lunes, 23 de diciembre de 2013

Un bláster caliente llamado Amor (III)



El general Cracken hacía girar una y otra vez en sus manos a la pequeña figurita de Darth Vader.

-No resulta tan intimidante a escala 1/1000, ¿verdad?

Cabe daba vueltas por la oficina, irritado.

-No necesitamos a Amor, general.

El fantasma de una sonrisa asomó en los labios de Cracken.

-Venga. Todos necesitamos amor –dijo en voz baja el general.

Cabe estaba demasiado ocupado quejándose para captar el chiste.

-Esto es una pérdida de tiempo y efectivos en el momento menos oportuno.

Cracken levantó una ceja, examinando al comandante.

-¿De modo que crees que me estoy equivocando, Cabe?

El agente de la INR se detuvo por un instante.

-Con el debido respeto, general...

Cracken levantó una mano y sonrió.

-Puedes terminar ahí. Ninguna buena noticia comenzó nunca con esa frase. –Echó una mirada a Daniera, que estaba pacíficamente sentada y, hasta el momento, en silencio-. ¿Tú qué piensas?

-Amor es fastidioso, egoísta y completamente desprovisto de honor. –Cabe sonrió con suficiencia al ver confirmada su opinión, pero luego Daniera se quedó pensando un instante-. Pero también es inteligente, perceptivo, y tiene mucha experiencia.

Eso borró la sonrisa de Cabe y trajo otra a los labios de Cracken.

-Nos vendría bien su ayuda –continuó ella-, aunque no podemos contar con ella. Puede que esto recaiga enteramente sobre nuestros hombros.

Cracken asimiló sus palabras, reclinándose en su asiento mientras sus ojos regresaban a Cabe.

-¿Cómo van los preparativos para el Baile de Máscaras?

-Todo el equipamiento de seguridad interno está colocado. Los equipos de técnicos están colocando escáneres biológicos y de armamento en cada entrada. Aparte de la seguridad de uniforme, tendremos agentes de la INR camuflados. –Cabe meneó la cabeza con disgusto-. Sin embargo, sigo pensando que deberíamos cancelar completamente el evento. Es un riesgo demasiado elevado. Especialmente para la vida de la Jefe de Estado.

-La Nueva República tiene una firme política de no ceder a las amenazas. No nos humillaremos ante el terrorismo. –La voz de Cracken se suavizó un poco-. Además, Leia jamás accedería a cancelar el evento. La recaudación del Baile de Máscaras Maltesara proporciona fondos para cientos de obras de caridad. Es el evento social de Coruscant.

-Y el lugar perfecto para un asesinato –replicó Cabe.

-Nuestro trabajo consiste en asegurarnos de que eso no ocurra. –El general tendió la figurita de vuelta a Daniera-. Mira a ver qué puedes descubrir en el Vórtice... pero ten mucho cuidado.

-Siempre –sonrió Daniera.

-Quisiera ir con ella –dijo Cabe.

-Negativo, comandante. Tú y yo vamos a supervisar personalmente los últimos preparativos de seguridad en el Gran Salón de Baile del Palacio. –Cracken se puso en pie y condujo a la puerta a sus agentes de la INR subordinados-. Cada uno de nosotros tiene una misión que realizar.



***



Daniera se envolvió en la capa mientras caminaba por el pasillo sombrío. Las lumas que asomaban desordenadamente por el pasillo ofrecían cierta iluminación, al menos las pocas que aún funcionaban. Al principio le costó creer que un establecimiento tan exclusivo pudiera encontrarse en semejante lugar, pero por lo que había descubierto recientemente sobre la clientela del Vórtice Oscuro, puede que no fuera tan extraño después de todo.

No muy alejado, ni por ubicación ni por espíritu, del legendario Inframundo de Coruscant, el Vórtice atendía a los peces gordos del elemento criminal del planeta. Se rumoreaba que en club podía comprarse o venderse cualquier cosa, incluyendo seres y personas. Por supuesto, no todos los parroquianos podían ser relacionados directamente con el crimen organizado; muchos de ellos eran simplemente el típico rico y poderoso que pensaba que era emocionante mezclarse codo con codo con el peligro.

