Buena caza
Christie
Golden
La Maestra Jedi Jaina Solo se estremeció cuando la
fría humedad del bosque cubierto de neblina atravesó su traje de vuelo.
-Necesitaba esto –dijo a Tenel Ka Djo-. Creo que me
había acomodado demasiado en Shedu Maad.
-¿Tú te
habías acomodado demasiado? –replicó con un bufido la Reina Madre hapana,
también temblando ligeramente-. Trata de vivir en un palacio. Es difícil no ablandarse. Me alegro mucho de que
sugirieras esto, Jaina.
Tenel Ka había traído a su hija Allana –que también
era la sobrina de Jaina- a visitar el templo Jedi de Shedu Maad. Cuando Tenel
Ka se lamentó de que hacía mucho tiempo que ella y Jaina no pasaban tiempo
juntas, Jaina enseguida propuso que las tres hicieran una pequeña excursión...
sin los guardias reales que habitualmente acompañaban a Tenel Ka a
prácticamente cualquier parte. Allana, que estaba sentada junto a Anji,
su nexu de mascota, sugirió una acampada en algún lugar en el que pudieran
observar la vida salvaje. Jaina pensó en su difunto hermano gemelo, Jacen; en
cómo, de niño, había amado tanto a los animales. Verdaderamente, al menos en
ese aspecto, Allana había salido a su padre.
-Suena magnífico. ¿Dónde quieres ir, cielo? –había
preguntado Jaina con cariño.
La respuesta realmente no debería haberle
sorprendido.
-Quiero ir a algún sitio donde pueda enseñar a Anji
a cazar.
Obviamente, Allana también había salido a su madre.
Se decidieron por Luuhar, uno de los muchos
planetas escasamente explorados del vasto Cúmulo de Hapes. Con su amor por la
belleza y la naturaleza, los hapanos habían dejado Luuhar aislado como una
reserva donde los visitantes realmente podían “alejarse de todo lo demás”.
Allana declaró que era la elección perfecta cuando supo que, con sus bosques
milenarios, sus lloviznas y sus ríos caudalosos, el continente norte de Luuhar
era similar al hábitat natal del nexu.
-No te preocupes, madre –dijo Allana mientras ella
y Anji descendían por la rampa al esponjoso suelo de Luuhar-. ¡La acampada
impedirá que nos ablandemos!
Aunque habían planeado acampar desde el principio,
Jaina se encontró con que la idea de dormir a la intemperie con ese clima le
resultaba ligeramente molesta. Instantáneamente, sintió frustración por tener
ese pensamiento mezquino. Estaba... bueno, estaba molesta por estar molesta.
Anji miraba ahora hacia la penumbra de los límites del bosque. Levantaba la
cabeza y la movía hacia los lados ligeramente mientras olisqueaba lo que sin
duda era todo un batiburrillo de nuevos aromas.
-Allana, ¿estás segura de que quieres hacerlo?
–preguntó Tenel Ka-. Recuerda que las especies depredadoras suelen actuar de
noche.
-Tenemos armas más que suficientes para protegernos
–señaló Allana-. Podemos asegurarnos de que siempre haya alguien montando
guardia.
-Haremos una cosa –dijo Jaina, preparándose
mentalmente para la atípica resistencia de su sobrina-. Aún queda mucha luz de
día antes de que tengamos que montar el campamento. Mientras tanto, Anji está
rabiando por dar una vuelta. Así que vayamos a ver qué hay por ahí.
Allana hizo una serie de rápidas señales con la
mano. Anji emitió un grito de complacida aprobación capaz de helar la sangre y
salió corriendo hacia el bosque, abriendo la marcha. Allana le siguió,
adoptando un trote rápido para no quedarse atrás.
Para el viaje, le habían quitado a Anji el bozal.
Jaina nunca había visto a la nexu abrir tanto la boca, y de pronto quedó
intranquila al ser consciente de la cantidad de dientes que tenía el animal...
y de cómo, cuando se abrían por completo, esas mandíbulas podían engullir entera
la cabeza de Allana.
¿En qué estoy
pensando? ¡Anji nunca le haría daño a Allana! Adora a esa niña, y ya ha luchado
en otras ocasiones por protegerla.
Irritada de nuevo por su nerviosismo, se echó al
hombro su pequeña mochila con raciones para la excursión y artículos de
primeros auxilios, preguntándose si este viaje había sido tan buena idea
después de todo.
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