros? Creo que es totalmente
genial.
Los abuelos de Hannis habían sido aristócratas de
los mundos del Núcleo durante la República. Sus padres habían huido al Borde
Interior cuando el Imperio apretó su agarre, y él siempre había considerado la
vida como una especie de juego. Su pericia con la electrónica -especialmente de
la música y de las comunicaciones- le ofrecía un montón de juguetes.
-No. -Erik rara vez hablaba de su pasado. Ahora,
sus cejas se arquearon mientras declaraba-: Chicos, podrían mataros. Pensad en
lo que eso supondría para vuestros padres.
¿Para sus padres? Ry resopló.
-A mis padres no les importo un pelo de ranat...
El comunicador zumbó en su pared.
-¿Qué? -preguntó.
-Ryley. -La voz pertenecía a la ayudante del
gobernador Etison, la capitana Hall-. Se requiere tu presencia en la oficina
del gobernador E."
-Allí estaré, señora -dijo al comunicador. Luego
bajó la voz-. ¿Lo veis? Está pasando algo. Volved a vuestras casas, y yo haré
lo que pueda. Por mí mismo.
-Llámame -insistió Hannis.
-Cuenta también conmigo -añadió Erik-. Pero ten
cuidado.
Tres minutos más tarde, Ry estaba de mie ante el
escritorio de su mecenas. Shran Etison vestía de color caqui Imperial con un
aire incómodo; no era de extrañar, ya que había nacido en un tranquilo mundo
minero. Tenía una reputación de administrador competente, y de vez en cuando Ry
veía indicios de que el gobernador Etison tenía tenues dudas sobre el Emperador
Palpatine y su Nuevo Orden.
No mostró duda ni vacilación alguna esa noche. El
gobernador estaba sentado frente a su ayudante vestida de negro, apoyando ambas
manos sobre su escritorio. Sus anchos hombros, su mandíbula ancha y sus sienes
con ligeras cicatrices insinuaban su carrera como héroe del smashball. Sus
dedos se movieron rítmicamente.
-Espero que la audición fuera bien.
Ry se sentó en su silla adicional. Tenía ganas de
preguntarle qué había pasado con Keth Beamis.
-Bastante bien. El cazatalentos pensaba que podríamos
tener una oportunidad de conseguir trabajo en una auténtica gira.
Las manos del gobernador Etison dejaron de moverse.
Levantó la vista hacia la capitana Hall, una mujer robusta con trenzas grises enrolladas
en la parte posterior de la cabeza.
-Ry, me temo Keth Beamis puede haber complicado esa
posibilidad.
Ry levantó una ceja con lo que esperaba que fuera
un aire de leve curiosidad.
-¿Qué pasó? Desde luego, parecía extraño que le
detuvieran.
El gobernador Etison miró a su ayudante. Ry pensó que
el rostro de su mecenas parecía más gris, sus líneas de preocupación más
profundas de lo habitual.
-Dígaselo, capitana Hall.
Hall blandió su cuaderno de datos.
-Los hombres de Thabit tenían una serie de
preguntas para él. Resultaba evidente que había tratado de ponerse en contacto
con una mujer que recientemente ha sido descubierta como una espía rebelde. En
vez de eso, trató de hablar de tu banda.
-¿De nosotros? -El labio de Ry se crispó. ¿Estaba
de nuevo en problemas?
-Bajo ciertas persuasiones, los agentes rebeldes
empiezan a hablar y siguen hablando. Procedimiento estándar -añadió.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Ry. Si
habían usado drogas de la verdad con Beamis, estaba perdido. Ni siquiera el
gobernador Shran Etison podría salvarle si Beamis le había implicado... pero,
ahora que lo pensaba, ¿no estaría ya bajo arresto si eso hubiera sucedido?
-Creemos –continuó diciendo Hall- que quería hablar
de tu banda para mantener su mente en temas seguros.
-¿Qué quiere decir?
Calma. Mantén
la calma.
El gobernador Etison se inclinó hacia delante.
Cuando cruzó las manos sobre el escritorio, flexionó los hombros.
-Parece que tu amigo Keth Beamis estaba implicado
en una red de espionaje rebelde, Ry.
Ry se quedó boquiabierto, exagerando la expresión.
Esa reacción le haría parecer un niño pequeño, pero era mejor que aparentara
ser lo más inocente posible.
