viernes, 10 de enero de 2014

Emisario del vacío (III)


El Suerte Innecesaria llegó unos diez minutos más tarde, volando de forma un poco errática y aterrizando con un golpe que hizo rechinar los dientes de Uldir. No había querido decirlo delante de la Jedi, pero había tenido sus dudas acerca de si alguna vez volvería a ver a su nave después del informal anuncio de Vega; aunque había modificado el droide UV-002 para pilotar la nave en situaciones de emergencia, la realidad era pura teoría hasta ahora.
Aunque el aterrizaje fue un poco brusco, el droide parecía haberlo hecho bien, y era agradable poder ver la abollada nave. Abandonaron la carroza flotante y se lanzaron hacia la rampa de aterrizaje. Uldir fue directo a los controles, donde iba apareciendo el texto de lo que Uuve le estaba diciendo desde su estación de amarre.
Hola jefecillo. ¿Qué tal lo hice?, decía la traducción de las palabras del droide.
-Lo hiciste muy bien, Uuve -dijo Uldir, tomando una nota mental para mantener a Vega lejos del astromecánico en el futuro. Odiaba que llamasen "jefecillo"-. Perfecto.
¿Debo llevarnos a órbita?
-No, gracias -respondió Uldir rápidamente-. Tómate un descanso. Yo nos sacaré de aquí.
-Voladores, a cuatro clics -dijo Vook, desde la estación táctica.
-Perfecto -dijo Uldir-. Podrán mordernos la estela.
Activó el motor, dirigió hacia el cielo, y abandonó Bonadan en una nube floreciente de iones.
Sólo mucho más tarde –a dos saltos de Bonadan- pudo relajarse, y no demasiado.
-Todavía no tenemos escudos -advirtió.
-No -dijo Vook-. Y la hipervelocidad es... poco confiable. Las reparaciones no se completaron.
Uldir dejó escapar un suspiro y asintió.
-Bueno, nos arreglaremos con lo que tenemos –dijo-. Al menos tenemos algo de capacidad de impulsión. ¿Dónde podemos aterrizar para terminar las reparaciones?
-Bueno, está Refugio -dijo Vega-. Está cerca.
-Sí. Y en las Fauces. No voy a intentar ese viaje con un hiperimpulsor delicado.
-Bien visto. ¿Qué tal Mon Calamari?
-Parece razonable.
-¡No! -interrumpió Klin-Fa-. No tenemos tiempo para eso. Hay que trazar un curso a Wayland, de inmediato.
-¿Wayland? -dijo Uldir-. ¿De qué diablos estás hablando?
-Y a propósito, ¿quién eres tú? -preguntó Vega, recorriendo la figura de la Jedi con expresión poco amigable.
-Y, por todas las estrellas, ¿qué te hace pensar que puedes darnos órdenes? -añadió Leaft, acercándose a ella, mostrando sus dientes.
Klin -Fa se tensó, pero por lo demás ignoró la amenaza del dug.
-Supongo que se impone una presentación -concedió Uldir-. Gente, os presento a Klin-Fa Gi. Es una Jedi, si no os habéis dado cuenta de eso aún. Klin-Fa, este es mi equipo; Vega Sepen, Leaft y Vook Gehu.
Vega agitó su cabellera platino de manera cortante. Leaft continuó gruñendo, y Vook volvió su cara plana hacia ella y asintió con aire ausente.
-Encantado de conocerte -dijo el duro. No parecía estar encantado; sonaba triste. Vook siempre sonaba triste.
Klin-Fa no se distrajo.
-Tengo que ir a Wayland –dijo-. Es muy importante.
Uldir sonrió sardónicamente.
-Pero no me vas a decir por qué.
-No puedo. Ya te he explicado eso.
-¿Quieres que la lance al espacio, jefe? -preguntó Leaft, en tono servicial.
-Sí -respondió Uldir-, pero será mejor que no lo hagas. Klin-Fa, Wayland está en espacio ocupado por los yuuzhan vong, en caso de que no te hayas enterado. No llevaré allí mi nave en estas condiciones a menos que tenga una razón de peso. No me has dado tal motivo.
-Estoy en una misión para el Maestro Skywalker. Eso debería ser razón suficiente.
-Claro. Si te creyera, pero no estoy seguro de hacerlo. La confianza funciona en ambos sentidos. ¿Quieres que te lleve a Wayland? Dime por qué.
-No puedo.
-Está bien. Entonces vamos a Mon Calamari. Mientras tanto voy a tratar de contactar con el Maestro Skywalker y ver lo que él tiene que decir sobre esto.
-Estás cometiendo un error.
-He estado haciendo errores desde el primer momento en que te vi. ¿Por qué deberían ser las cosas diferentes ahora?
