lunes, 9 de septiembre de 2013

Un ídolo con buenas intenciones (III)


Disipándose en la atmósfera superior, la última capa delgada de niebla y humo se evaporó sobre los cielos nocturnos de Omman. A doce kilómetros del puerto estelar principal, en los terrenos de una instalación de reparaciones abandonada, treinta o más plataformas de vuelo exteriores estaban dispersas al azar entre hangares en ruinas, casetas exteriores y los restos desgarrados y corroídos de naves estelares antiguas dejadas en los muelles para chatarra. Por encima de los muelles de atraque vacíos y las plataformas fantasmales, las cinco lunas hermanas de Omman proyectaban un extraño brillo azul sobre los fantasmas encantados de la chatarrería y el casco del Inquebrantable.
Padija miró con desánimo las lejanas luces de la capital y frunció el ceño. Desde lo alto del Inquebrantable tenían una clara vista de las estructuras más elevadas de la ciudad, incluyendo el puerto estelar. Un frenesí de actividad abarcaba los cielos nocturnos sobre el puerto y la Estación de Potencia Meril adosada.
-¿Alguna vez has visto algo como esto? –preguntó con aire distraído.
-¿Como qué?
-Las lunas, tonto –respondió ella, mirando el deslumbrante brillo del puerto y el telón de fondo de las lunas de Omman en la distancia.
Tumbado contra el disco de comunicaciones, Drake se estiró en toda su estatura.
-Nada parecido en cien o más años luz a la redonda.
Padija tomó una profunda bocanada de aire y la soltó lentamente.
-¿Crees que los imperiales vendrán a buscarnos aquí?
-Dudo que lleguen tan lejos. El Imperio es conocido por su cerrazón de miras. Concentrarán sus tropas y naves en el puerto estelar, esperando que tratemos de colarnos de vuelta a la ciudad y luego al puerto. –Drake siguió la mirada de la joven hacia las luces de la capital de Omman, sintiendo su ansiedad y su necesidad de distracción-. ¿Qué tal está el viejo?
-Ahora duerme plácidamente. Nikaede se ha ofrecido para cuidar de él en mi lugar. –Volvió la cabeza ligeramente tratando de ocultar la lágrima que se deslizaba por su mejilla-. Necesitaba tomar un poco de aire fresco.
Después de un momento, esbozó una ligera sonrisa.
-Auh –susurró, notando la decoloración alrededor del ojo del socorrano-. ¿Te hiciste eso al caer de la moto deslizadora? Te dije que esas cosas eran peligrosas. Deja que te mire eso. –Tomó la vara luminosa del cinturón de Drake y cubrió la luz con su mano para evitar ser descubiertos.
Entrecerrando los ojos por el súbito resplandor, Drake se encogió de dolor bajo el suave tanteo de sus dedos. Casi una cabeza más alto que ella, inclinó la barbilla hacia arriba en protesta al examen, y toleró su impaciente mirada con una sonrisa traviesa.
-¡Estate quieto! –insistió ella, observando el moratón que se hinchaba en su sien y alrededor de su ojo izquierdo-. Eso va a hincharse más en la próxima hora. ¿Tienes paquetes de frío?
-En el medikit. –Señaló la pequeña mochila que yacía junto a la torreta láser. A su lado había tiradas un montón de vendas antisépticas ensangrentadas, en el lugar donde se había limpiado los cortes superficiales sufridos en la caída de la moto deslizadora. Hizo una mueca de dolor cuando ella recorrió la magulladura con la punta de sus dedos.
Padija tomó el paquete de frío y le dio una fuerte sacudida. El movimiento y un golpe contra su muslo activaron la solución refrigerante del interior.
-Dime una cosa, Drake Paulsen. –Presionó el paquete suavemente contra el rostro del socorrano y lo mantuvo allí-. ¿Cómo conocías ese sistema de túneles y este puerto de reparaciones abandonado? Feyodor dijo que eras un talento especial. Pero nunca sospeché que nadie pudiera ser tan bueno.
Drake se rió, y soltó un agudo jadeo de dolor al sentir el tirón en el pequeño corte que tenía en el borde de la boca.
-Cuando era un niño, mi padre solía llevarme con él en sus viajes de contrabando. Excursiones educativas, solía llamarlo. Me enseñó todo lo que sé, incluyendo no atracar tu nave en el puerto estelar principal. –El socorrano la miró sonriendo-. Especialmente si no quieres ser contratado para un trabajo.
Su humor era contagioso, e hizo que Padija se uniera a él soltando una risita.
