jueves, 10 de octubre de 2013

Recompensa Carmesí (III)

 
Claramente, el carguero YT-1300 Facetado había sido altamente modificado a lo largo de su vida. Equipamiento de aspecto precario cubría el exterior gris, algunos de ellos reconocibles como armas o sistemas sensores, y otros que Carmesí no pudo ni empezar a identificar. Demasiado agotada para preguntar por ello, siguió a la mujer alta al interior. Contrastando con el caótico exterior, el interior de la nave estaba inmaculado, excesivamente para tratarse de una nave propiedad de un carroñero. O de un contrabandista, pensó Carmesí, recordando lo “relajado” que Kaj y ella tendían a dejar el interior del Kajme.
Para sorpresa de Carmesí, Thune soltó una risita.
-Sí, esa es la reacción de casi todo el mundo... aunque no mucha gente llega a ver el interior de esta nave. Por suerte, tengo ayuda.
Como si eso hubiera sido una señal, un droide de tonalidad verdosa entró en el pasillo desde popa. Una variación del modelo estándar 3PO de relaciones cibernéticas-humanas, el droide era ligeramente más corpulento que su predecesor pero tenía la misma expresión de perplejidad perpetua que había divertido o fastidiado a tantos propietarios a lo largo de los años.
El droide alzó sus brazos metálicos.
-¡Oh, que los dioses me asistan! ¡Ama Thune, no tenía ni idea de que iba a traer visita! ¡Habría puesto orden! Oh, este desorden es completamente terrible. Realmente debería haberme informado de...
Thune interrumpió al droide.
-Uthre, esta es Carmesí. Va a volver al espaciopuerto con nosotros.
-¿Volver al espaciopuerto, ama Thune? Pero yo creía que...
-Cállate, Uthre, y ve a comprobar los amortiguadores aluviales.
-Pero yo...
-Ve.
Molesto, el droide obedeció, y su voz siguió escuchándose cada vez más amortiguada mientras se dirigía a la cabina.
-Cielos, realmente no sé cómo se espera que pueda trabajar eficientemente con tantos cambios de planes. Vaya, yo...
Thune meneó la cabeza mientras se quitaba la chaqueta y la funda del arma.
-A veces esa maldita máquina puede ser increíblemente molesta. Uno de estos días, voy a abandonarlo sin más en alguna parte.
Carmesí, que había conocido varios droides de protocolo en su vida, no pudo evitar reírse.
-Te compadezco. Yo nunca quise tener uno.
-Bueno, pese a ser un quejica, U-THR es un valioso recurso; tiene una asombrosa capacidad de almacenamiento de archivos y puede encontrar cualquier dato que necesite en un instante. Resulta útil en mi trabajo.
-¿Tu trabajo? Creí que eras una carroñ... quiero decir... –La tez de Carmesí se aproximó al color de su cabello-. Bueno, no pretendía ofender.
-No me ofende. Me dedico a veces al carroñeo, pero mi línea de trabajo principal es la distribución de bienes sin los impedimentos de ciertas partes interesadas, si entiendes a qué me refiero.
Carmesí parpadeó. Una contrabandista. Al igual que ella, Thune era una contrabandista.
-Sí... creo que sé a qué te refieres.
Thune la miró a los ojos.
-Tenía el presentimiento de que lo harías.
Carmesí mantuvo su mirada, calculando cuánto contarle a esta mujer que acababa de conocer.
-¿Qué buscaban?
La pregunta directa de Thune la pilló con la guardia baja, y de pronto sintió una tremendamente fuerte necesidad de contarle a alguien –a quien fuese- lo que les había ocurrido a Kaj y a ella. Durante casi un cuarto de hora, le explicó su situación.
-Me da la impresión de que vuestro amigo Bwahl no compartía la visión de tu amigo de la situación –señaló Thune cuando Carmesí hubo terminado.
Suspirando, Carmesí recordó la discusión que habían dejado a medias acerca de traficar armas para los rebeldes.