-Así que cuando trató de hablar sobre tu banda en
lugar de Maiferri Tag -continuó la ayudante-, le dejaron que lo hiciera por un
tiempo. Lo mejor es dejar que el... sujeto se caliente y se acostumbre a hablar.
No hacía más que insistir en que estabais listos para el circuito, y que le
hubiera encantado ofreceros un contrato.
Esa no era forma de terminar una explicación.
-¿Y luego?
El gobernador Etison suspiró.
-Usó un truco estándar Rebelde. Se suicidó antes de
poder revelar ninguna información real. Encontramos un cristal de affide debajo
de su lengua. Un veneno muy rápido. Seguridad me dice que pueden ocultarse bajo
una barrera impermeable en el interior de un diente perforado. Debió de estar sacándolo
con la lengua mientras parloteaba acerca de tu banda. Lo siento, Ry. Te estaba
usando.
¿Beamis estaba muerto? Ry cerró la boca.
Obviamente, Beamis se suicidó antes que traicionar a Ry y sus amigos, o a cualquier
otro agente en el lugar. Antes de decir a los imperiales que no podían enviar a
Ry fuera del planeta porque una célula rebelde lo necesitaba aquí, recopilando
información -sobre todo acerca de la "nueva nave de guerra" de la que
Ry acababa de hablarle-, había realizado el salto final.
Por un momento, Ry se odió a sí mismo por involucrarse.
Luego, su necesidad de culpar a alguien apareció y recayó en sus padres. Habían
seguido ciegamente al Imperio, y le habían abandonado. Si todavía hubieran
estado ahí, eso no habría sucedido.
Hall apoyó su peso sobre el escritorio del
gobernador, estirando ambos codos.
-Así que tenemos una oportunidad de que sirvas al
Imperio, Ry.
El gobernador Etison agitó una mano en el aire.
-Sí, y todavía disfrutarías de tu pasión número uno.
Tengo muy buenos recuerdos de mis días en los escenarios -agregó en voz baja.
Hace veinte ciclos planetarios, Etison había tenido
su propia pequeña banda de b'ssa nuuvu. Era una de las razones por las que mimaba
a Ry y a sus amigos.
Ry hizo un esfuerzo para recostarse hacia atrás en
su silla y cruzar un tobillo sobre la otra rodilla. ¿Servir al Imperio? No
después de haber roto su familia, por muy voluntariamente que se hubieran
marchado sus padres. Pero él quería seguir actuando. Lo deseaba con más fuerza
que cualquier otra cosa en la vida.
-Mira, Ry. -Etison tomó un lápiz y lo hizo girar entre
los dedos de su mano izquierda-. Con estas nuevas circunstancias en Thabit, hay
sospechas de que la agencia de talentos de Beamis en Beltrix es un centro de
inteligencia rebelde. Pero es sólo una sospecha. Queremos que tú y tus amigos tendáis
una trampa. Haré correr la voz de que podríais estar llevando alguna
información ilegal, y veremos quién se reúne con vosotros... y qué hacen al
respecto. No te preocupes -añadió rápidamente-. Incluiré órdenes de que no se
os haga ningún daño, bajo las penas más severas.
-Gracias.
Ry odiaba que le temblase la voz de esa manera.
-Nadie podría sospechar que vosotros trabajéis para
mí. ¿Te das cuenta?
-Por supuesto.
-Bien. Y si me ayudáis, me encargaré de que Grito
Lejano se pase el próximo año completamente fuera de la escuela técnica. Podréis
actuar en ese circuito, con o sin contrato de la agencia de talentos. Incluso
si se desmantela su negocio, todavía tengo contactos en los clubes de
oficiales. Esta es vuestra gran oportunidad.
Ry trató de tragar saliva pero no pudo hacerlo con
su boca seca y la garganta áspera.
-Tiene razón -consiguió decir-. ¡Gracias!
***
Un día después, Grito Lejano embarcó en un
transporte para Beltrix. De pie en el interior de un resonante hangar, Hannis
miró como Onjo Fegel subía la funda de su cuerno kloo a la cinta de embarque de
equipajes. Hasta esa mañana, Ry no había sabido que Onjo Fegel se había graduado
en la Academia de Servicio Imperial... en Inteligencia. Durante la duración de
ese viaje, a Grito Lejano le habían impuesto los servicios de un intérprete de
cuerno kloo con talento musical... pero totalmente fuera de lugar.