-Porque el destino de la galaxia depende de lo que hagamos ahora, por eso. No hay tiempo que perder.
-Eso es lo que tú dices -dijo Uldir, encogiéndose de hombros.
El rostro de Klin-Fa mostró una furia apenas disimulada, y de nuevo Uldir sintió algo un poco preocupante en su presencia. La sensación se amortiguó cuando se recompuso y se desvaneció cuando arqueó una pequeña sonrisa, la primera que le había visto. Tenía razón; la hacía más hermosa.
-Supongo que yo tampoco me creería -admitió, a regañadientes-. Bien. Cuando contactes con el Maestro Skywalker, él confirmará lo que he dicho. Pero debes hacerlo rápido.
Uldir levantó las cejas con sorpresa.
-Eso suena casi demasiado razonable.
Ella se encogió de hombros.
-¿Qué otra opción me dejas? Estoy a tu merced.
-Genial -dijo Uldir. Echó un vistazo a sus ropas sucias-. Me alegro de que eso haya quedado claro. Tenemos un largo salto hiperespacial por delante; por mi parte, me vendría bien utilizar la unidad sanitaria. Supongo que tú querrás hacer lo mismo.
-Supongo -admitió ella.
-Puedes ir tú primero. Vega te encontrará ropa para cambiarte.

***

Una hora más tarde, sintiéndose mucho más humano, Uldir volvió a reunirse con Klin-Fa en el pequeño salón de la nave. Ella parecía más pequeña en uno de monos negros de Vega, y más joven también.
-Tal vez empezamos con el pie izquierdo -dijo Uldir. Le tendió la mano-. Soy Uldir Lochett. Encantado de conocerte.
Ella sonrió con ironía y le cogió la mano.
-Un placer -dijo.
-Será mejor que tengas cuidado con eso -dijo él.
-¿Con qué?
-Ya es la segunda vez que sonríes. Podría arruinar tu look.
-Si hubieras pasado por lo mismo que... -empezó a decir, pero dejó la frase a medias, con la mirada pensativa, perdida en un pasado del que Uldir no sabía nada.
-Ya –dijo él-. Bueno, si alguna vez sientes ganas de hablar de ello, soy bueno escuchando.
-Seguro. La viva imagen de la compasión. -Ella cambió de postura-. Así que esto es una nave para rescatar Jedi.
-Sip. Mi pequeño reino.
-Parece un poco hecha polvo.
-Bueno, no nos gusta llamar la atención. Pero cumple con su cometido, cuando está en buenas condiciones.
-Estás orgulloso de ella -advirtió Klin-Fa.
-Desde luego. Y de mi tripulación. No encontrarás una mejor.
-No puedo negar que vosotros cuatro parecéis compenetraros muy bien, de alguna manera.
Uldir no pudo distinguir si se trataba de un cumplido o no. Lo dejó pasar.
-¿Quieres echar un vistazo? -le preguntó.
-Bueno, cuando has visto un transporte...
-Nah. Vamos.
-¿No deberías estar tratando de contactar con el Maestro Skywalker? -preguntó ella.
-Vega está trabajando en eso. Tenemos que hacer rebotar la señal en varios sitios y protegerla con varias capas de cifrado. Lleva su tiempo.
-No mucho, espero.
-No. Espero una respuesta dentro de una hora, más o menos.
Ella suspiró.
-Bien. Supongo que aceptaré esa visita.
-Está bien. -Se puso de pie y comenzó a guiarla por el interior de la nave-. El chasis es de un viejo transporte medio corelliano –explicó-, pero hemos hecho algunos cambios.
La condujo subiendo por el pozo a la torreta turboláser.
-Bonito -dijo ella, cuando vio las armas.
-El turboláser es de tecnología punta -respondió él-. De vapor de cesio, y causa daños realmente importantes. También podemos apuntar torpedos de protones desde aquí, así como desde el panel central. Y hay una capa adicional de blindaje.
-¿Pero sólo una torreta?
-Sip. Sacrifiqué la otra por algo mejor.
-¿De qué se trata?
-La mejor parte. Ven, sube conmigo.
Ella lo siguió hasta una escotilla de acceso.
-Esto solía ser la bodega de carga -explicó, tecleando en el panel para abrir la escotilla-. Entre eso y la segunda torreta que falta, hicimos espacio para esto.
Finalmente, tuvo el placer de volver a ver cómo se sorprendía.
-¡Cazas! -exclamó.
-Sí -dijo Uldir, señalando las pequeñas y esbeltas naves. Había cuatro de ellos, ubicados en una plataforma giratoria-. Sólo podemos lanzar uno a la vez, pero aun así podemos lanzar todos ellos en menos de un minuto, si es necesario.
