martes, 28 de enero de 2014

Emisario del vacío (y XIII)


Una hora más tarde estaban en la superficie del planeta, en un antiguo edificio que recordaba la arquitectura imperial. La oficina en la que se encontraban había sido abierta al aire por dos lados y estaba decorada con macetas y plantas colgantes, y muebles de mimbre no diseñados para cuerpos humanoides, pero las líneas duras e industriales de la estructura aún podían distinguirse.
-Es imposible -estaba diciendo Xeshen Kra, haciendo chasquear los tres dedos de una mano y tocando el hombro de Uldir con otra. Su piel había pasado del gris claro al malva desde la llegada de Uldir, y aunque recordaba que eso significaba un cambio de emociones, no tenía ni idea de qué emoción concreta significaba el malva.
-Nuestros datos han sido robados directamente a los yuuzhan vong –señaló Klin-Fa-. Planean destruir el bacta, todo el bacta, y lo lograrán si no nos toma en serio.
Xeshen Kra no parpadeó –no podía, ya que no había párpados en sus bulbosos ojos negros-, pero Uldir obtuvo esa impresión igualmente.
-¿Y cómo podrían llevar a cabo ese plan? –preguntó suavemente Kra-. Examinamos cuidadosamente a los extranjeros, y no creo que un yuuzhan vong pudiera hacerse pasar por uno de nosotros, por muy bueno que fuera su disfraz.
-Cierto –convino Uldir. Su anfitrión era un vratix. Su cuerpo tenía forma de garfio, con una cabeza insectoide colocada sobre un largo y fino cuello en el extremo largo del garfio. Miraba a Uldir desde una altura de casi dos metros. Sus dos patas posteriores eran tremendamente musculares y tenían dos articulaciones que se doblaban al contrario que la mayoría de las especies. Las espinosas extremidades delanteras también tenían dos articulaciones-. Pero la biotecnología yuuzhan vong...
-Podría ser capaz de generar nuestra forma, aunque lo dudo mucho. Pero también nos comunicamos mediante el tacto y el olfato, y mente a mente. ¿Podría ser duplicado todo esto de forma convincente? Lo sabríamos. Nuestra producción de bacta no carece de precauciones de seguridad. Ya hemos tenido saboteadores anteriormente.
-Podrían estar utilizando a un vratix –señaló Vega-. Podrían haber capturado y lavado el cerebro a alguien de su especie.
-Sería aún menos probable que no hubiéramos detectado tal cosa. Sus intenciones quedarían desveladas en la conexión mente a mente.
-Pero tienen empleados humanoides, ¿no es cierto? –insistió Uldir.
-No muchos. Desde que expulsamos a los cárteles foráneos hace muchos años, hemos contratado principalmente gente de nuestra especie.
-Eso en realidad podría facilitar las cosas –indicó Bey-. Tiene razón, casi con toda seguridad el agente yuuzhan vong estará disfrazado de humanoide. Si no hay muchos humanoides trabajando en la producción de bacta, hace que nuestro trabajo de examinarlos sea mucho más sencillo.
El vratix pensó en ello por un instante, sin dejar de tocar el brazo de Uldir.
-Muy bien -dijo al fin-. Todavía dudo de esta amenaza, pero no nos hará ningún daño actuar como proponéis.
-Bien –dijo Uldir-. ¿Por dónde deberíamos empezar?
Xeshen Kra se volvió hacia su asistente, que tenía una base de datos portátil.
-Deberíamos comprobar a los últimos llegados –dijo Vega-. Cualquiera que acabe de ser contratado o que haya vuelto recientemente de fuera del planeta.
El asistente consultó la tableta un instante y luego levantó la mirada.
-Los campos de alazhi de Vrelnid están cerca. Son extensos, y hay varios técnicos humanoides allí. Dos comenzaron a trabajar allí la semana pasada.
El vratix soltó el brazo de Uldir.
-Podemos tomar mi volador –añadió.

***

Durante el vuelo, Uldir observó con aire ausente la alternancia entre selva y praderas.
