viernes, 7 de febrero de 2014

Bajo rebelde (y III)


Onjo Fegel descendió rápidamente por la rampa de embarque hacia tres agentes del orden del espaciopuerto. No le importaba que los chicos supieran que sólo iba con ellos para evitar que echaran a perder la trampa de Etison. Pero, durante el viaje, había cambiado de opinión. En lugar de someterse a una dolorosa y humillante actuación, podía golpear ahora mismo a la supuesta agencia de talentos.
-Los chicos siguen abrochados en sus asientos -anunció mientras subían a bordo de un deslizador-. No pueden advertir a nadie, incluso si están involucrados.
-Pronto lo sabremos, señor -dijo el agente con el que compartía asiento.
Fue un rápido viaje cruzando la ciudad hasta la agencia de talentos. Un joven estaba sentado en el mostrador de recepción, con su cabello rubio oscuro ligeramente más largo de lo que Onjo aprobaría.
-Bienvenidos -dijo, abriendo ampliamente ambos brazos-. Caballeros, ¿qué puede hacer la Agencia Holstrum por ustedes? ¿Combo? ¿Dúo? ¿Tal vez un par de droides de batalla para amenizar una convención?
Onjo mostró su identificación y caminó alrededor del mostrador hacia el terminal de datos.
-Apártese -le ordenó.
-Por supuesto. -El hombre extendió sus manos y se levantó-. Tal vez quiera comprobar usted mismo nuestros listados de talentos.
Onjo indicó a uno de los agentes locales que se acercara. El hombre tecleó rápidamente, insertando un rastreador en el sistema para olfatear actividades ocultas. Onjo miró a su alrededor en la sala de recepción. Las paredes azules mostraban una serie constantemente cambiante de carteles de anuncio. Paneles acústicos flotaban bajo un techo inclinado.
Y todo era sólo una fachada. Casi podía saborear su próximo ascenso... con suerte a un mundo del núcleo, donde se apreciara la  b'ssa nuuvu.
El agente levantó la vista de la terminal de datos, apretando los labios en una línea recta. Miró a Onjo.
-Lo siento, señor. Parece que ha hecho este viaje para nada, a menos que quiera contratar a un malabarista.
-¿Qué quiere decir?
-Están limpios, señor.
Onjo empujó al agente a un lado.
-No lo creo.
Cinco minutos después, se dejó caer sobre el terminal. Había fallado. Los rebeldes tenían que estar en otro lugar, pero su único posible confidente... Beamis... estaba muerto. Estaba de vuelta en la primera casilla. Una vez más desde el principio. Primer compás, y ¿en qué tono iban a tocar ahora?
¿Se había pasado dos días con tres niños que no sabían distinguir la b'ssa nuuvu de la minga, para esto?

