martes, 2 de julio de 2013

Medidas desesperadas (II)


-¿Qué quiere decir con que no? -gritó Makintay con enojada incredulidad. Sin duda, no podía haber oído lo que creía haber oído de boca del oficial de inteligencia del Nido de Águilas, pequeño, con cara de roedor y ojos saltones.
El comandante Biros Baran era completamente humano pero su expresión bizca y llorosa, y el hábito de esconderse detrás de un abarrotado escritorio en su oficina oculta en los túneles hacía que la mayoría del personal de la base pensase en él de otra manera. Por desgracia, su parecido con un roedor terminaba en su aspecto y su actitud; no tenía nada de la aguda inteligencia habitual en las especies de roedores. Makintay se preguntó si el hombre sabía que todo el mundo en Nido de Águilas se refería a él como "Cabeza Hueca" Baran. ¿Y este era el oficial a quien Makintay se había visto forzado a solicitar la aprobación de su propuesta de misión para regresar a Hargeeva? ¡El oficial al mando de la Base Nido de Águila, el coronel Farland, también buen amigo de Makintay, tenía que haber elegido precisamente ese día para estar fuera del planeta! ¡Maldito fuera el mando de sector por haber llamado al hombre justo cuando Makintay más lo necesitaba!
-Ya has oído lo que he dicho, Makintay -dijo Baran, acrecentando el insulto al no levantar la vista del cuaderno de datos en el que estaba introduciendo códigos-. La misión que propones pondría en grave peligro esta base. Casi trajiste a los imperiales hasta nosotros durante tu última visita a Hargeeva. Fue sólo la incompetencia de los interrogadores de tu perdido mundo imperial lo que les impidió romper tus defensas y obtener la ubicación.
Makintay quedó boquiabierto presa de la indignación. Pedrin había sido un interrogador más que competente... tal y como Makintay estaba seguro que Baran sabía después de leer el informe médico que Tarrek proporcionó en el estado de combate de Mak. Mak apretó los puños y tembló de pies a cabeza mientras luchaba contra el impulso de saltar por encima de la mesa y estrangular al pequeño burócrata. Esperaba que el coronel Farland estuviera en ese mismo instante negociando con el mando del sector en lo relativo al reemplazo de Baran. Habían perdido muchos buenos pilotos debido a la lectura inexacta por parte de Baran de los informes entrantes de las sondas de inteligencia.
-Mire... Comandante -dijo Mak lo más cortésmente posible-. Ya he explicado cómo podríamos soslayar los riesgos de seguridad. Yo seré el único que vaya y si las cosas van mal me aseguraré de que nunca me atrapen con vida.
La última experiencia de Mak estando preso, a la espera de ser interrogado por los expertos inquisidores imperiales de Coruscant, le había dado tiempo de sobra para pensar en diversos medios de asegurarse que sería incapaz de hablar.
-Estás perdiendo el tiempo con tus grandiosos planes para hacerte un héroe, Makintay. -Baran recogió otra tarjeta de datos de la pila y la introdujo en su ordenador-. Como he mantenido desde el principio, estás demasiado involucrado emocionalmente. Nunca se te debería haber autorizado a regresar a Hargeeva, para empezar. Ahora Altronel está muriendo a causa de tu torpeza y quieres mejorarlo consiguiendo que te maten. Bueno, no voy a tener...
Cualquier otra cosa que Baran pudiera haber dicho se perdió entre sonidos de asfixia cuando Makintay lo atrapó por el cuello en un letal agarre, levantándolo sobre la mesa.
-¡Miserable insecto llorica! -escupió Makintay, con su rostro a meros centímetros de los horrorizados ojos saltones de Baran-. ¡Si cree que voy a dejar morir a Ketrian sólo para que usted pueda jugar conmigo, piénselo mejor! ¡Que tenga una buena siesta!
Makintay podría haber sacado su bláster y aturdido al hombre, pero eso no era en absoluto tan satisfactorio como la sensación de su puño impactando en la suave carne sobre la prominente nariz de Baran. Los ojos del oficial de inteligencia giraron en sus órbitas y recibió un segundo golpe cuando Makintay lo soltó y la fuerza del puñetazo lo envió contra la pared detrás de su escritorio.
Makintay se apresuró a salir al pasillo subterráneo antes de que los guardias -que también eran más leales a Makintay que a Baran- pudieran venir a investigar el ruido. Estaba seguro de que no se darían ninguna prisa en informar del merecido estado de inconsciencia de su superior. Mak debería tener tiempo más que suficiente para encender su ala-X y despegar hacia Hargeeva. Aguanta, Ket. La ayuda está en camino.

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