Vega se acercó a su lado.
-¿Pasa algo? -preguntó.
-No lo sé. Algo en todo esto me resulta extraño.
-¿A qué te refieres?
-Si nuestro hipotético saboteador ya está ahí, su trabajo ya está hecho: el bacta está infectado.
-Es verdad, pero puede que no todo. Pueden quemar los campos infectados.
-Cierto. Es tan sólo... -Se encogió de hombros-. Tan sólo un presentimiento.
Los campos de Vrelnid eran realmente extensos, aunque Uldir no los habría llamado realmente campos, sólo una especie de jungla de escasa altura, extendiéndose por la base de una pequeña cordillera. La planta de procesado era modesta, unos pocos edificios en el exterior de un pueblo vratix con murallas en forma de anillo. Vio que los trabajadores humanoides ya estaban reunidos cerca de la plataforma de aterrizaje.
-Esa bioarma –preguntó Xeshen Kra, mientras iniciaban el descenso-, ¿sabéis cómo la van a desplegar?
-La forma inicial, no –dijo Klin-Fa-. Podría ser algún tipo de recipiente en aerosol. Una vez introducida, las propias plantas comenzarían a producirla en forma de esporas. Las esporas no sólo se transmiten por el aire, sino que actúan por su cuenta. Buscarán la firma química de las plantas alazhi.
-Entonces, ¿se extendería muy rápido? –preguntó el vratix.
-Mucho –dijo Bey-. Por eso necesitamos atrapar al agente antes de que pueda comenzar la introducción.
El volador tomó tierra y su rampa de aterrizaje se desplegó. Los cuatro humanos y dos vratix descendieron a la tierra marrón comprimida. Tres humanos, un twi’lek y un neimoidiano les observaron acercarse con expresiones de extrañeza.
-¿Qué es todo esto? –preguntó uno de los humanos, una mujer pequeña de cabello rubio.
-Sí –dijo el neimoidiano-. ¿Por qué nos hacen perder el tiempo?
-¿Y por qué las tropas de seguridad? –dijo un segundo humano, un hombre de cabello castaño claro como la arena-. No somos criminales.
-Lamentamos por las molestias –dijo Uldir-, pero es necesario. Y no tomará mucho tiempo. ¿Klin-Fa? ¿Bey?
Los dos Jedi asintieron y dieron un paso adelante.
-¿En serio? –dijo el neimoidiano-. ¿Ni siquiera nos merecemos una explicación?
Xeshen Kra agitó sus manos.
-Estos Jedi creen que el bacta está amenazado. Todo será explicado a su debido tiempo.
-Él no está aquí –dijo Klin-Fa, señalando al hombre que acababa de hablar.
Antes de que las palabras terminaran de salir de su boca, el hombre ya estaba en movimiento, saltando directamente a la garganta de Uldir, gritando algo en el tristemente familiar idioma yuuzhan vong.
Era rápido. Vega fue más rápida. Su rifle bláster apareció y lanzó un disparo. El atacante de Uldir gimió y se tambaleó al recibir un impacto en el esternón, pero no se detuvo. Uldir levantó las manos para defenderse y trató de retroceder, pero chocó contra Xeshen Kra. Un puñetazo chocó contra sus brazos y pasó más allá, golpeándole con fuerza en el lateral de la mandíbula. Entonces las manos estuvieron sobre su cabeza, y sentía como su cuello se retorcía. Vagamente pudo escuchar el siseo de un sable de luz al encenderse, y quedó súbitamente libre cuando las manos –y los brazos a los que estaban unidas- cayeron al suelo. Klin-Fa estaba allí de pie, en guardia con el sable de luz en la mano. El hombre –el yuuzhan vong, más bien- cayó de rodillas, mirando jadeante los muñones de sus brazos.
-Infieles –graznó-. Llegáis demasiado tarde. Las puertas de esta fortaleza ya se han debilitado. Nuestra flota la arrasará como las llamas de un incendio.