-Alas-A -señaló ella, sonando decepcionada, de alguna manera.
-Conoces bien las naves -dijo Uldir-. Salieron de los astilleros como alas-A. Ahora son algo un poco especial; cada uno tiene espacio para un pasajero y equipos médicos de emergencia. A veces tenemos que entrar en lugares estrechos a los que el Suerte Innecesaria no puede acceder.
-¿Los utilizáis para evacuar Jedi?
-Y para depositarlos en tierra. No sólo nos dedicamos al salvamento; a veces transportamos Jedi al espacio yuuzhan vong, cuando una misión lo requiere.
-Interesante. Las cosas han cambiado un poco desde que perdí el contacto.
-Supongo que sí.
-Veo que también sacrificaste las cápsulas de escape –murmuró-. Pero supongo que los alas-A pueden servir para el mismo propósito.
-Sí. Nunca se ha llegado a eso, pero forma parte del plan. Ese de ahí, el número uno, incluso es capaz de saltar al hiperespacio, así que si tenemos que dividir la misión o pedir ayuda, tenemos piernas adicionales para hacerlo.
-Bien -dijo ella-. Me has impresionado. -Como para desmentir eso, bostezó-. Ahora, con todo esto, ¿tienes una litera libre? No he dormido en... bueno, supongo que una semana. Creo que voy a dedicar el resto de la hora a echarme una siesta.
-No hay problema -dijo Uldir.
Después de mostrarle la litera, Uldir regresó hasta donde Vega estaba sentada a los mandos.
-Vaya amiga tan agradable te has echado -comentó la corelliana.
Uldir asintió.
-No está mal con un sable de luz.
-Por lo que yo vi, yo diría que espectacular -corrigió Vega-. Y además es mona.
-No me había fijado en eso.
-No, por supuesto que no. Reconociste al instante que era una Jedi necesitada de ayuda y fuiste tras ella.
-Pensé que era una ladrona -dijo Uldir, a la defensiva-. Pensé que podría ayudar a las autoridades locales a atraparla. Yo no sabía que ellos eran los malos.
-Ya -dijo Vega-. A propósito de eso, creo que ya podemos marcar todo el Sector Corporativo como hostil. Hice algunas comprobaciones acerca de ese nuevo ejecutivo, ese cuya cabeza tomamos prestada. Por lo que he podido deducir, parece que lleva en negociaciones secretas con los yuuzhan vong desde hace dos semanas.
-Teniendo en cuenta que había un vong en el equipo de búsqueda, no me sorprende. Y Klin-Fa dijo que había un ejecutor en Bonadan.
-Bueno, las cosas se vuelven cada vez mejor y mejor, ¿no?
-Sólo pone las cosas más interesantes -dijo Uldir.
-Eso lo dirás tú. Y probablemente lo dirás más veces. Cada día hay más sistemas calientes.
-Con el tiempo, las tornas cambiarán -dijo Uldir-. Ahora que el Maestro Skywalker tiene planes en marcha.
-Pones una tremenda cantidad de fe en él -dijo Vega.
-No es fe. La fe es algo que se acepta sin pruebas. El Maestro Skywalker y los Jedi se han demostrado a sí mismos una y otra vez. Es el gobierno de la Nueva República el que entorpece su trabajo.
-No estés tan seguro -dijo Vega-. Los Jedi están muy bien, pero no son invencibles.
Su tono se volvió de alguna manera más cauto... y más serio. Conocía a Vega, y supo que estaba a punto de hacer algún tipo de comentario, probablemente uno desagradable.
-¿Qué? -dijo.
-Los Jedi. Si tan sólo uno de ellos se convirtiera al lado oscuro, podríamos tener problemas más grandes que los yuuzhan vong.
-Eso es cierto, pero no creo que sea probable. -Ladeó la cabeza con suspicacia-. ¿Hay una razón para que menciones esto ahora?
-Claro. ¿Cuánto sabes acerca de esa Klin-Fa Gi?
Él dudó.
-¿Y bien?
-Es sólo que... obtuve algunas sensaciones inquietantes de ella, allá en Bonadan.
-¿Qué quieres decir?
Uldir frunció el ceño.
-No estoy seguro. Probablemente nada.
Vega hizo una mueca.
-Oye –dijo-, sé que tienes un poco de esa cosa de la  Fuerza...
-Muy poco. Lo que tengo no es fiable.
-Puede que no. Pero no dejes que una cara bonita te distraiga de lo que te podría estar diciendo.
Se volvió hacia ella, serio.
-¿Qué estás diciendo?