Daniera miró con el ceño fruncido el gastado pasillo, lleno de hidrotuberías con fugas, muros cubiertos de hongos, y los desconchados paneles del suelo cubiertos por una especie de fango marrón que sólo el Creador podía saber qué era. Ella estaba segura de que no tenía la menor intención de mezclar sus codos con nada del entorno inmediato.

Su avance fue detenido por una gran puerta blindada de ónice en buen estado. Puntos blancos cubrían el exterior de ébano, dando la impresión general de un cielo estrellado.

La puerta lisa no tenía ningún panel de apertura a la puerta, ni siquiera un pomo o nada similar, ya puestos. Daniera recorrió la superficie con una mano enguantada, pero no pudo detectar ninguna agarradera, palanca o cualquier otro tipo de mecanismo oculto.

De pronto se le ocurrió una idea y se llevó la mano a un bolsillo. Después de unos instantes de rebuscar en el interior, se dio cuenta de que lo que estaba buscando había desaparecido.

Daniera maldijo para sí y pegó un bote, sobresaltada, cuando una suave voz surgió de las sombras.

-¿Buscas esto? –preguntó la voz.

El cañón del bláster de bolsillo de Daniera estuvo en menos de un segundo presionando bajo la mandíbula del hombre.

-Sal a la luz –ordenó-. Ya.

Sonriendo, Amor hizo lo que se le ordenaba.

-Oooh. No hay nada como una mujer con dotes de mando.

Daniera guardó su arma, con los ojos brillando con una feroz mezcla de rabia y alivio.

-¿Qué haces aquí?

-Evaluar el talento –dijo Amor-. Has aprobado. –Le tendió la estatuilla de Darth Vader.

-Así que el gran M’Kyas Amor también es un carterista consumado.

-Hay muchos, muchos talentos en los que destaco.

-¿Cómo merodear en las sombras?

Amor mostró la mejor de sus sonrisas.

-Me gradué en acecho el primero de mi promoción.

Ella casi sonrió, pero simplemente se volvió hacia la puerta. Con un rápido giro activó el sable de luz en miniatura. La diminuta hoja carmesí iluminó la puerta con su brillo fantasmal y... no ocurrió nada.

Con un gruñido de disgusto, Daniera se preparó para lanzar al hiperespacio el mini-Vader, pero Amor la detuvo poniéndole la mano en el brazo.

-Espera –susurró-. Mira.

Daniera se volvió a mirar la puerta y observó con asombro cómo una de las estrellas más grandes del campo estelar comenzaba de pronto a brillar en un color rojo a juego.

Cautelosa, levantó un dedo y pulsó el panel iluminado. La puerta retumbó y luego comenzó a ascender lentamente hacia el techo.

-Ya podemos entrar –dijo Daniera. Un pasillo tenuemente iluminado se extendía ante ellos perdiéndose en la oscuridad.

-Ten cuidado –advirtió Amor-. Y sé que es duro, pero deja que sea yo quien hable. Las mujeres sólo están un par de escalones por encima de los esclavos en este antro y las cosas pueden ponerse un poco feas.

Daniera hizo una pausa, entrecerrando los ojos hasta que se convirtieron en simples ranuras.

-Así que ya has estado aquí antes, ¿eh?

-Sí, pero no por placer. Uno de mis conocidos es el dueño del lugar.

-¿Entonces sabías desde el principio cómo entrar?

Amor simplemente le sonrió y luego entraron al Vórtice.



***



Daniera aún estaba refunfuñando cuando entraron en una sala de recepción circular. Un gran atril negro era el único mueble de la sombría habitación, aunque una docena de cortinas aterciopeladas conducían a lugares desconocidos.

Un twi’lek de aspecto grasiento vestido con una cara capa negra permanecía tras el atril, examinando a Daniera con una mirada voraz.

Daniera se inclinó para susurrar.

-¿Es cosa mía, o parece que abundan los sirvientes babosos de esta especie?

Amor sonrió y añadió en voz alta.