-¿Flota? –dijo Uldir-. ¿La flota que vimos en Yag’Dhul? ¿Se está preparando para un ataque a Thyferra? –Miró a Klin-Fa con el ceño fruncido-. ¿Entonces por qué enviarían a alguien para envenenar el bacta?
-La plaga del bacta es una iniciativa de los modeladores –dijo Klin-Fa-. Tal vez no conocían la invasión militar; son los guerreros quienes la habrán planeado. O tal vez es un plan de refuerzo, en caso de que la flota fuera derrotada en Yag’Dhul.
El yuuzhan vong arrodillado se derrumbó, superado finalmente por sus heridas.
-Espera –dijo Uldir-. Eso significa que este tipo no es...
-¿Dónde se ha metido Bey? –preguntó Vega.
-¿Qué? –Uldir miró a un lado y a otro, buscando.
-Oh, no. –dijo Klin-Fa-. Oh, no.
-Por todos los moffs –dijo Uldir. Es Bey, ¿verdad? Él es el agente.
-Yo... los vong deben de haberle hecho algo.
-¿Sospechabas que iba a pasar esto? –exclamó Vega.
-No... quiero decir, sabía que le pasaba algo raro. Se cerraba a mí. Pero a veces sentía...
-Algo oscuro –terminó Uldir-. Era él, no tú.
Ella cerró los ojos.
-Debe de ser cierto.
-¿Se me permite una pregunta? –preguntó Vega-. ¿Por qué seguimos hablando de esto?
-Tienes razón. Tenemos que encontrarle, y rápido.
-Los campos –dijo Klin-Fa-. No puede haber ido muy lejos.
-Separémonos –ordenó Uldir.
Klin-Fa ya había comenzado a correr a toda velocidad. Uldir eligió otra dirección, pero Vega le tiró de la manga.
-¿Todavía confías en ella? –preguntó-. ¿Qué pasa si acaba de ir a ayudarle?
-Entonces estamos en problemas muy graves –respondió Uldir-. Ahora ve. Y ten cuidado. Si él es lo que creo que es...
-Ya.
Vega salió corriendo a su vez.

***

Leaft se despertó de mal humor. Le dolía la cabeza, le picaba la nariz... ah, y tenía las extremidades pegadas a una pared con alguna especie de moco.
Gelatina bloorash, supuso, porque eso era lo que los yuuzhan vong usaban para retener a los cautivos, y claramente seguía en la nave yuuzhan vong.
¿Qué había ocurrido con el jefe y los demás? ¿Les habían capturado? ¿Le habían dejado abandonado aquí? Trató de romper la gelatina hasta que sus extremidades comenzaron a sufrir espasmos, y entonces trató de tranquilizarse. No era fácil, pero tenía que pensar.
Estaba en un coralita. Estaba cayendo en un agujero negro, y entonces algo atrapó el coralita, una fuerza que contrarrestaba el arrastre y tiraba de él... y luego nada.
Pero tampoco creía que este fuera el transporte de esclavos. Era otra nave; tal vez la misma contra la que Vook había estado luchando.
-¿Dónde estáis, cobardes? –gritó con toda la fuerza de sus pulmones-. ¿Dónde estáis, valientes yuuzhan vong? He matado a un millar de vosotros y jamás he visto todavía el rostro de ninguno... –hizo una pausa para tomar aire-... ¡porque siempre estáis huyendo en dirección contraria!
Y entonces forcejeó un poco más con la gelatina.
Al poco rato, alguien entró en la sala. Era yuuzhan vong, por supuesto. Un tatuaje negro en forma de telaraña cubría su rostro, centrado en los dos orificios que hacían las veces de nariz. Tenía las orejas cortadas formando tres lóbulos, y tenía tres agujeros en cada mejilla. Era alto y delgado, casi demasiado delgado para ser yuuzhan vong.
-Reza –creyó entenderle, en básico.
-No soy muy creyente –le informó Leaft-. Pero deberías seguir tu propio consejo y pedir a tus miserables y cobardes dioses que tengan piedad de ti, porque cuando logre liberarme de esta cosa...