-Bueno, yo también he obtenido una sensación de ella. No una de esas místicas tuyas... sólo la sospecha de que algo no cuadra en ella. Y Wayland... ¿Por qué Wayland? Ahora mismo, se me ocurren dos opciones para explicar por qué un Jedi querría ir a Wayland.
-No he tenido tiempo para pensar en eso -admitió Uldir-. Ilústrame.
-Wayland es donde estaba el baúl de juguetes secreto del Emperador Palpatine. Hay toda clase de cosas desagradables de lado oscuro en Wayland.
-Ya no es así -dijo Uldir.
-Error. He leído los informes. Algunos de los dispositivos del Emperador todavía están allí... enterrados, sí, pero siguen ahí.
-Enterrados bajo una montaña -corrigió Uldir.
-Sí. Pero los yuuzhan vong están allí ahora, y tienen formas de excavar, ¿no?
Uldir reconoció eso con una inclinación de cabeza.
-Pero los yuuzhan vong no existen en la Fuerza –señaló-. Incluso si encontraran algún tipo de arma del lado oscuro, no serían capaces de usarla.
-Probablemente no; pero podrían ser capaces de aprender algo acerca de los Jedi que pudiera ser de utilidad para ellos. -Levantó un dedo-. Así que esta es una posibilidad: han estudiado la antigua tecnología del Emperador y están desarrollando algún tipo de arma anti-Jedi. De alguna manera, nuestra nueva amiga ha descubierto esto y se dirige a frustrar su malvado plan.
-Has mencionado dos posibilidades.
Vega levantó un segundo dedo.
-La otra posibilidad es que hayan encontrado algo que Klin-Fa Gi piense que pueda usar ella misma.
-Estás diciendo que se ha pasado al lado oscuro.
-Estoy diciendo que está furiosa. Hasta yo puedo ver eso. ¿Y no me dices tú siempre que la ira pertenece al lado oscuro?
-Creo que ha perdido a alguien –dijo Uldir-. Mencionó un nombre, cuando mató a ese guerrero yuuzhan vong. Y yo también estaría furioso si mi planeta natal estuviera dando lo mejor de sí mismo para ofrecerme en sacrificio.
-¿Realmente importa el motivo por el que esté furiosa? De modo que parece tener justificación para lo que sea que esté planeando. ¿Eso lo haría menos grave?
-Pero si el Maestro Skywalker le ordenó ir a Wayland...
-Bueno, ese es el problema –dijo Vega-. No lo hizo.
-¿Qué?
Ella le mostró unas lecturas.
-Esto llegó justo antes que tú. Klin-fa Gi resultó muerta, o dada por muerta, hace dos meses, en Gyndine. Y el Maestro Skywalker no sabe nada de ninguna misión a Wayland.
-Oh, por todo el carbono...
-Sí. Ahora lo entiendes.
-¿Qué quiere el Maestro Skywalker que hagamos?
-Llevarla para que la interroguen, tan rápido como podamos.
Uldir asintió sombrío.
-Entonces supongo que eso será lo que haremos.
-¿Dónde está ahora?
-Echando una siesta. O al menos... –Se detuvo-. ¿No notas un olor raro en el aire?
Vega abrió los ojos como platos, mientras Uldir sentía que se le taponaban los oídos.
Se volvió rápidamente a los instrumentos.
-¡Malditos sean los moffs! Estamos perdiendo presión atmosférica.
En ese momento, la nave se estremeció como si la hubieran golpeado, y las luces se apagaron. Maldiciendo, Uldir activó la energía de emergencia.
-¡Hemos salido del hiperespacio! –dijo.
-¿Un interdictor?
-No. Ha fallado el motor.
-Apuesto a que no ha fallado sin más –dijo Vega.
-Supongo que tienes razón –convino-. Vega, ven conmigo. No temas en disparar.
-Ya es demasiado tarde –le dijo la corelliana.
Pero Uldir también lo vio. El ala-A uno acababa de cruzar su campo de visión, acelerando al máximo. Un instante después se desvaneció en el hiperespacio.
-¡Vook! –gritó Uldir-. ¡Obtén su vector!
-Lo tengo, jefe –respondió la voz del duro-. Pero tenemos nuestros propios problemas.
El aire comenzaba realmente a escasear.
-Nos ha dejado abiertos al espacio –gruñó Uldir-. Esa maldita...
-Y ha saboteado el hipermotor –añadió el duro-. No podemos ir a ninguna parte, señor. Estamos aquí varados.
-¿Y el planeta más cercano a velocidad sub-lumínica? –preguntó Uldir, con tono sombrío.
-A dos años de distancia, señor. Las estrellas están dispersas en esta zona.
-Como decía –declaró Vega-, las cosas se ponen cada vez mejor.

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