viernes, 11 de octubre de 2013

Recompensa Carmesí (y IV)

 
A bordo del Facetado, Thune envió a U-THR a la cabina para preparar la nave para el despegue. Sujetó a Prash a una silla cerca de la estación técnica y ató a Carmesí al tablero de juego. Tecleando en el panel de comunicaciones, mantuvo un ojo vigilante sobre sus prisioneros.
Carmesí maldijo su propia estupidez. ¿Cómo podría salir de ese lío? Un gemido le dijo que Prash estaba despierto. Tosiendo, tomó consciencia de dónde se encontraba, mirando primero a Thune y luego al bláster junto a ella. Finalmente, se volvió hacia Carmesí, atravesándola con una mirada envenenada que le hizo palidecer.
-¿Por qué? –preguntó él.
Carmesí simplemente se le quedó mirando, incapaz de encontrar palabras.
-¿Qué queréis de mí?
-Lo siento –dijo Carmesí, agobiada por la culpa.
-Oh, parad con ese maldito melodrama –les ladró Thune-. Os necesito a ambos vivos para recibir mi paga, pero eso no significa que tengáis que mantener todos los miembros intactos. Así que callaos.
Prash miró de una mujer a la otra.
-Pensé que vosotras dos erais...
Thune soltó una carcajada.
Él se volvió hacia Carmesí.
-¿Entonces por qué matasteis a Beidlo y Skurvis?
-Pensaba que estabas reteniendo a mi compañero –tartamudeó ella-. Lo siento.
Él no dijo nada, simplemente la miró, confuso y enfadado.
El sonido de otra nave aterrizando cerca resultó bienvenido; cualquier cosa servía para distraer a Carmesí de los sentimientos de culpa que invadían sus pensamientos.
-¡Muévete, Roja! –gruñó Thune-. Es hora de colocar la alfombra de bienvenida.
Thune escoltó a Carmesí a la base de la rampa de acceso del Facetado, extendida hasta el suelo. Calculó sus probabilidades de escapar, pero las esposas de sus muñecas y el bláster en la nuca le hicieron pensárselo dos veces.
Se abrió la escotilla del ala-Y. Un gank saltó fuera de la cabina y se volvió hacia el pasajero del asiento trasero. ¡Kaj! Hubo un breve forcejeo en la cabina, luego el gank ató las manos de Kaj a su espalda y el forcejeo se detuvo. Levantó en vilo a Kaj de su asiento y lo arrojó al pavimento. Kaj gruñó, con sangre manando de un corte que le cruzaba la frente. A Carmesí le dolía verle así, pero no había nada que pudiera hacer.
-Tráelo a bordo –dijo Thune, tirando de Carmesí de vuelta a la nave-. No quiero atraer la atención.
El gank obedeció en silencio, poniendo a Kaj en pie y haciéndole subir la rampa a empujones. Una vez dentro, Kaj se detuvo en seco y se quedó boquiabierto.
-¡Carmesí! ¿Qué dem...? ¡Maldición! ¿También te han atrapado?
Entes de poder responder, el gank volvió a golpearle, haciéndole caer sobre una rodilla. Usando la caída en su provecho, Kaj empujó las piernas del gank, haciéndole perder el equilibrio y enviándole rodando rampa abajo. Thune apuntó a Kaj con su bláster, pero Carmesí se revolvió, con sus puños atados, y le asestó un fuerte puñetazo. Con un agudo grito y el sonido de una costilla rota, Thune se dobló sobre sí misma, y su disparo hizo añicos un monitor en una lluvia de chispas. Kaj se puso en pie de un salto y se lanzó hacia ella, tirándola sobre la cubierta y agarrando su bláster.
Carmesí corrió a su lado y él rompió sus ataduras con el bláster. Ella hizo lo mismo por él, y luego se volvió hacia Thune, con voz temblorosa por la ira.
-Ahora, cazarrecompensas... ¡creo que voy a acceder a los bancos de memoria de Uthre y a averiguar a cuánta gente has vendido! Tal vez te venda a los supervivientes de las víctimas... ¡pedazo a pedazo!
Thune la miró dolorida.
-No eres diferente a mí, Durasha. Mataste a ese rebelde a sangre fría porque pensaste que eso te devolvería a tu querido amante. Él se interponía en tu objetivo, y lo asesinaste. Igual que yo habría hecho. Tú, yo, Lang... –hizo una pausa, regodeándose en la sorpresa que mostraba el rostro de Carmesí-... ¡sí, incluso tu viejo amigo el teniente Lang ofreció cinco mil créditos adicionales a la recompensa imperial por tu cabeza! En el fondo, todos somos iguales. Así que olvida esa superioridad moral.
La culpa invadió a Carmesí, mezclada con la rabia por la verdad en las palabras de Thune. Agarrando el bláster que sostenía Kaj, lo alzó sobre su cabeza como si fuera a golpear con él la cabeza de la cazadora...
...Y al instante siguiente rodaba por el suelo, agarrándose la mano quemada y dejando caer el pedazo de chatarra medio fundido.
El gank, de quien se habían olvidado durante la lucha, estaba de pie en la puerta, apuntando con un bláster a los contrabandistas.
-Apartaos de la capitana Thune. No os lo diré dos veces.