El yuuzhan vong sonrió y levantó una especie de bastón. La cosa escupió en las muñecas y rodillas de Leaft, y el material que le sujetaba se disolvió de pronto. Con un aullido, Leaft saltó hacia el yuuzhan vong, preparándose para lanzar una poderosa patada.
Pero cuando sus manos y pies llegaron a su objetivo, el enemigo ya no estaba allí. Se había apartado, cegadoramente rápido. O, no, no estaba allí en absoluto. Leaft miró a un lado y a otro, resoplando furioso.
Entonces la pared le golpeó en la cabeza con tal fuerza que por un instante creyó que sus ojos llegaban a tocarse. Se tambaleó, y el yuuzhan vong volvía a estar ahí, agitando el bastón, y le golpeó en el diafragma dorsal dejándole sin aire en los pulmones. Una última patada le envió chocando contra el muro, donde toda clase de cosas parecieron romperse. Jadeando, Leaft trató débilmente de levantarse.
-Presa, no reza1, infiel –dijo el yuuzhan vong-. Eres mi presa, y nada más. Te he honrado dándote la oportunidad de atacarme. Claramente era mayor honor del que merecías.
Leaft trató de replicar, pero aún tenía problemas para respirar.
-Soy Tsaa Qalu, un cazador –continuó el yuuzhan vong-. ¿Comprendes? Te he seguido el rastro desde Wayland. Aún sigo rastreando al resto de tu grupo.
-¿Por qué?
-Levántate. Te lo mostraré.
-No puedo. Me has roto un brazo.
-Ah. ¿De verdad? –Se acercó un paso y señaló-. ¿Este?
-Sí.
Le dio una potente patada. Leaft gritó con lo que creyó que era un volumen adecuadamente alto. No le resultó demasiado difícil, ya que realmente estaba roto.
-Abraza el dolor, infiel, porque ya nunca conseguirás respirar sin él.
-Vete a comer mierda de mynock –sugirió Leaft.
-Ven.
El yuuzhan vong le agarró del brazo bueno y tiró de él como si estuviera hecho de briznas de pfith. Lo sacó de la celda y lo condujo por un pasillo, pasando frente a un par de muelles de coralitas, a través de una membrana retráctil a otra sala. Pasaron otra puerta más y entraron en lo que Leaft reconoció como el puente. Había otro yuuzhan vong sentado con una capucha cognitiva en la cabeza.
A través de una transparencia, Leaft podía ver la curva de un gran planeta verde-azulado.
-Tus compañeros de nido están ahí abajo –dijo Tsaa Qalu-. Entre ellos hay alguien que ha visto la sabiduría y la verdad de nuestro camino.
-¿Un traidor? ¿La chica?
El yuuzhan vong rechazó la pregunta golpeando el rostro de Leaft con el dorso de la mano. Le dolió, pero no era nada comparado con sus demás dolores.
-Estoy hablando yo, infiel. Él ha abrazado la Verdad. Los modeladores lo enviaron allí para hacer una cosa, algo que acelerará nuestra victoria. No sé qué. No me importa –gruñó, agarrándose las manos a la espalda-. Los modeladores no se han molestado en informarme de en qué consiste. Dos de vosotros invadieron nuestro territorio en Wayland. Yo os seguí, sintiendo una buena caza. Sólo cuando tenía vuestra nave en mis garras decidieron los modeladores contarme su plan, conscientes de que lo arruinaría si os mataba a todos. -Hizo una mueca-. Modeladores. No saben nada acerca del honor. Deberían haberme encargado a mí realizar esa tarea, pero prefieren trabajar en secreto, ocultar las cosas al resto de castas e incluso a otros modeladores para no tener que repartir los despojos de la batalla. Incluso muchos de ellos son herejes. -Se encogió de hombros-. Pero no importa, la caza ha comenzado. Simplemente he cambiado el momento en el que asestaré el golpe letal. Tenía que impedir que arrojaseis la nave de esclavos a la singularidad para que el agente de los modeladores no muriera.
