Bajo rebelde
Kathy Tyers
De pie en un extremo de un garaje de deslizadores
con capacidad para diez vehículos, Ryley Ancum dobló los brazos alrededor del
cuello de su bajo vye. Escuchó atentamente mientras una lenta balada
crepuscular sonaba en el teclado táctil expertamente ajustado de Hannis D'lund.
Ry, Hannis, y su amigo Erik Lauderslag habían formado la banda, Grito Lejano,
hacía tres temporadas.
No eran sólo "buenos para ser dos jóvenes de
dieciséis años y un joven de diecisiete". Si Ry sabía algo de música
crepuscular -y este año había hecho de la música crepuscular su vida-, entonces
eran buenos. Unos fuera de serie.
Si tan sólo pudieran conseguir ese concierto fuera
del planeta, sin alertar a los imperiales de los contactos clandestinos de Ry
en la Alianza.
Ojos oscuros,
más profundos que la luz estelar. Tibios pensamientos acarician mi alma...
Ry apretó los ojos con fuerza, presionando el vye
contra su pecho, y siguió la línea de bajo que acababa de grabar... no sólo por
su musicalidad, sino por las dos primeras notas de cada compás.
Ya no se paraba a pensar en cosas como: ¿Cuánto
dura la primera nota? ¿Asciende o desciende en tono, y cómo de larga es la
segunda nota en comparación? Con la práctica, esos pensamientos se habían
convertido en una segunda naturaleza, como leer las páginas de una carta.
Ahora, cuando dejaba a un lado la música -cosa que no era fácil, ya que Erik había
escrito una canción buena y pegadiza- escuchaba letras y pausas transmitidas en
código de bajo. Su mente poco a poco formaba palabras escondidas en la
reproducción de "Ojos Oscuros, Tibios Pensamientos".
Diez
kilotones de metal estratégico con destino a Corellia el próximo mes. Rumores
sobre nuevo proyecto de nave de guerra. Sintiéndose como si estuviera
saliendo de un trance, Ry abrió los ojos. Su amigo Hannis estaba sentado en un
taburete cerca del teclado táctil... un nombre poco apropiado, ya que no era
necesario en absoluto tocar físicamente el instrumento. Grueso y musculoso, con
cabello rubio que colgaba sobre sus ojos, Hannis era miembro de más edad del
grupo.
-Buena línea de bajo -dijo cuando la canción
terminó-. Pegadizamente irregular.
Ry se encogió de hombros.
-Gracias -dijo, pero por dentro estaba encantado.
Hannis era un experto en todas las cosas que tuvieran que ver con la electrónica,
pero Ry no le había dicho a él ni a Erik nada acerca de la información que pretendía
pasar a una célula local de la Alianza para Restaurar la República. Si Hannis y
Erik pensaban en la línea de bajo como algo musical –pegadizamente irregular,
por ejemplo- entonces su camuflaje era perfecto.
Una ráfaga de viento hizo temblar la puerta
principal del cobertizo. Ry se estremeció, luego acarició el cuello de su bajo
para cubrirlo. Realmente no creía que hubiera ningún peligro de que fuerzas del
Imperio entraran al asalto y les detuvieran, ni siquiera si se sentaban y
escuchaban una actuación. Su antiguo profesor de bajo, Tet Tramys, había
inventado el código de bajo. Se utilizaba solamente en los Seis Sistemas Locales,
y sólo por una pequeña célula de inteligencia.
Eso no le tranquilizó completamente. No le
importaba un poco de adrenalina, pero sabía que los enemigos del imperio desaparecían
a veces.
Erik, el más alto de los compañeros de clase de Ry,
descansaba en un pequeño "trono" repulsor en medio de sus platillos y
percusión. Aún no había terminado de sacarles todo el jugo, pero se esforzaba
al máximo con sus baquetas, y cada canción resultaba ser mejor que la anterior.
-Irregular –convino él, haciéndose eco de los
elogios de Hannis-. Y me gusta el sintetizador, Hannis.
Erik extendió una mano larga y deslizó una baqueta
a lo largo del borde de un platillo suspendido. El disco de bronce sonó dulce y
grave.
-¿Creéis que Keth Beamis lo comprará? -preguntó.
-Oh, sí. -Ry soltó su vye y lo apoyó contra una
pared del garaje de deslizadores. Su tutor había ordenado a varios ayudantes que
limpiaran el garaje para que Grito Lejano pudiera practicar en el interior,
pero aún olía a escape. Esta era la primera vez Ry había encontrado realmente
algo lo suficientemente importante como para retransmitirlo a través de los
canales establecidos por la Alianza. Estaba ansioso por demostrar su valía,
como espía y como transmisor. Tet Tramys había reclutado a Ry poco después del
concurso de talentos de la última rotación, y Ry sentía que buscar información
"real" le estaba dando una mejor educación que la que obtenía en la
escuela de educación técnica.
Esto también le daba la oportunidad de devolver el
golpe a la burocracia que había hecho que sus padres se marcharan del planeta.
-Estoy realmente sorprendido -dijo Hannis, poniendo
el teclado táctil en modo de reposo, agitando su mano izquierda. Un campo de
fuerza se alzó sobre su superficie, repeliendo las motas de polvo que podrían
dañar sus delicados circuitos-. Apenas hemos tenido dos conciertos pagados toda
la temporada. ¿Cómo es que ese cazatalentos imperial supo de nosotros?
Ry se encogió de hombros.
-Eché una solicitud. -Y me tenía en su lista de espías desde que salió de Tuttin IV. ¡Ya era
hora de que encontrase algo para enviar!- Necesitan actuaciones para el circuito
de clubs de oficiales de los SSL –agregó. Los Seis Sistemas Locales tenían un
gobernador imperial, que resultaba ser el tutor legal de Ry. Los padres de Ry,
funcionarios imperiales de bajo rango, habían querido que terminara ahí sus
estudios en la escuela técnica.
Eso todavía le dolía.
El ala del gobernador en el Centro Administrativo
tenía todas las comodidades, incluyendo ese garaje de deslizadores, pero Ry
todavía tenía la sensación de que Tendis y Jioie Ancum le habían abandonado.
Cuando la promoción profesional les llamó, dejaron Tuttin IV. Su madre le había
dicho a Ry que algún día lo entendería.
Pero esa línea de pensamiento sólo conducía a un
cinturón de asteroides de frustración y dolor, y decidió no seguir por ahí.
-Desde el principio –dijo-. Queremos que salga
perfecto.
Hannis sonrió, y en ese momento -por primera vez-
Ry se dio cuenta de que podía estar poniendo en peligro a sus amigos sin que lo
supieran. Tenía que hablarles sobre los mensajes que iban a pasar en secreto. Lo
entenderían. El Imperio les gustaba tan poco como a él.
Todavía no,
se dijo. Tal vez después de la audición.
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