-Cada pequeño twi’lek sueña en crecer y convertirse en el mayordomo de algún sórdido mercader galáctico. ¿No es cierto, Vab?

-Amor, no tengo palabras para expresar lo mucho que me alegro de verte –gruñó Vab D’Buula-. Porque no me alegro en absoluto. –El twi’lek volvió su hambrienta mirada a Daniera, dejando que asomasen sus incisivos amarillentos y su lengua pustulosa-. Aunque ha sido extremadamente amable por tu parte traerme el postre.

Daniera se encogió apartándose del espantoso encargado, pero Amor avanzó hasta apoyar los codos en el atril.

-Lo único que vas a saborear son tus propias colas craneales a menos que me digas detrás de qué cortina se está escondiendo esa babosa espacial de Mah-Luu.

Sin dejarse impresionar, Vab se irguió en toda su estatura.

-¿Tienes una cita para ver al amo?

-Claro –dijo Amor echando mano al interior de su abrigo-. Aquí está.

Vab se encontró mirando al muy grande cañón de la muy, muy pesada pistola bláster de Amor. Amor presionó ligeramente el gatillo, causando que el arma sobredimensionada emitiera un intimidante zumbido mientras se cargaba para disparar.

Vab sólo tuvo que considerar la oferta por un microsegundo.

-Cortina número tres. Tercera puerta a tu derecha.

Amor sonrió, y mientras pasaba a su lado dio al twi’lek una amistosa palmada en el hombro, haciendo que el encargado se estremeciera visiblemente.

Daniera se unió a Amor mientras este apartaba a un lado la tercera cortina.

-Eso ha estado bastante bien. Recuérdame que no juegue contigo al sabacc, nunca sabría cuándo te estás echando un farol.

-No era un farol. -Señaló a Vab con la cabeza-. La última vez se pasó tres semanas en un tanque de bacta.

-No puedo creerte.

-Tienes que hacer lo que sea necesario para terminar tu trabajo -dijo, poniéndole una mano en el hombro, que ella inmediatamente se quitó de encima-. Escucha, chica. Las cosas van a ponerse intensas ahí dentro –dijo, señalando con la cabeza la puerta en el pasillo delante de ellos-. A Luu-Mah “Termal” Mah-Luu le gusta mantener a sus invitados en tensión.

Después de comprobar el paquete bláster, Amor finalmente volvió a deslizar el arma en su funda.

-Aunque no quisiera parecer maleducado...

Mientras avanzaban por el pasillo, Daniera preguntó:

-En el nombre de Byss, ¿qué es ese cañón que llevas?

-Bueno, además de tener capacidades olfativas y auditivas asombrosas, nosotros los latarzianos también somos unos maestros armeros tremendamente hábiles. Nuestras armas preferidas son más que simples pistolas, son declaraciones de quiénes somos. –Volvió la mirada hacia ella, un poco avergonzado-. Pero no te aburriré con nuestras pequeñas y tontas costumbres. –Hizo una gran pausa, y luego le tendió el arma como un cadete ofreciendo su arma para la inspección-. La base es una pistola bláster pesada Calban Modelo X, con un visor bláster lateral añadido, un patrón galven mejorado, ajuste de la válvula del conversor de energía, y media docena de pequeñas modificaciones más que poca gente conoce.

Daniera dio vueltas a la pesada arma en sus manos, asintiendo con apreciación.

-Es asombrosa.

Amor estaba radiante como un padre orgulloso.

-Estoy pensando en añadirle un cerebro droide y un vocabulador.

Ella se la devolvió.

-¿Una pistola parlante?

-Sí –dijo mientras enfundaba el bláster-. Chula, ¿eh?

Daniera sólo pudo menear la cabeza.

-Bueno. Ya sabes lo que dicen... Una gran arma trata de compensar...

-...Los problemas para acabar con tu objetivo –completó Amor justo cuando llegaban a la puerta correcta. Acercó la mano al panel de control, pero ella le detuvo súbitamente.

-Espera un momento. –Daniera entrecerró sus ojos hasta que sólo fueron rendijas-. ¿Por qué le llaman “Termal”?

-Oh. Ya lo verás.

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