Maldiciendo, Kaj se puso en pie. Pero cuando Carmesí se levantó, sacó su propio bláster de la chaqueta de Thune y abrió fuego, abriendo un agujero en la placa facial del gank. Cayó al suelo con un filtrado grito de agonía.
Kaj levantó a Thune.
-Arriba, señora. Estoy pensando seriamente en retorcerte el pescuezo ahora mismo.
-Kaj, espera. –Carmesí detuvo su brazo.
Kaj la miró con fiereza.
-Esta escoria casi nos vende por dinero, Carmesí... ¿Tienes una idea de lo que Bwahl me habría hecho? ¿Sabes lo que el Imperio hace a los traidores? Merece morir... ¡estabas dispuesta a matarla tú misma hace un momento!
-Lo sé, pero ya ha habido suficientes muertes. No quiero seguir formando parte de ello.
Cruzaron las miradas por un instante, luego Kaj frunció el ceño y se volvió a Thune.
-Muy bien, cazarrecompensas, hoy vivirás, pero no hagas planes a largo plazo. Ahora, ¡en marcha!
Thune le lanzó una mirada asesina cuando él la empujó hacia la cabina. Kaj volvió la mirada a Carmesí.
-Escuché hablar al gank; sus colegas estarán aquí en cualquier momento. Atémosla y salgamos de aquí en ese ala-Y.
-Eso no funcionará, Kaj. Somos demasiados. Necesitamos el Facetado.
-No vais a llevaros mi nave...
-Silencio, Thune, o cambiaré de opinión con respecto a dejarte fuera de servicio permanentemente –dijo Kaj.
Carmesí se volvió de golpe y les condujo al interior de la nave, hacia la estación técnica. Kaj vio al otro prisionero atado de Thune y alzó una ceja.
-¿Quién es? –preguntó.
-Un aliado –dijo Carmesí, desatando a un confuso Prash-. Treytis Prash, Kaj Nedmak. –Los dos hombres se saludaron incómodamente con una inclinación de cabeza-. Escucha, Prash, tanto si quieres creerlo como si no, estamos en el mismo bando. Kaj y yo estábamos... estábamos pensando en trabajar para vosotros, los rebeldes. Ven con nosotros. –Le tendió la mano.
Prash se la quedó mirando fijamente, y luego pasó de largo a su lado, ignorando la mano.
-Muy bien, en marcha. Podéis empezar terminando lo que Beidlo había comenzado; entregar un cargamento de rifles bláster a una base rebelde. Después de eso... ya veremos.
-Prash –preguntó Kaj-, ¿te importaría echarle un ojo a Thune hasta que saquemos esta nave de aquí?
-En absoluto, será un placer –respondió Prash, tomando el bláster de la mano extendida de Kaj.
Kaj y Carmesí cruzaron sus miradas. Ella sonrió, inclinando levemente la cabeza, y ambos se volvieron para dirigirse a la cabina. Pero antes de que alcanzaran el pasillo, Thune sacó una navaja y la lanzó con fuerza al pecho de Kaj. Él dejó escapar un jadeo, mirando sorprendido la gruesa empuñadura metálica que sobresalía de su cuerpo.
-¡Kaj!
Thune trató de alcanzar el bláster de Prash, pero Kaj reunió las fuerzas suficientes para lanzarse contra ella. Los tres cayeron al suelo.
-¡Carmesí, huye! –exclamó Kaj.
Estaba congelada en su sitio, sin querer abandonarle.
-¡Vete! ¡Yo no voy a lograrlo, Roja! –Kaj tosió sangre, y luego miró las manchas de color escarlata en su túnica. Con dificultad, logró soltar una risita-. En realidad... parece que voy... a dejar la nave, Roja... –Thune lanzó un fuerte puñetazo a su mandíbula. Él se encorvó, sujetándola contra la cubierta, mientras Prash rodaba alejándose de ellos-. ¡Iros! ¡Marchaos! ¡Yo os cubro!
-¡No!
Kaj gritó a Prash.
-¡Sácala de aquí! –Prash vio el charco de sangre que rodeaba a Thune y Kaj y agarró el brazo de Carmesí.
-¡Vamos!
-No... –dijo, resistiéndose a su agarre.
-¡Vamos! –volvió a insistir, tirando con más fuerza.
-¡No! ¡Kaj! –Trató de liberarse del agarre de Prash, pero este le arrastró hasta el ala-Y estacionado. El motor aún estaba en marcha-. ¡Maldita sea, suéltame!
Un sonido familiar llenó el aire, y levantaron la vista para ver un Cazador de Cabezas en la distancia. La visión terminó con el ataque de histeria de Carmesí, y saltó al asiento delantero del caza.
Un grito tras ella, sin embargo, le dijo que Prash no lo había logrado.
Se volvió rápidamente para verle rodar torpemente por el suelo, con un agujero humeante en la espalda. Thune estaba de pie en la entrada, apuntando con su bláster a Carmesí. Eso significaba que Kaj estaba...
¡No! Gritó en su mente. ¡No otra vez! ¡Nunca más!
-Sal de esa nave, Durasha. –La voz de acero de Thune era inflexible.
Agachándose, Carmesí golpeó el botón de cierre de la escotilla y aceleró a fondo sin esperar siquiera a escuchar el chasquido de la carlinga al sellarse. Mientras salía disparada del espaciopuerto, abrió fuego sobre el Cazador de Cabezas. El piloto nunca supo quién le disparó el tiro letal.
Alzándose en los cielos, respiró profundamente. Aún no había acabado todo.
 