-No, y no estoy segura de que yo lo hiciera tampoco, la mitad de las veces. No logro entender cómo me dejé convencer por ese cabeza de ronto para seguir adelante con su plan.
-Te das cuenta de que los cazarrecompensas lo han capturado, ¿verdad?
Carmesí apartó la mirada.
-Sí, eso supuse. Bwahl dijo que pronto tendríamos su respuesta... supongo que ya la hemos recibido. –Apoyó la cabeza en sus manos. Kaj... pedazo de idiota.
-Puedo ayudarte a recuperarle.
Eso hizo que la cabeza de Carmesí se levantase de golpe.
-¿Cómo? No hay forma de saber quién lo tiene, o a dónde lo han llevado.
-Ya te he hablado de mi valioso recurso. –Thune pulsó un interruptor de intercomunicador-. Uthre, te necesito aquí.
-Ya voy, ama Thune, yo... –La alegre voz del droide quedó interrumpida cuando ella cortó el contacto.
-No puedo pagarte. Te he dado mis últimos créditos.
Thune simplemente meneó la cabeza.
-No te preocupes por eso... pareces bastante mañosa. Puedes trabajar para pagarlo.
Sin ninguna otra opción, Carmesí aceptó los términos.
Un momento después, el droide entró.
-¿Cómo puedo ayudarle?
-Uthre, parece que el socio de nuestra amiga ha sido capturado por cazarrecompensas...
-Oh, cielos, eso es atroz, es...
-Silencio. Necesito que accedas a nuestra base de datos y busques cazarrecompensas conocidos por trabajar en este sector. –Se volvió hacia Carmesí-. A través de varios contactos, hemos sido capaces de rastrear los esfuerzos de varios buscadores de recompensas, pero no de todos ellos. Puede que esto no nos diga nada, pero merece la pena intentarlo.
-Gracias. –Carmesí escuchó cuando el droide comenzó inmediatamente a recitar los datos.
-Skorr, Gribbet, Giles Durane, Valance, Cypher Bos...
-Uthre. La mayoría de ellos están muertos. ¿De qué me sirve una lista de cazarrecompensas muertos?
-Oh, lo lamento terriblemente, ama. Por supuesto, limitaré mis parámetros de búsqueda a aquellos que sigan en activo buscando recompensas.
-Gracias –respondió Thune con aire cansado.
-Oh, de nada, ama –respondió complacido el droide, y luego procedió a enumerar otros diecisiete nombres, ninguno de los cuales había sido visto cerca de Ord Mantell en el último mes.
Carmesí se hundía cada vez más en su asiento con cada nombre que era descartado.
-Bueno, eso no ha sido de mucha ayuda.
Thune se volvió hacia ella y alzó una ceja.
-Al contrario, nos ha permitido descartar muchos de los jugadores más importantes: Fett, Nataz, Goa, Dengar. Ahora que sabemos quién no es, es hora de descubrir quién es.
 
***
 
Carmesí examinó a su oponente, entrecerrando sus ojos verde esmeralda.
-Tú mueves.
U-THR estudió el holotablero de juego, inclinando la cabeza de un lado a otro, con la mano bajo su barbilla metálica, recorriendo su “mandíbula” con el pulgar; si Carmesí no supiera que no era así, casi habría imaginado que el droide era más humano que mecánico.
-Debo decir, ama Carmesí, que es una jugadora de lo más hábil. No he tenido la oportunidad de jugar contra nadie de su talla desde antes que la ama Thune me adquiriera.
-¿Thune no juega a holojuegos? –preguntó Carmesí.
-Oh, no. La ama Thune prefiere el sabacc.
Carmesí soltó una risita.
-Se llevaría bien con Kaj.
-¿Quién se llevaría bien con Kaj? –preguntó Thune, entrando a la cabina central del Facetado.
-Estábamos hablando de ti y el sabacc.
Thune frunció los labios, pensativa. Por un momento, Carmesí habría jurado poder detectar un atisbo de preocupación, o tal vez empatía.