¡Eran una banda de música crepuscular, no de b'ssa
nuuvu! Si el gobernador Etison todavía estaba tratando de captar a Ry hacia sus
propios gustos musicales, acababa de perder a varios parsecs del terreno que hubiera
ganado. Habían ensayado una vez antes de partir hacia el espaciopuerto. Sonaban
de forma enfermiza.
Cuando Ry pensaba en Keth Beamis, se sentía aún más
enfermo. Y, ¿qué sería de su viejo amigo Tet Tramys?
Tenía que advertirles que se deshicieran de todos los
archivos sospechosos y enviasen lejos a cualquiera que pudiera ser reconocido.
Pero durante todo el día, Onjo había estado pegado a él como un mynock sobre un
cable de alimentación, impidiéndole hablar con Hannis o Erik sobre el envío de
un mensaje codificado. Y sólo tendrían un día a bordo para averiguar cómo hacer
que Grito-Lejano-con-un-cuerno-Kloo dejase de sonar una manada de giddies en
celo.
Se ató en un desgastado asiento acolchado en el
compartimiento de pasajeros del transporte.
No había ventanas. Sólo una serie de sonidos
metálicos, y luego una voz distorsionada por los altavoces de la cabina,
confirmaron que el despegue era inminente. Poco después, el transporte comenzó
a temblar. Tembló durante varios minutos, seguido de una serie de sacudidas que
hicieron que Ry se alegrara de haberse saltado el almuerzo.
Una luz intermitente marcó el final de la obligación
de llevar los arneses. Onjo se levantó, se estiró a izquierda y derecha, y luego
se alisó el traje de vuelo. Ry nunca había advertido lo sutilmente cómica que
sus mejillas ligeramente redondeadas y su
nariz pequeña hacían que pareciera su cara. Sus manos regordetas sobresalían en
los extremos de unas mangas demasiado cortas.
-Debemos tener un chadra-fan de piloto -dijo
secamente-. ¿Tenéis hambre, chicos?
Ry no tenía hambre, en absoluto, pero siguió a Onjo
por la nave hacia la cabina comedor. Al igual que el compartimiento de
pasajeros, no tenía ventanas, ni pantallas externas... nada para darle una idea
de los años luz que estaban cruzando. Un truco sucio más del universo.
Las largas mesas se estaban llenando rápidamente, y
la tripulación del transporte estaba repartiendo una bandeja de almuerzo de menú
único. Onjo los condujo desde la línea de recogida a un lugar cerca de un
mamparo. Tocó el control de calor en la bandeja de su almuerzo, y luego levantó
la tapa con un gesto dramático.
-Maravilloso –exclamó-. Carne misteriosa número
doce.
Hannis sonrió débilmente. Ry tampoco encontró particularmente
divertido el chiste de Onjo. Se puso a comer.
Después de comer en silencio durante diez o doce
minutos, Onjo cortó un trozo de carne y lo blandió ante Erik.
-Lo que necesitas –dijo- es un riff brillante en
los platillos. Vas a hacer que la gente se duerma.
-Es música crepuscular, no b'ssa nuuvu. -Erik,
normalmente una de las personas más pacientes que Ry conocía, puso los ojos en
blanco-. Mira, Onjo, entendemos que esto no es un concierto real, ya no. Pero
no trates de hacer que Grito Lejano suene como algo que no es.
-Para este mercado, la b'ssa nuuvu siempre es el
mejor ritmo. -Onjo ondeó una última vez el bocado y luego se lo metió a la
boca-. Oficiales. Personas mayores, o que envejecen rápidamente. Incluso más
viejas que yo.
Sonrió como si hubiera hecho otra broma.
Hannis murmuró algo en su plato.
-¿Qué has dicho? -preguntó Onjo con la boca llena.
Hannis levantó la barbilla.
-Keth Beamis no ofreció esta audición a tu banda de
b'ssa nuuvu.
Onjo se inclinó sobre la mesa.
-Hay mucho más en una audición que quedarte de pie
con los ojos cerrados. No estáis listos para el mundo real.
-Estamos preparados -insistió Ry.
Onjo levantó una ceja.
-¿Preparados? ¿Y lo dice el niño que supone que la
Agencia de Talentos Holstrum de Beltrix va a prestarle un amplificador para su
bajo? Piénsalo bien, ¿quieres? No pueden dejar que cada principiante de fuera
del sistema tome prestados sus equipos.
¿Amplificador?
Pero...
En ese momento, una solución cruzó por la mente de
Ry. Silenció la inminente réplica de Erik con una rápida patada en la espinilla.