-Tu padre debe estar orgulloso.
-Lo estaría, si estuviera vivo.
El rostro de Padija se ensombreció de repente.
-Drake, lo siento mucho. No pretendía entrometerme en tu vida.
Drake ensanchó su sonrisa y meneó la cabeza para que ella olvidase sus preocupaciones. Le tomó suavemente la mano en la suya y sintió una cálida sensación recorriendo su cuerpo cuando ella no la retiró.
-No tienes que lamentar nada –susurró-. La gente responsable; esos son quienes deberían lamentarlo.
-¿Por eso hay un precio puesto por tu cabeza? –Padija tembló cuando un viento nocturno sopló por la parte superior del carguero. Aprovechó ese momento para acercarse más al contrabandista, rodeando su estrecha cintura con sus brazos.
-¿Cómo sabes eso?
-Te lo dije –dijo ella con una risita-, pagué una buena cantidad de dinero para encontrar un talento especial. Feyodor me ofreció esa información. Creo que estaba tratando de asustarme.
-Obviamente no funcionó. –Drake se rió, mientras aspiraba el dulce aroma que ascendía desde los rizados cabellos de Padija-. Bueno –suspiró, pensando en una explicación-. Resulta que me tropecé con una de las personas responsables de la muerte de mi padre. Y digamos simplemente que los edictos de castigo socorranos son bastante estrictos sobre ese tipo de cosas.
-Gylif fho ihn gylif.
-Una vida por una vida. Lo has dicho muy bien, ¿dónde lo aprendiste?
-Tomé Corelliano Antiguo como asignatura optativa en la universidad de Issori. Pero mi profesor –meneó la cabeza mostrando su duda- nunca podría haberme preparado para esta pequeña aventura. Le habría dado un infarto con sólo poner un pie en este planeta, y no digamos si hubiera experimentado nuestra fuga de la ciudad. Esto es auténtica historia, Drake, y no lo que puedes leer en esas descoloridas grabaciones históricas.
-¿Y qué pasó con tus estudios?
-El profesor Arner dijo que yo tenía un futuro si dejaba todas mis clases principales y le seguía por la galaxia para hacer investigación de campo. –Apoyando la cabeza sobre el hombro de Drake, suspiró-. Lo rechacé porque sonaba demasiado peligroso. Mírame ahora. No estoy mucho mejor. –Padija soltó una leve risa-. En las últimas tres semanas he tenido suficientes emociones como para que me duren tres vidas. Pero se acabó, voy a volver a Issor tan pronto como se acabe todo este asunto, a dejar mis clases y a buscarme un marido rico.
Drake sonrió, acariciándole el pelo.
-¿Qué hay de tu trabajo en el museo?
-¿Qué pasa con él? –respondió ella bruscamente-. Nunca me ha gustado ensuciarme las manos. Y no quiero volver a ver otro cadáver mientras viva. No me importa que tenga 5.000 años de antigüedad.
Ajustándose el paquete de frío, Drake inclinó su cabeza sobre la frente de Padija y rió.
-¿Cómo sabrás que has encontrado al hombre adecuado? Quiero decir, ¿quién sabe? Podría estar esperándote en alguna excavación exótica en el Borde Exterior. Y estoy seguro de que si es uno de esos antropólogos, no tendrá una gran pila de dinero. Podría ser simplemente un contrabandista...
Padija le puso suavemente el índice sobre los labios, haciéndole callar.
-Aanor ishiia zals. Eso es lo que el profesor Arner solía decir siempre: el amor lo conquista todo.
Mirándole a los ojos, Padija pensó en el niño pequeño oculto en la chatarrería de Omman con su padre contrabandista. Ahora, convertido él mismo en un contrabandista, la sostenía en sus brazos bajo cinco lunas llenas.
Padija se puso de puntillas y le rozó los labios con los suyos, besándole suavemente primero, y luego con creciente pasión. Al separarse, Padija apoyó su cálido cuerpo contra el suyo.
-Háblame de Socorro, Drake. ¿Cómo es?
Drake cerró los ojos, recuperándose del contacto íntimo. Dudo antes de responder, escuchando el suave susurro de la respiración de Padija.
-Caliente.
-¿Cómo de caliente?
-Muy, muy caliente.
-¿Y qué hacéis allí... para escapar del calor?
-Oh, tenemos nuestros métodos –susurró Drake con voz ronca- para mantener el frío.