-¿Tú y Kaj estabais muy unidos?
Carmesí bajó la mirada al tablero de juego. No estaba segura de lo que sentía por Kaj. Desde luego, ahí había algo, no podía negarlo. ¿Estaba dispuesta a admitir que puede que lo viera como algo más que un simple socio de negocios? Él le gustaba... probablemente más de lo que debiera. Pero sus planes eran descabellados. Y su última idea de trabajar para la Alianza... ¿cómo podía arriesgarse a perder a alguien a quien amaba? Alzó la mirada, convirtiendo su rostro en una máscara de piedra.
-Llevamos... trabajando juntos mucho tiempo.
-No se preocupe, ama Carmesí –intervino U-THR-. La ama Thune es experta en rastrear gente; estoy seguro de que encontraremos a su amigo.
-¿Experta? –preguntó Carmesí, pasando la mirada del droide a Thune y luego de vuelta al droide.
-Desde luego –respondió Uthre-. Así es como llegué a estar a su servicio. Mi anterior amo, antes de su muerte a manos de...
-Uthre... ¡cállate! –gruñó Thune.
Carmesí sonrió. Típica contrabandista, poco dispuesta a dejar su pasado a la vista para que cualquiera pudiera verlo, especialmente cuando había negocios cuestionables involucrados. Lo entendía porque había sido su propio credo esos últimos dos años. Había tantas cosas que aún no había compartido con Kaj...
Thune miró con desdén al droide, y luego se volvió hacia Carmesí.
-Lamento interrumpir tu holojuego, pero tenemos un ligero cambio de planes. Nos dirigimos a Ord Simres.
-¿Has escuchado algo? –preguntó Carmesí.
-He estado hablando por el comunicador con un traficante de información colega mío en Ord Mantell. Hay una oportunidad de que tu socio haya sido capturado por un cazarrecompensas llamado Treytis Prash.
-Pero, ama Thune, Prash trabaja para...
-Silencio, Uthre –ladró Thune con voz desagradable. Volvió a mirar a Carmesí-. Prash fue visto por última vez en el SalvaCartas, un pub de moda en Ord Simres. Estaba fanfarroneando acerca de una recompensa que iba a obtener de vuestro colega Bwahl.
-¿Prash? ¡Tiene que ser el que se llevó a Kaj! –dijo Carmesí, esperanzada por primera vez en horas de poder volver a verle con vida.
-¿Querrías venir conmigo a la cabina?
-Claro –respondió Carmesí. Poniéndose en pie, estiró las piernas-. Uthre, tal vez podamos terminar esta partida más tarde.
-Eso sería ciertamente de lo más agradable, ama Carmesí.
-Thune, tal vez deba retirar lo que dije sobre los droides de protocolo. Uthre es un competidor bastante bueno. Hacía eones que no jugaba una partida de B’shingh tan entretenida.
-Vaya, gracias, ama Carmesí. He sido programado para varios niveles...
-Sí, muy bien –interrumpió Thune-. Uthre, comprueba los proyectores del escudo deflector trasero. Me están dando algunas lecturas extrañas.
-No lo entiendo –dijo Uthre. Caminando hacia la parte trasera de la nave, continuó murmurando para sí mismo-. Efectué una comprobación completa de sistemas después de corregir el problema con los amortiguadores aluviales. Parecían estar perfectamente en orden...
Thune puso los ojos en blanco.
-No es una unidad 3PO tan mala, Thune –dijo Carmesí mientras seguía a la otra mujer hasta la cabina-. Deberías tratarle con más... humanidad.
-Es sólo un droide, Carmesí, una herramienta. Yo soy la jefa. Él sólo hace lo que yo digo. No me gusta la cháchara inútil, y le hago callar cuando quiero.
-De acuerdo. –Carmesí se encogió de hombros y se sentó en el asiento del copiloto. Por el rabillo del ojo, vio las manos expertas de Thune manipular una docena de controles distintos en rápida sucesión. Buena piloto, pensó, casi tan buena como yo.