El alto percusionista parpadeó, levantó las cejas, y luego se echó hacia atrás
de nuevo.
La mente de Ry giraba a toda velocidad. Su bajo vye
era un invento reciente, auto-amplificado... una especie de retorno a lo
acústico, pero con las comodidades de la distorsión artística. Onjo había
confundido este instrumento con el bajo mando, un instrumento de b'ssa nuuvu que
apenas se oía por encima de un sólido conjunto de percusión a menos que se
conectara a un amplificador.
-¡Por Kessel! Tienes razón -exclamó. Estaba practicando
mucho en fingir ignorancia últimamente-. ¿Crees que he cometido un error,
contando con ellos? En realidad no creía que quisieran que subiera un
amplificador de bajo a bordo. Utilizamos nuestro peso permitido en el equipo de
Hannis y Erik.
Sonaba marginalmente lógico, y al parecer Onjo se
lo creyó. Ry tuvo que soportar diez minutos de historias sobre músicos que se
presentaban sin preparación a los conciertos, y sus nefastas consecuencias. Finalmente,
Onjo fue a buscar un droide de limpieza.
Ry llamó la atención de Erik tamborileando con sus
dedos sobre la mesa.
-Distráelo durante unos minutos -susurró.
Cuando Onjo regresó, Erik se puso en pie.
-¿Sabes? –dijo-. Siempre me he preguntado cuál es
la diferencia entre el ritmo de b'ssa nuuvu y el de minga. ¿No habrás traído
alguna grabación?
Onjo cuadró los hombros, estiró el cuello, y se las
arregló para mirar por encima de su nariz a Erik, que era media cabeza más alto.
-Por supuesto que sí –dijo-. ¿Lo dices en serio?
-Tienes que estar constantemente aprendiendo si no
quieres que te pille el nexu.
Onjo sonrió a medias.
-Esta es la cosa más sensata que he escuchado de ninguno
de vosotros, muchachos. Erik, tienes potencial. -Puso un brazo sobre el hombro
de Erik-. Os veremos dentro de un rato -dijo a Ry y Hannis.
Para crédito de Erik, no se apartó del brazo o ni
arrugó la nariz ante los intentos de Onjo de resultar gracioso.
Ry se quedó quieto hasta que Erik y Onjo desaparecieron
por la escotilla principal del comedor. Luego se inclinó hacia Hannis, hablando
en voz baja. No había descartado que Onjo o Etison hubieran colocado otros
oídos entre los pasajeros.
-He pensado en una manera de advertir a nuestra
gente que hay un espía a bordo. Pero necesito saber la frecuencia de
comunicaciones de la nave. ¿Tienes alguna idea de la que utilizan?
-Por supuesto. -Hannis se encogió de hombros,
sonriendo-. La descubrí antes de embarcar.
-Me lo había imaginado. -Ry golpeó el hombro de su
amigo-. Entonces vayamos a la bodega de carga. Rápido.
Ry mostró el permiso del gobernador Etison al primitivo
droide de seguridad que custodiaba el compartimiento de equipaje, y les dejaron
pasar. Él y Hannis entraron rápidamente, resoplando.
-Se ha confundido y cree que toco un bajo mando -explicó
Ry mientras abría la funda de su vye-. Dame esa frecuencia. ¿Y cuánto tardarías
en cambiar la placa de cubierta de un comunicador por la de una toma de
corriente?
-No tardaría ni... ¡oh! -Hannis asintió vigorosamente-.
¡Vas a conectarle el comunicador y hacer creer a ese shroob pomposo que estás
utilizando una fuente de energía para amplificarlo! Debería haber pensado en
eso.
-Lo habrías hecho. Sólo que esta vez se me ha
ocurrido a mí antes.
Ry dudó sólo un instante antes de ponerse a
trabajar sobre su amado instrumento. Mientras Hannis retiraba placas de
cubierta del mamparo, Ry sacó una multiherramienta de su bolsillo y
cuidadosamente la deslizó en la caja de resonancia de plasteno negro del
instrumento, cerca del lugar donde el cuello se unía al cuerpo. Ubicado en el
interior había un pequeño amplificador interno de metal. Lo estudió
cuidadosamente. Él era músico, no un pirata electrónico...
-Toma –dijo Hannis apartándose del mamparo-. Parece
que estás utilizando un circuito amplificador sencillo. Perfecto para engañar a
un simple músico de cuerno kloo. ¿Tienes algún problema con eso?