-¿De qué estás hablando? –murmuró Leaft-. Fui yo quien salvó el transporte. –El brazo le dolía realmente demasiado. Estaba empezando a pensar que podía llegar a desmayarse.
-Casi fue un milagro –dijo Tsaa Qalu-. Yo os di el conocimiento. El agente de los modeladores tiene un pequeño villip implantado en el cráneo. A través de él, le dije lo que debía hacerse. Y aun así, casi fracasas.
Bajo ellos, el planeta parecía hacerse más grande.
-¿Y ahora qué? –preguntó Leaft con cautela.
-La tarea del agente está completa –dijo Tsaa Qalu-. Pero ha sido descubierto. Así pues, ahora mataré a todo el mundo que conoce el plan de los modeladores. De acuerdo con el agente, la mayor parte de ellos están todos en un lugar. No debería ser difícil rastrear a los que quedan. Estaremos allí en pocos instantes.
-Ja. ¿Tú y este tipo vais a vencer al jefe? No lo creo.
-No me enfrentaré a ellos cuerpo a cuerpo, aunque eso sería glorioso. No, debo ser efectivo y certero. Tengo armas que pueden neutralizar fácilmente a cualquier ser racional de la zona. No supondrá ningún problema.
-Te olvidas de una cosa –dijo Leaft.
-¿De qué?
-Que tendrás que matarme a mí primero.
E, ignorando el dolor, Leaft usó las tres extremidades que aún le funcionaban para saltar con todas sus fuerzas.

***

Uldir sintió algo en la Fuerza: Una sombra, pero una sombra familiar. Estaba seguro de que era la misma presencia oscura que ya había sentido anteriormente otras veces. Imaginó que si tuviera auténtico potencial Jedi, no sería tan intangible, sino como un cartel láser gigante indicando el camino. Pero tenía que conformarse con lo que tenía, que sólo era una vaga idea de la dirección a seguir. Bey podía estar a un metro de distancia, oculto en los matorrales, o a medio kilómetro de distancia.
¿Era Bey lo que sentía? El Jedi no había estado en Bonadan, ¿verdad? Bueno, tal vez sí estuviera. ¿Cuánto tiempo hacía que los yuuzhan vong le habían quebrantado?
Pero el único Jedi que sabía a ciencia cierta que había estado en Bonadan era Klin-Fa. ¿Y si Vega tenía razón? ¿Y si ambos se habían pasado al lado oscuro? Eso tenía algo de sentido; si los yuuzhan vong podían quebrar a uno de ellos, podrían haber quebrado a los dos.
Escuchó algo delante de él y avanzó todavía con más cautela. Pero ahora el sonido había desaparecido. Al igual que su sensación de la presencia oscura.
Entonces escuchó el zumbido de un sable de luz activándose, sólo a unos pasos de distancia. Se giró y vio a Klin-Fa, con una expresión sombría en su rostro. Su hoja se lanzó hacia él. Con un grito, se echó al suelo y rodó. Ella pasó de largo y su hoja atravesó los matorrales. Uldir se incorporó sobre una rodilla, sacó su bláster para apuntar...
...y vio al verdadero objetivo de Klin-Fa cuando su hoja ámbar chocó contra la carmesí de Bey con una lluvia de chispas. Bey debía de haber estado oculto a menos de un brazo de distancia de Uldir.
Tomó el comunicador con una mano mientras trataba de apuntar su bláster con la otra.
-Vega, le he encontrado. ¡Date prisa!
Klin-Fa era un remolino. Fragmentos de planta alazhi volaban por todas partes, y su hoja era un borrón danzante. Bey no parecía estar preocupado, bloqueando sus golpes con facilidad y golpeando a su vez en ataques que Klin-Fa sólo esquivaba por milésimas. Estuvo a tiro un instante, y Uldir disparó. El Jedi lo detuvo sin mirar siquiera hacia él, desviando el disparo que se perdió entre los matorrales, quemando sus hojas.
-Ya es demasiado tarde –les informó Bey-. Ya está hecho. Las esporas están en mí. Se liberan por mis poros. Ahora nos rodean a todos.