 
***
 
Cuarenta minutos después, las dos mujeres vigilaban el SalvaCartas en Ord Simres. ¿De moda? Carmesí rio entre dientes. Si esta era la idea de Thune de un local de moda, le encantaría ver qué es lo que consideraba cutre. Pero Carmesí tenía que admitir que el SalvaCartas tenía cuatro veces mejor aspecto  que los demás establecimientos que habían pasado de largo en su camino desde el cercano espaciopuerto.
-Thune –dijo Carmesí-, quiero volver a darte las gracias por ayudarme.
-Mis servicios no son gratuitos, ¿recuerdas? Accediste a trabajar para pagarme.
-Sí, lo sé. Pero...
-Ese es –dijo Thune-. Ese es Prash.
Carmesí estudió al caballero elegante que caminaba hacia la entrada de la cantina. Era un humano bien vestido, alto, de cabello negro y una buena planta musculosa... en absoluto el cazarrecompensas típico que hubiera visto o del que hubiera oído hablar. Sus dos compañeros tenían aspecto de guardaespaldas. Los ojos del rodiano capturaban cada movimiento que hubiera en las calles, con la mano posada ligeramente por encima de la empuñadura de su bláster enfundado, mientras que el krish era más obvio, blandiendo un rifle BlasTech Sharpshooter V totalmente ilegal con un amplio movimiento de barrido.
Prash y sus amigos desaparecieron en el interior del pub.
-Vamos –dijo Thune.
-¿Estás segura de querer hacer esto? –preguntó Carmesí cuando Thune comenzó a cruzar la calle.
-Sí, estoy segura –respondió Thune en ese tono impaciente que usaba tan a menudo con U-THR.
Meneando la cabeza, Carmesí dio varias largas zancadas por la escasamente iluminada avenida y la alcanzó.
-Supongo que no podremos solucionar esto hablando –dijo mientras aminoraban su paso a una tranquila marcha.
-Me temo que tendrá que ser rápido y sucio –respondió Thune en voz baja-. Esos dos guardaespaldas no serán muy dados a hablar. Ocupémonos de ellos primero, y luego podremos hablar amablemente con Prash.
Carmesí asintió con aire sombrío mientras entraban en el pub. Todos los ojos del lugar estaban clavados en el escenario, donde una curvilínea mujer y sus coristas cantaban melódicamente. Thune encendió su comunicador tratando de no hacer ruido, susurró algunas palabas en él, y luego lo apagó. Sacó su bláster, señalando con la cabeza hacia una mesa cerca del fondo de la sala. Carmesí agarró con fuerza su propio DL-44 y caminó junto a Thune.
El krish las vio primero. Mientras levantaba su rifle bláster, Thune abrió fuego, matándolo en el acto. El disparo de Carmesí medio segundo después abatió al rodiano. Prash se quedó mirando fijamente a las dos mujeres, con una mezcla de rabia y sorpresa en su rostro. Era demasiado listo como para intentar sacar su propia arma.
-¿Dónde está Kaj? –dijo Carmesí casi gritando.
Prash frunció el ceño.
-¿Quién? –dijo.
-Kaj Nedmak, el piloto que tus cazarrecompensas capturaron.
-No sé de qué me estás hablando –dijo Prash, mostrando más indignación en su voz con cada palabra-. Nunca he oído hablar de nadie llamado Kaj. No tengo ningún cazarrecompensas. Y si alguien está hoy de caza, ¡diría que sois vosotras!
-¡Silencio! –ladró Thune-. Comprueba la sala, Carmesí. Yo vigilaré a este.
De pronto, Prash se lanzó contra Carmesí, haciendo que el bláster se le cayera de las manos. Sonó un disparo. Prash se derrumbó en el suelo a los pies de Carmesí. Carmesí miró fijamente a Thune.
-¿Por qué lo has matado? ¡Ahora nunca encontraremos a Kaj!
Thune meneó la cabeza y se rio.