-Quiero volver a calibrar esto para transmitir en
la frecuencia que me has dado, pero...
-Fácil. -Hannis cogió el instrumento y la
multiherramienta-. Tardaré dos segundos... hecho.
Le devolvió los objetos justo cuando la escotilla
se abrió. Erik y Onjo se unieron a ellos.
-Muy bien -declaró Ry, sujetando su bajo con aire
casual y sosteniéndolo contra su pecho-. Tenemos menos de una hora para tratar
de hacer que este grupo vuelva a sonar como una banda.
Ry ayudó a Erik a ensamblar sus percusiones y
platillos alrededor del "trono" montado sobre repulsores. Hannis extrajo
su teclado táctil de un montón de equipaje. Onjo montó el cuerno kloo.
Entonces Ry comenzó a marcar un ritmo lento para su
número de la audición.
No había tiempo para elaborar una línea de bajo
genuinamente musical en código. La nueva línea de Ry estaba llena de notas disonantes,
pero ahora no podía evitar eso. Letra por letra, codificó un nuevo mensaje,
enviándolo a través del comunicador mientras tocaba: Beamis muerto. Espía a bordo. Redada planeada. Destruir registros.
Cuando terminaron, se Hannis pasó ambas manos por su
pelo largo.
-Ha sido horrible.
-Lo siento -respondió Ry-. No estoy acostumbrado a
oír un cuerno kloo ahí. –Miró a Onjo y se encogió de hombros-. Probemos otra
vez.
Esta vez, sabiendo de antemano lo que tenía que
decir, lo hizo un poco mejor eligiendo notas iniciales que se asentaran sobre
una base que encajase en la estructura de acordes de la canción. Aún hubo una
nota tan disonante que incluso Onjo hizo una mueca. Ry respondió con un gesto
de dolor por su parte, pero cuando terminaron el número, después de haber
enviado la advertencia dos veces, comenzó a sentirse mejor.
Ojala hubiera alguien escuchando. Y con suerte, a
nadie de la cabina le importaría demasiado que saliera música del transmisor de
la nave. A juzgar por el estado del interior, no había nada que le importara
demasiado a la tripulación. Este era un vuelo de suministros de baja prioridad.
-Onjo –suspiró Hannis-, ¿podrías al menos intentar
que tus frases encajen con nuestro estilo? Vamos. Apuesto a que podrías tocar
música crepuscular incluso dormido.
Los pequeños ojos redondos de Onjo se estrecharon.
-En efecto, podría.
Esta vez, Ry volvió a tocar su línea de bajo
original, la que contenía el mensaje sobre el envío de metal fuera del planeta.
¿Por qué no? Si había alguien de Beltrix escuchando, no pasaba nada si tenían
la historia completa.
-Ah –dijo Onjo al bajar su cuerno-. Tengo que
admitir que eso ha sonado mejor.
Hannis hizo crujir sus nudillos sobre el teclado
táctil.
-Sí, yo también lo creo.
Echó una mirada de soslayo a Ry, y Ry les obsequió
a todos con un pulgar hacia arriba.
Una sirena sonó por el panel del comunicador, y,
por suerte, Onjo no pareció darse cuenta de que el comunicador tenía la carcasa
de una toma de corriente.
-Hora de volver a atarnos –anunció. Aseguraron sus
instrumentos, y luego volvieron rápidamente a la zona de asientos. Ry se
abrochó los arneses, y se sentó preguntándose qué les esperaba realmente en
Beltrix III... si la “agencia de talentos” estaba destruyendo sus archivos, o
si una escuadra de imperiales les esperaría en el muelle de atraque.
El transporte tembló y dio sacudidas. Sobre sus
cabezas el metal sonaba a carraca. Ry se agarró a los brazos de su asiento y
deseó estar en cualquier otra parte.
-Hannis –murmuró-, será mejor que vuelvas a cambiar
esos paneles en el viaje de vuelta.
-Sí –musitó Hannis.
Cuando el traqueteo terminó, la luz de los
cinturones de seguridad seguía encendida. El compartimento de pasajeros quedó
en silencio, y luego lentamente se llenó de murmullos suspicaces. Ry pudo
escuchar “¿...equipaje perdido?” y “¿...terminal equivocado?”.
Erik estiró el cuello para echar un vistazo, y
luego murmuró:
-Onjo no está.
Ry apretó los dientes.
-Entonces esperemos que hayan escuchado la música.
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