Klin-Fa retrocedió, poniéndose en guardia. Uldir pudo ver lágrimas resbalando por su rostro.
-¿Qué es lo que te hicieron, Bey? ¿Cómo te transformaron en... esto?
El Jedi pelirrojo rio.
-¿Crees que fueron los yuuzhan vong quienes me hicieron esto?
-Fuiste su prisionero...
Él sonrió con una mueca malvada.
-Nunca fui su prisionero. Tú sí.
-¿Qué quieres decir? Escapamos, y entonces...
-Todo era parte del plan –dijo-. Todo lo que ha ocurrido hasta ahora ha sido planeado.
-No lo entiendo.
-Bueno, yo no os entendía a ti y a Yabeley. ¿Qué veías en él? Yo era más fuerte, más listo. Él no te merecía.
-Yo le amaba.
-Y a mí no. Y en toda mi vida, eso es todo lo que he querido realmente. Y nunca lo tendré, ¿verdad? Así que voy a arreglar las cosas. Voy a arreglar las cosas ayudando a los yuuzhan vong a quemar todo esto, y luego tal vez también les mate a ellos. O tal vez les gobierne.
-Vaya –dijo Uldir-. Tienes una imagen mental de ti mismo de lo más asombrosa. Lástima que no tenga nada que ver con la realidad.
-No eres más que un insecto –dijo Bey con un suspiro. Movió la mano con aire casual, y un dolor penetrante se clavó entre los ojos de Uldir.
-¡No! –escuchó gritar a Klin-Fa. Ella saltó hacia Bey, lanzando un tajo hacia abajo. A través de la niebla de su dolor, Uldir vio cómo Bey bloqueaba el golpe, y entonces de algún modo el arma de Klin-Fa salió despedida dando vueltas por el aire. Ella jadeaba con dolor y se agarraba la mano derecha, a la que parecían faltarle varios dedos. Bey tenía el arma preparada para dar el golpe final. Klin-Fa relajó los hombros y le miró a los ojos.
-Hubo un tiempo en el que te admiraba, Bey –dijo-. Creía que eras el mejor de nosotros.
-Soy el mejor de vosotros –se burló él-. Adiós, Klin-Fa.
Uldir trató de tomar su bláster, pero no estaba cerca de su mano.
La hoja trazó un arco, y Uldir reprimió un grito de frustración, pero la hoja roja se alzó en un bloqueo, no en un ataque, y varios disparos de bláster salieron rebotados en ángulos extraños.
Vega.
Aprovechando esa distracción, Klin-Fa lanzó una patada giratoria hacia Bey. Impactó en él, y él se tambaleó, giró, y golpeó a Klin-Fa en la sien con el mango de su sable. Ella cayó. Uldir gruñó y se puso en pie, buscando su bláster, pero no podía verlo por ningún lado.
Pero a pocos metros de distancia se alzaba un fino hilillo de humo.
El sable de luz de Klin-Fa. Corrió hacia él.
Lo tomó en sus manos y se dio la vuelta a tiempo de ver cómo Vega caía bajo una lluvia de piedras y ramas impulsadas por la Fuerza. Los arbustos estaban en llamas, y respiró una bocanada de humo que le aturdió ligeramente, pero vio que Bey estaba levantando una vez más su arma sobre la caída Klin-Fa.
Nunca llegaría a tiempo. Hizo lo único que podía hacer: lanzó el sable de luz.
Observó como giraba sobre sí mismo en dirección a Bey. Bey levantó una mano y de pronto el sable cambió drásticamente de trayectoria, girando hacia arriba a la derecha. Bey comenzó a lanzar su golpe.
-¡No! –gritó Uldir.
El mango del sable de luz chocó contra un árbol, rebotó de forma extraña, y la hoja atravesó el cuerpo de Bey desde el hombro hasta la cadera. Se volvió, completamente incrédulo, para mirar por un instante a Uldir, antes de que su cuerpo cayera en dos pedazos.
Uldir se quedó de pie, inmóvil, durante veinte segundos, tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir. Luego corrió para ver la gravedad de las heridas de Klin-Fa y Vega.