***
 
Un disparo del carguero de Thune sacudió el ala-Y.
¡No puedo creerlo! ¿Cómo me he metido en este lío...?
Empapada en sudor, Carmesí maldijo a su socio, a su afición por el juego, y a sus malditos planes.
Otro disparo pasó rozando al ala-Y.
Amistad. ¡Ja! ¿Por qué galaxias decidí que necesitaba salvarte el trasero, Kaj Nedmak? ¿Por qué?
-Si aún sigues vivo... –hizo una pausa lo bastante larga para arrojar su ala-Y en un barril picado, tratando desesperadamente de esquivar a Thune- ¡...te mataré yo misma!
El fuego láser trazaba arcos por el negro vacío del espacio profundo, momentáneamente invisible contra la silueta de Ord Simres antes de golpear el costado de estribor del caza. La nave se estremeció y Carmesí se dio cuenta de que el resultado de esa batalla no iba a su favor.
-Nunca te perdonaré esto, Kaj –dijo en voz baja. Guiando la nave en un giro de 180 grados, Carmesí bloqueó sus cañones láser en disparo continuo. Estableció el ala-Y en un curso de impacto, decidida a llevarse por delante a la mujer que había asegurado ser su amiga. En cuestión de segundos, todo habría terminado.
El Facetado llenaba el campo de visión, disparando sus armas. Destellos amarillos y verdes danzaban alrededor del ala-Y, creciendo en intensidad conforme los escudos cedían. Y entonces hubo un fogonazo en la cabina.
 