***

Un par de brillantes luces en el techo separaban a Grito Lejano del resto de la galaxia. Frente a tres siluetas oscuras sentadas detrás de una larga mesa, Ry comenzó la cuenta atrás para la introducción de "Ojos Oscuros, Tibios Pensamientos".
Para alivio de todos, Onjo había anunciado que no iba a participar en la auténtica audición, y no estaba en ninguna parte de esa agobiante habitación oscura. Ry sospechaba que estaba en otra parte del edificio, comprobando grupos de b'ssa nuuvu, y por tanto Hannis ni siquiera tuvo que molestarse en crear un amplificador falso para el “bajo mando” de Ry.
Sí que había sentado un agente uniformado, mirando por encima de los hombros de los cazatalentos, pero Ry podía ignorarlo. Si alguien hubiera pretendido arrestarle a él, a Erik y a Hannis, ya lo habría hecho. Así que durante los próximos cinco minutos, sólo habría música.
Y después de dos interminables ensayos con Onjo Fegel, esto sí era música. Los glissandos del teclado táctil de Hannis caían lentamente para resolver cada cadencia, transmitiendo toda la emoción de cada frase. Erik tamborileó un constante ritmo lento en la matriz de tenores, recurriendo a un platillo para los coros. Por debajo de todo, la línea de bajo de Ry cantaba una base sólida... la línea de bajo original, naturalmente.
Para Ry, "Ojos Oscuros" siempre trataría de metales saliendo del planeta.
Hannis mantuvo el acorde final durante un instante casi infinitesimal más de lo habitual, y Ry dejó sonar el bajo antes de darle un codazo al punto FX. Habían resultado de nula utilidad para el gobernador Etison; su oportunidad de obtener la fama se había evaporad, pero en ese momento se sentían como profesionales entre profesionales. Nunca habían sentido nada mejor.
Dos de los cazatalentos se levantaron y rodearon la mesa dirigiéndose hacia la banda.
-Buen trabajo -pronunció el hombre que iba delante.
Su andar y su constitución recordaba a Ry a su viejo amigo, Tet Tramys, pero Tet nunca había llevado perilla...
Entonces reconoció la sonrisa detrás de esos recientes bigotes. ¡Era Tet! Ry se aferró al cuello de su vye y le devolvió la sonrisa. Incluso con el agente observándole, estaba en su derecho de regodearse por esos elogios. Erik descansaba sobre su conjunto tenor, radiante.
La segunda cazatalentos, una mujer de pelo largo, se paró justo fuera del círculo de luz, detrás de Tet. Curiosamente, tarareaba algo con dulce voz de soprano. Su ritmo parecía más b'ssa nuuvu que cualquier otra cosa.
-Du-dit, du, du...
Ry se enderezó, con cuidado de no quedarse mirando fijamente la silueta de la mujer. ¿No era eso código de bajo? Finalmente, ella dio un paso hacia la luz. Ry pudo ver claramente su rostro y casi se desmayó. Había cambiado su color de cabello y su peinado, y nunca antes la había visto vistiendo nada ni remotamente parecido a esa túnica recta de cuentas...
Pero esa mujer era su madre.
¿Trabajaba realmente en la Agencia de Talentos Holstrum, o estaba sustituyendo a algún agente de la Alianza que acababa de irse de la ciudad... o era una agente de la Alianza? Tal vez ella y su padre le dejaron en Tuttin IV para mantenerlo fuera de peligro cuando la Alianza los reclutó. Tal vez ahora podía ver que él también estaba preparado para que se confiase en él en el frente.
-Di-di-dit, dumm.
Cerrando los ojos, se acarició el largo cabello. Tet se dio la vuelta. Le dijo algo a Hannis. Por la atención que Ry le prestó, bien podría haber estado hablando dialecto droide.
Buen trabajo, buen trabajo. Ry finalmente comprendió el ritmo del código tarareado. Sonrió, aunque seguía mirando a Hannis y Tet. Sentía como si su cerebro nadase en leche azul, soplando graciosas burbujas. Su madre no había hecho ningún gesto que indicara que lo había reconocido, pero podía ver en las líneas alrededor de los ojos y de su frente que estaba reprimiendo a duras penas la urgencia de salir corriendo hacia él, con los brazos extendidos, como solía hacer.
Vuelve a casa, de momento, escuchó. Buen trabajo, Ry. Muy orgullosa.
Tet se apartó de Hannis y Erik.
-Pegadizamente bueno –anunció-, pero lo siento, ya tenemos tres bandas de música crepuscular en el circuito. Intentadlo de nuevo el año que viene.
Ry gimió, justo como el agente esperaría.
-Gracias de todos modos –dijo-. Gracias por su atención.
-El placer ha sido nuestro.
Su madre puso tanto orgullo en esas cinco palabras que las últimas dudas de Ry se alejaron volando para siempre. Ansiaba sentarse y hablar con ella... y con Tet... pero con ese agente sentado todavía detrás de la mesa, no podía. Metió el bajo en su funda y ayudó a cargar la percusión de Erik. Al salir de la llamativa sala de recepción, miró por encima del hombro.
Su madre los había seguido. Levantó ligeramente una mano.
Él asintió con la cabeza vigorosamente, mirando las pantallas animadas en la pared de anuncios. Hannis encontraría una manera de enviar el código entre sistemas.
Tenía que ponerse al día en muchas cosas.

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