Sobre ellos sonó un trueno, y miró hacia arriba. Era una nave de guerra Yuuzhan Vong, descendiendo como un meteorito.

***

Leaft habría aullado de satisfacción si no hubiera estado aullando de dolor. Tsaa Qalu se preparó para recibir el ataque, casi con aire casual, sabiendo cuál sería el resultado. Pero Leaft también lo sabía. Todo el mundo pensaba que los dugs eran estúpidos, cabezotas, emocionales... incapaces de aprender.
Pero aprendían bastante rápido. Su salto no iba dirigido hacia el cazador yuuzhan vong, sino al piloto, y con un único y brutal tirón le arrancó la capucha cognitiva de la cabeza y luego salió corriendo sin más, por la puerta por la que habían entrado. Tsaa Qalu estaba justo tras él, por supuesto, y le ganaba terreno, cuando de repente la nave se puso boca abajo. El yuuzhan vong, con su centro de gravedad grotescamente alto y sus estúpidas extremidades superiores, aterrizó de mala manera. Leaft, incluso con un miembro roto, todavía fue capaz de aterrizar mejor. Por supuesto, le dolió, y casi se desmaya de nuevo, pero logró ponerse en pie antes que Qalu, y mientras la nave continuaba dando sacudidas sin control, la postura cuadrúpeda y baja de Leaft le hizo ganar aún más terreno.
Lo suficiente para llegar a uno de los coralitas, cerrarlo con una orden en la capucha cognitiva, y ver cómo Tsaa Qalu golpeaba el casco con una frustración espantosa y patética. Cosa que no debería haber hecho. Si Tsaa Qalu hubiera empleado ese tiempo en llegar al otro coralita, sin duda habría podido controlar fácilmente un sistema que –después de todo- estaba creado para su química y su fisiología, no para la de un dug.
Pero antes de que Qalu pudiera pensar en ello, el coralita que Leaft había tomado prestado salió de su cápsula de atraque con una sacudida. Esta vez había lanzado el coralita a propósito.
El dug perdió poco tiempo tratando de tomar el control del Rebanador de Gaznates mientras dirigía su nave lejos de la nave mayor.
Una imagen mental del paisaje, acercándose rápidamente desde el punto de vista del Rebanador de Gaznates, se formó en el ojo de su mente, y el dug se permitió una sonrisa victoriosa. Observó desde su posición privilegiada a unos cientos de metros de distancia cómo la nave de Qalu dejaba una bonita cicatriz roja en la ladera de una montaña.

***

-Es agradable volver a oír su voz, Maestro Skywalker –dijo Uldir-. Felicidades por el nacimiento de su hijo.
-Gracias, Uldir –respondió el Maestro Skywalker-. ¿Cómo van las cosas por ahí?
-Los vratix pueden moverse realmente rápido cuando lo necesitan. Han quemado el campo y están usando voladores para rociar la zona circundante. Aún están en ello, aunque en el peor de los casos el virus sólo se habrá extendido medio kilómetro en ese tiempo. Tienen una muestra de la plaga para poder hacer pruebas, y parece que el peligro está contenido.
-Bien. Ha sido un buen trabajo, Uldir. Estoy orgulloso de ti y de tu equipo. Realmente has ido mucho más allá de lo que reclamaba el deber. Y la Fuerza te ha acompañado.
-Maestro, a propósito de la Fuerza. Sé que mi entrenamiento fue un fracaso...
-La Fuerza está contigo, Uldir –dijo Skywalker-. Sólo que tienes una relación peculiar con ella. No supe verlo cuando estuviste en la academia, aunque creo que el Maestro Ikrit sí lo entendió. Recientes... debates en el seno de los Jedi, y lo que me acabas de contar, me han obligado a reconsiderar las cosas.
-No lo entiendo.
-No controlas la fuerza, no. No la usas como una herramienta. De algún modo, no estás hecho de ese modo. Pero eres parte de la Fuerza viva de una forma que pocos Jedi jamás consiguen.