***
 
Estrellas...
Flotando...
Roja...
Brillante...
Luz estelar...
Roja...
Roja...
Luz estelar...
-¿Roja?
Carmesí abrió los ojos, desorientada. ¿Qué...? ¿Viva...? Pero...
Trató de incorporarse, e inmediatamente deseó no haberlo hecho, cuando un dolor cegador le obligó a recostarse de nuevo.
No sólo dolor... una mano... metálica... ¿Qué...?
Abrió los ojos y se encontró mirando al rostro perplejo de U-THR.
-¡Oh, gracias a las estrellas, ama Carmesí! ¡Está consciente!
Uthre... pero... eso significaba que estaba de nuevo a bordo del...
Se incorporó de golpe, ignorando el dolor mientras buscaba a Thune con la mirada. La cazarrecompensas estaba sentada en la estación técnica, de cara a una pantalla.
-Muy bien, Thune, yo... –Se detuvo cuando dos hechos peculiares atrajeron su atención.
En primer lugar, Thune parecía no advertir su presencia.
Y en segundo lugar, estaba atada a la silla.
-Roja...
Carmesí se volvió de golpe al escuchar la voz rasposa.
Allí, tumbado en una camilla gravitatoria portátil, atado y vendado, estaba Kaj Nedmak, Pálido y contusionado, su respiración eran ráfagas desiguales.
-¡Kaj! ¿Estás vivo? ¿Pero cómo?
-Yo... no esperaba estarlo... –tosió-, pero nuestro... amigo de metal verde aquí presente... tenía otros planes.
Uthre le posó suavemente una mano metálica en el hombro.
-Por favor, ama Carmesí, debe tumbarse. Esa explosión de la cabina la dejó inconsciente. Debe tomarse un tiempo de recuperación antes de hacer esfuerzos.
-¿Pero qué ha pasado? ¿Cómo he subido a bordo? ¿Por qué esta nave no ha quedado destruida?
-En serio, ama, no debe preocuparse ahora mismo de eso. Ahora...
-Uthre, necesito saberlo. Por favor.
El droide la miró, inclinando la cabeza a un lado.
-Muy bien, pero luego debe descansar.
-Trato hecho.
El droide explicó lo que había ocurrido. Después de que Carmesí escapara en el ala-Y, Thune había dejado a Kaj por muerto en la estación técnica del carguero, se dirigió a la cabina, y salió en persecución de la nave más pequeña. La batalla fue rápida, con el ala-Y superado sin remedio. Uthre, sentado en los controles del copiloto, casi cortocircuitó sus circuitos de empatía al ver a Thune tratar de matar al único humano que le había tratado como un igual desde la muerte de su anterior amo. Thune ordenó al droide que fuera a la esclusa para preparar un amarre remoto con el caza; ella planeaba mantener a Carmesí con vida, decidida a reclamar su recompensa. Al pasar junto a la estación técnica, Uthre dejó caer accidentalmente un bláster en dirección al malherido Kaj. Kaj consiguió reptar hasta la cabina y disparar a Thune. Y, por suerte, Carmesí se había desmayado antes de completar su intento de embestida. Kaj tomó los controles y apartó el Facetado fuera del alcance del caza mientras Uthre ataba a Thune. Tras realizar un amarre remoto entre las dos naves, Kaj trajo a Carmesí a bordo con la ayuda de Uthre.
Carmesí miró fijamente al droide, asombrada.
-¿Hiciste todo eso?
-Vaya, sí... cómo he dicho a menudo al ama Thune, mi programación primaria nunca ha sido cometer actos de violencia atroz, perseguir fugitivos, o colaborar en sus muertes. –Uthre hizo una pausa, y Carmesí habría jurado que un escalofrío recorrió el cuerpo del droide-. Resulta que mi programación es observar la práctica del protocolo, fomentar la comunicación adecuada y, por encima de todo, proporcionar soluciones pacíficas que aseguren la preservación de la vida racional. Actuar como cómplice del completamente abominable negocio del ama Thune estaba empezando a degradar mis subrutinas éticas.
Carmesí sonrió ante el discurso del droide, y Kaj soltó una breve y rasposa risita desde el otro lado de la sala.
-Uthre –tosió-, serías... un magnífico... contrabandista.
Carmesí le apoyó una mano en el hombro.
-En realidad, Uthre, creo que sería justo tu campo. No pienses en ello como contrabando sino más bien como... libre comercio.
-¿Libre comercio?
-Claro. No tendrías que hacer nada poco ético. Nada de violencia, nada de matar... tal vez algún encuentro ocasional con jefes de muelle conspiradores o con las Aduanas Imperiales.
-¿Aduanas Imperiales, ama?
Carmesí miró a Kaj y le hizo un guiño.
-Traficar armas para la Alianza Rebelde puede ser un poco peliagudo.
Kaj sonrió, asintiendo débilmente con la cabeza.
-Piensa en ello, Uthre –dijo Carmesí-. Pero, de momento, ¿qué tal si llevamos a tu antigua dueña a la bodega de carga? Nos desharemos de ella donde ya no pueda causar más problemas.
El droide salió de la sala, con su voz desvaneciéndose tras él.
-Realmente, no entiendo el comportamiento de la mayoría de los humanos...
Carmesí se acercó con dificultad junto a Kaj y se sentó en el borde de la camilla gravitatoria. Le agarró la mano.
-Veo que... has cambiado de opinión... sobre los rebeldes... según parece...
-He tenido algo de tiempo para pensar, Kaj. –Le apretó la mano con más fuerza y le sonrió. Débilmente, él le devolvió la sonrisa.
-Al menos... hemos conseguido... una nave nueva en el trato.
-Sí. –Carmesí miró el camarote a su alrededor-. Aunque necesita un nuevo nombre.
-¿Qué tal el Comprador Uwana?
-Nooo. Ya se ha usado. –Pensó por un instante y luego sonrió-. Lo tengo. El Luz Estelar Roja.
-¿Luz Estelar Roja? ¿Qué clase de nombre es ese?
-El adecuado.
Kaj miró escéptico a su socia, negándose a admitir que ese nombre podría funcionar.
-Algún día... Roja... uno de estos planes tuyos va... a salirte por la culata, y cuando ocurra... espero no estar allí... para verlo. –Una chispa de diversión asomó por la comisura de sus labios.
Ella se rio al escuchar sus propias palabras usadas en su contra.
-Bueno, entonces ya somos dos.

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