-Eres demasiado ingenua para ser contrabandista, Roja –dijo, inclinándose para recoger el bláster de Carmesí-. Además, no está muerto.
-¿Qué? –gritó Carmesí, confusa y enfurecida por la actitud de Thune.
-Agarra al tipo este por los brazos y ayúdame a llevarlo fuera –dijo Thune. Su tono no era nada amable. Su comentario era una orden, lisa y llanamente-. Uthre ya debe de haber llegado con el deslizador.
-¿Qué está pasando, Thune? –preguntó Carmesí, con el corazón latiéndole con fuerza cuando vio su bláster desaparecer en los pliegues de la chaqueta de Thune.
-Acabas de ayudarme a capturar a uno de los principales traficantes de armas para la Alianza Rebelde. Hay tantas recompensas imperiales por la cabeza de Prash que podría vivir como el propio Emperador y no volver a trabajar un solo día de mi vida.
-Espera un momento. ¿Eres una cazarrecompensas? ¿Prash decía la verdad?
-Ya empiezas a entenderlo, Roja –gruñó Thune mientras cruzaban la puerta.
Fuera, dejaron caer el cuerpo de Prash y miraron la calle con impaciencia hasta que apareció U-THR en un OP-5 alquilado.
El droide salió rápidamente del deslizador terrestre.
-No he sido programado para este tipo de trabajo, ama Thune –se quejó Uthre mientras ayudaba a Carmesí a subir el cuerpo de Prash al vehículo-. Mi función primaria es...
-Tu función primaria será quedarte aquí en un montón de chatarra dentro de un instante, Uthre. Simplemente haz lo que te digo para que no acabes en pedazos.
-Por supuesto, ama Thune. No me estaba quejando por el trabajo, simplemente explicaba...
-¡Uthre!
-¿Sí?
-¡Hazlo y punto!
Carmesí trepó al deslizador junto al cuerpo inerte de Prash. Thune se sentó junto a U-THR, con la espalda pegada a la puerta. Su cuerpo estaba medio retorcido, y miraba a la parte trasera del vehículo, apuntando con su bláster a la cabeza de Carmesí.
-¿Por qué me apuntas con esa cosa?
-Porque sé algo sobre ti también. Algo sobre una antigua navegante de crucero que conspiró para liberar a un colaborador rebelde y atacó salvajemente a un oficial imperial. Oh, sí. Tú también tienes una bonita recompensa por tu cabeza, amiga mía.
-¿Lo supiste todo el tiempo?
Thune respondió con una carcajada.
-¿A dónde vamos? –preguntó Carmesí.
-Después de encontrarnos con mis hombres, voy a hacer una entrega a Bwahl el hutt.
-¿Vas a entregarme a Bwahl? –La mente de Carmesí pensaba a toda velocidad. Hacer un trato con Bwahl podría resultar más fácil que escapar de una prisión imperial-. No sabía que fuera tan popular –añadió con una sonrisa.
-No te des tanta importancia, Roja –escupió Thune-. A Bwahl no podrías importarle menos, pero estará bastante complacido de ver a tu amigo Kaj.
-¿Kaj? –Los ojos de Carmesí se iluminaron pese a la gravedad de su propia situación-. ¿Tienes a Kaj?
-Por supuesto. Algunos de mis “empleados” me lo han estado guardando. Sí, un viaje bastante provechoso para mí; obtengo la recompensa de Bwahl por Kaj, y luego os entrego a ti y a Prash al Imperio.
Cuando el deslizador terrestre se detuvo junto al Facetado, Prash gimió. Carmesí se preguntó si él se sentía tan mal como ella. ¿Cómo podía haber estado tan ciega? ¿Por qué había confiado en Thune tan rápidamente? ¿Para ayudar a un amigo? Amistad... eso es lo que había causado todos estos problemas desde el principio. Su vida entera había sido puesta del revés por culpa de la amistad.
Sin embargo, puestos a pensar en ello, no cambiaría nada.
De algún modo, de alguna manera, iba a rescatar a Kaj. O moriría en el intento.
 

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