La voz de Nikaede rompió súbitamente la descarga de emociones entre ambos. La wookiee comenzó a trepar por la escotilla de acceso, y luego vio a los dos humanos muy juntos, de pie a la luz de las lunas. Se detuvo sorprendida, se calló, y rápidamente regresó a las sombras del interior de la nave, murmurando para sí.
-¿Qué es lo que ha dicho? –preguntó Padija, con su cabeza aún acurrucada contra Drake.
El socorrano agitó la cabeza, obligando a sus rodillas a permanecer firmes bajo él.
-No estaba escuchando. –Inclinó su cabeza sobre la de Padija, y luego se separó lentamente de ella-. Tengo la sensación de que está ansiosa por marcharse, y estoy de acuerdo con ella. Será mejor que no nos quedemos aquí parados más tiempo del necesario. Vamos, veamos qué está pasando sobre el puerto estelar.
Tomando a Padija de una mano, bajó por el túnel de acceso del Inquebrantable, ayudándola a descender la escalera y conduciéndola al pasillo inferior. La imponente sombra de Nikaede esperaba en un lateral. La wookiee meneó la cabeza con aire dubitativo, pasando la mirada de Drake a Padija, y luego entregó el sable de luz a su sonrojado capitán. Ladró un abrupto insulto que sólo Drake podría entender y luego regresó a su puesto en el puente.
Mirando fijamente la peculiar arma, Drake preguntó:
-¿Renz es de verdad? ¿Un Jedi como los de esos holo-tebeos baratos? –Le tendió a ella el sable de luz, esquivando su hombro cuando ella trató de castigarle por el imprudente comentario.
-¡Por supuesto que es de verdad! Antes de que el canciller1 Palpatine declarase a todos los Jedi traidores al Nuevo Orden, los Caballeros Jedi eran las personas más reverenciadas de la sociedad. –Siguió al contrabandista por el pasillo, sujetando su mano mientras él le conducía gentilmente por los pasajes oscuros-. Mi padre luchó en las Guerras Clon, ¿sabes? Era un héroe. Así obtuvo su rango.
-¿Padre? –exclamó Drake, volviéndose hacia ella-. ¿Renz es tu padre? Pero tu apellido...
-En la tradición alderaaniana, no es extraño que una hija única tome el apellido de soltera de su madre. Por respeto a la rama materna de la familia. –Hizo una pausa cuando vio que él la estaba mirando atónito-. ¡¿Qué?! ¿Por qué me miras de esa forma?
-Parece que estás llena de sorpresas, ¿no? –se burló él, avanzando por el pasillo.
Padija mostró una sonrisa pícara.
-Ayuda a mantener a raya a los tipos que me rondan. –Guiñó un ojo con aire malicioso y a continuación avanzó al final del pasillo.
En la cubierta de vuelo, Drake se detuvo ante el sistema de navegación, activando el ordenador de astrogación.
-¿Dónde necesitáis ir?
-A Derora. Es una pequeña luna en el sistema Birjis.
-A Derora entonces. –Tecleó las coordenadas-. El ordenador tardará un rato en calcular una ruta precisa a ese sistema. Nunca hemos estado allí antes y queremos asegurarnos, ¿verdad? –Drake le guiñó un ojo. Viéndola sonreír, se sentó en su silla de aceleración-. Bueno, háblame de ese objeto que os agenciasteis. ¿Por qué el Imperio está tan interesado en recuperarlo?
Nikaede ladró sus propias preguntas de curiosidad acerca del ídolo. Reseteando su panel de control para las preparaciones previas al despegue, giró el cuello para mirar fijamente a Padija y al petate de lienzo que descansaba bajo su silla.
-Nikaede también quiere saberlo. Pregunta si tenerlo ha merecido la vida de vuestro compañero y los problemas que hemos pasado. –Mirando a la Wookiee, la señaló con un dedo amenazante-. Sé amable –gruñó en socorrano.
-Ha merecido mucho la pena, Nikaede, y por razones que seguro que apreciarás –dijo Padija-. Si el Dr. Maa’cabe estuviera aquí ahora, te diría lo mismo. El ídolo pertenece a un clan militarista muy primitivo y muy antiguo del pueblo twi’lek. Habitan en la región más oscura del planeta, viviendo de forma muy similar a como lo hacían hace 3.000 años. Supuestamente –Padija se encogió de hombros, añadiendo sus propias dudas a la afirmación-, las cenizas milenarias de un antiguo héroe twi’lek se cristalizaron y el propio cristal fue esculpido a su semejanza para honrarle. De acuerdo con la investigación del Dr. Maa’cabe, existen otras dos; y cada cráneo se usa para presidir ciertas ceremonias de la vida del clan: el Jasshi’rr, la Waala y la Keysshi.