-No creo que yo tenga nada tan especial –dijo Uldir.
-Eso pensabas la primera vez que te conocí –dijo Skywalker-. Tenías una visión del universo centrada en ti mismo, sólo en ti mismo. Pero cambiaste. –Sonrió-. Y entonces fue cuando comenzó tu suerte, ¿no es cierto? Cuando te dejaste ir. Cuando abandonaste tus deseos y encontraste tu verdadero camino.
-Supongo. El Maestro Ikrit dijo algo parecido, justo antes de que me fuera de la academia.
-Era sabio –dijo Skywalker-. Ve a descansar con tu tripulación, ¿de acuerdo? Todavía quedan algunos mundos libres donde podéis relajaros.
-Lo haré.
-Que la Fuerza te acompañe, Uldir.
-Y a usted, Maestro.
Apagó el transmisor de hiperonda y volvió a la sala común, donde esperaban los demás.
Sonrió al ver a Leaft con el brazo aparatosamente entablillado.
El dug entrecerró los ojos.
-No irás a besarme de nuevo, ¿verdad?
-Debería. No sólo sigues vivo, sino que nos has salvado a todos.
-Esta vez vomitaré –advirtió Leaft-. ¿Necesito contarte lo que acabo de comer?
-No. –Se volvió hacia Vega-. Establece un rumbo hacia algún lugar relajante. Órdenes del Maestro Skywalker.
-De acuerdo, jefecillo.
Vook se aclaró la garganta.
-La plataforma de lanzamiento Hxil abandonada en el sistema Sluis Van podría estar bien. Tiene las torres aceleradoras pre-republicanas más hermosas...
-¿Una pieza de chatarra espacial sin aire? –gruñó Leaft-. ¿Qué clase de vacaciones son esas? Yo digo que vayamos a los casinos de Ciudad Nube. Eso sí es divertido.
-¿Jefecillo? –preguntó Vega.
-Tú decides, Vega –dijo-. Estás temporalmente al mando.
-Jefe...
-Lo siento, Vega. Yo también necesito un descanso.
Encontró a Klin-Fa sentada en la torreta artillera, con la mirada perdida en el espacio. Su mano vendada reposaba en sus rodillas.
-No fue culpa tuya –dijo Uldir.
-Lo fue, no lo fue... –dijo ella-. Sé que tengo que pasar página. Pero eran mis amigos. Los dos. Y ahora...
-Lo sé. –Le puso la mano en el brazo. Para su sorpresa, ella la tomó.
-Lo que estaba tratando de decirte antes... –dijo-. Antes de que supiera que Bey se había pasado al lado oscuro...
-Sé que sentías algo por él –dijo Uldir.
-Sí. Amistad. Pero sabía que mis sentimientos hacia Yabeley le habían hecho daño. No sabía hasta qué punto, pero lo sabía. No quería volver a hacerle daño tan pronto.
-¿A qué te refieres?
Ella se puso en pie y le miró a los ojos.
-¿Realmente eres tan tonto, Uldir Lochett?
-Bueno...
-Calla.
Le tapó la boca con la mano, y luego con sus labios. Se quedaron así durante un buen rato.


1 En inglés, se juega con la similitud entre pray (reza) y prey (presa). Si la intención original era realizar un juego de palabras, no he logrado encontrar nada parecido en castellano. Si la intención era dar a entender que el yuuzhan vong se equivoca al pronunciar un idioma que no es el suyo, obviamente la similitud fonética es mucho mayor en inglés. Sin embargo, no deja de existir cierta similitud entre reza y presa (la “r”, las vocales, el sonido “z” y “s” que muchos hispanohablantes tienden a igualar y confundir...) que puede justificar la confusión entre las dos palabras, ya sea por parte del yuuzhan vong al hablar, o por parte de Leaft al entenderle. Por eso, para dar más sentido a la escena, en el parlamento anterior del yuuzhan vong me he tomado la licencia de sustituir he said (dijo) por un ambiguo creyó entenderle. (N. del T.)

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