-Matrimonio, Ley e Historia –tradujo Drake.
La sonrisa de Padija se ensanchó.
-¿Y ahora quién está lleno de sorpresas? En cualquier caso, Waala es lo más importante, al ser la ley. Cada decisión política importante es debatida, aprobada y promulgada... sólo en presencia del cráneo.
-¿Por qué eso haría al ídolo tan importante para el Imperio?
-No sólo para el Imperio, sino más bien para el propio Emperador. Había rumores de que la Alianza Rebelde estaba negociando una alianza con los twi’leks. De algún modo el Imperio escuchó hablar de ello y tomó medidas para impedir que esa alianza tuviera lugar.
-Si el Imperio quisiera reprimir cualquier posible disensión, podría haber enviado una flota de Destructores Estelares a Ryloth y diezmar a toda la población twi’lek.
-Pero Ryloth es una de las principales fuentes de mano de obra esclava del Imperio, incluso aunque sus informes de inteligencia lo nieguen. ¿Por qué saquear el mejor de los rebaños cuando todavía hay trabajo que hacer? El Emperador buscaba desunir los clanes, causar malestar civil, no destruirlos.
-Por desgracia, eso no es difícil de conseguir con los twi’leks.
-Pero sin el ídolo, el clan Nercathi estaría indefenso, incapaz de actuar o llegar a acuerdos entre ellos o con sus vecinos. A sus parientes más industrializados no les preocupa. Cuando el Imperio, o más probablemente los hutts, lleguen en busca de esclavos, los Nercathi son la opción lógica porque no tienen una guía o un liderazgo para defenderse.
-¿Entonces qué ocurrió?
-Bueno, hace seis meses la Alianza Rebelde comenzó a mantener reuniones secretas con la delegación twi’lek con la esperanza de revivir las opciones de una alianza. Los negociadores de la Alianza estaban desesperados y dispuestos a hacer cualquier cosa para ganarse a los twi’leks, aunque eso significase encontrar este ídolo y robárselo al Imperio.
-¿Y entonces te contrataron?
-Y al Dr. Maa’cabe y a mi padre. El Emperador sospechaba que la Alianza podría realizar un movimiento para recuperar el ídolo, sellando el contrato entre los twi’leks y las facciones rebeldes. Fueron creadas varias falsificaciones para despistar a cualquier agente. Sólo un arqueólogo entrenado conocería la diferencia, de modo que enviaron a un arqueólogo entrenado, a tres de hecho, incluyéndome a mí.
-La Alianza Rebelde, ¿eh?
El rostro de Padija palideció bajo la luz parpadeante de los instrumentos del módulo de mando.
-¿Olvidé mencionar eso, verdad? –Se encogió de hombros, como pidiendo perdón.
Encendiendo los motores del Inquebrantable, Drake pulsó los interruptores de vuelo e hizo que la nave se elevase de la plataforma de aterrizaje. Vigilando atentamente los sensores, preparó el ordenador de astrogación mientras el carguero aceleraba por la atmósfera superior de Omman. El socorrano meneó la cabeza con resignación. ¿Alianza Rebelde? Él y su primera oficial tenían suerte de seguir siguiera con vida.
-Entonces, dime, ¿hay alguna otra sorpresa que debería conocer?
Padija le besó rápidamente en la mejilla y luego regresó a su asiento para abrocharse el arnés.
-Aún no, pero si se me ocurre alguna, te lo haré saber.


1 Senador en el original. Parece que aquí la autora quería indicar el cargo de Palpatine inmediatamente anterior a su nombramiento como Emperador, es decir, el que ostentaba durante las Guerras Clon y al final de las mismas, cuando se proclamó el Nuevo Orden y se inició la Purga Jedi. En este y otros relatos escritos anteriormente a la realización a la trilogía de precuelas, ese periodo no estaba claro para los autores y muchas obras de esos años contienen fallos de continuidad similares. En muchos casos, estos errores se justifican basándose en que en la época de la Rebelión el oscurantismo y desinformación imperial habían hecho que mucha gente, especialmente los jóvenes, conocieran versiones incompletas, sesgadas y/o puramente falsas de los hechos históricos, o los desconocieran por completo. Esto no se sostiene en este caso, ya que, al ser Padija hija de un Jedi de las Guerras Clon, debe conocer la historia verdadera de primera mano. Por eso he optado por corregir el error. (N. del T.)

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