martes, 4 de junio de 2013

Corredores de lum (I)

Corredores de lum
John Beyer y Wayne Humfleet

lum: n. Una bebida alcohólica común que se encuentra en todo el espacio conocido.
carrera de lum: n. 1. Una tarea o asignación que se ha vuelto común o de rutina. 2. Un esfuerzo que implica poco o ningún riesgo.
corredor de lum: n. 1. Término elogioso para describir a un profesional capaz de hacer que una tarea difícil o imposible parezca común o de rutina. 2. Término peyorativo para describir a una persona con una reputación de asumir trabajos fáciles o asignaciones de bajo riesgo.

En estos tiempos difíciles, los contrabandistas se encuentran a un crédito la docena. Los rebeldes necesitan armas, los señores del crimen demandan especia y el mercado negro quiere proporcionar grandes cantidades de productos exóticos. Cada capitán con nave propia y cada viajero espacial de cierto nivel se jacta de ser el contrabandista perfecto. Aun así, con cada entrega exitosa, el Imperio responde con un aumento de las patrullas y las acciones de abordaje. Tarde o temprano cada contrabandista es abordado. Eso es lo más lejos que consigue llegar la mayoría de los contrabandistas, ya sea arrojando sus cargas al espacio o poniendo fin a sus carreras -cuando no a sus vidas- a manos del Imperio. Sin embargo, algunos contrabandistas navegan a través de los abordajes aparentemente sin esfuerzo. Esos son los corredores de lum, los contrabandistas que conocen los trucos del oficio... los trucos que diferencian a los contrabandistas buenos de los muertos.

***

Contrabando por diversión y dinero

El capitán Orr miró la pantalla ante él, con los ojos recorriendo rápidamente las lecturas que iban saliendo.
-¿Está seguro de que esta es la nave de la que nos hablaron? -le preguntó al agente de aduanas que controlaba el tráfico de datos del espaciopuerto.
-Sí, señor -respondió confiado el controlador-. El informante declaró que el PB-950 corelliano llamado Corredor de lum podría ser una de las naves que intentan sacar armas de contrabando de Gallisport esta noche. La nave está registrada a nombre de un tal capitán Shamus Falconi, y su código de transpondedor se ha confirmado con la OdNS, señor.
-¿Órdenes de arresto pendientes sobre el capitán Falconi? -preguntó Orr ansiosamente.
-No, señor, su expediente está limpio. ¿Debo informar al Control del Puerto Estelar para dar autorización de aterrizaje a la nave?
Una sonrisa apareció en el frio y enjuto rostro de Orr.
-Excelente. –ronroneó-. Sí, que la autoridad del puerto le conceda la autorización estándar, y luego ponga en alerta al teniente Smythers y su equipo de inspección. Que un destacamento de soldados de asalto y un equipo de exploración completa se reúna con él en el exterior de la bahía de atraque de la nave. Que no tome ninguna acción hasta que yo llegue. Me encargaré personalmente de esta inspección.
Volviéndose a mirar al sorprendido controlador, Orr sacó una pipa de hueso de bantha ricamente tallada de su bolsillo y la llenó con una pizca de tabacc.
-Estos contrabandistas de poca monta nunca aprenden -dijo Orr, adoptando un tono superior-. Revolotean por la galaxia llevando a cabo sus negocios ilícitos, burlándose de las leyes del Emperador... mientras se creen demasiado inteligentes para ser atrapados. Y el descaro de éste al llamar Corredor de lum a su nave, está pidiendo a gritos que le den una lección.
Orr hizo una pausa, saboreando la emoción de la ira que crecía en su interior. Colocándose la pipa en la boca, encendió un fósforo y prendió el tabacc. Luego, mirando fijamente a la llama todavía ardiente, continuó.
-Creo que es el momento de eliminar algo de arrogancia en la actitud del capitán Falconi. Me pregunto cómo se lo tomará cuando un representante competente del Imperio inspeccione su nave. –Con un recargado movimiento de sus dedos, pellizcó la llama para apagarla-. Sí, muy pronto veremos si sigue siendo tan presuntuoso.

***

El capitán del puerto Renea Luies esperó pacientemente en el puesto de control cerca de la bahía 1831. A través de los macrobinoculares observaba con atención mientras la antigua patrullera abandonaba su órbita de espera y comenzaba su larga bajada. Después de comprobar su crono y tomar nota de la hora para los registros oficiales, el Capitán de Puerto Luies devolvió su atención hacia el oficial Imperial de Aduanas que daba vueltas nerviosamente a su lado.
Raramente el capitán Luies se dejaba impresionar por la parafernalia de los uniformes imperiales. A diferencia de su propio uniforme azul profundo, de apariencia resplandeciente con sus trenzados rojos y dorados, encontraba que los uniformes imperiales eran monótonos y aburridos. Al igual que ese joven teniente Smythers que había irrumpido en sus oficinas privadas exigiendo atención inmediata. Aunque el capitán Luies estaba oficialmente al mando, el Imperio solía tomar a menudo el control de los recursos del puerto estelar. Así que, como tantas veces antes, el capitán Luies y sus soldados del puerto se vieron relegados al papel de los músculos de apoyo, tratados como poco más que jornaleros en su propio puerto espacial. El capitán Luies encontraba que eso era degradante e insultante. Sin embargo, eso era el Imperio y él no era más que un sirviente fiel.
Con una amplia sonrisa, Luies activó una estación de monitorización y le indicó al teniente que observase.
-He verificado la identificación de los que ya están presentes en el hangar -anunció, ajustando la pantalla de visualización-. El Arcona que ve junto a los esquifes es Dutan. Dirige un negocio de suministros mineros y no tiene antecedentes penales. El humano a su lado es Chop Harlison, un técnico de barredoras con antecedentes menores de robo y mala conducta pública. Las demás que se ven allí son en su mayoría escoria. Son miembros de una Banda local de moteros, contratados como mano de obra barata. Parecen estar desarmado, aunque podrían estar ocultando casi cualquier cosa.
“He hecho una copia de nuestros archivos para sus registros -declaró Luies, entregándole una tarjeta de datos-. Ahora, si me acompaña por aquí, teniente Smythers, podemos comprobar el despliegue de nuestros guardias.

***

-Muy bien. Grasheel, nos han concedido autorización para aterrizar en la bahía de atraque 1831. Comienza a calibrar los escáneres -anunció Shamus Falconi mientras ajustaba el curso de la antigua patrullera. Echó un vistazo por encima del hombro del gigante wookie de pelaje color marrón oscuro, casi negro, sentado en la estación de ingeniería de la nave. Las manazas del wookie bailaban sobre los controles del escáner haciendo delicados ajustes a los equipos más sensibles de la nave.
Grasheel preguntó algo con un gruñido y jugueteó con un gran pendiente de aro atado en su pelaje donde normalmente lo llevaría un ser humano.
-No, no creo que te haga parecer deslumbrante. Además, no creo que él quisiera dártelo.
Grasheel protestó en voz alta, con una serie ensordecedora de gruñidos y aullidos.
-Ya sé que le devolviste su oreja. Pero creo que él no vio la generosidad de ese gesto. Personalmente creo que pareces... -Shamus se vio interrumpido por el pitido de una de las alarmas de la nave que indica que estaban siendo escaneados.
Debajo de ellos, el mayor puerto estelar del planeta apareció a la vista. Shamus apagó la alarma e hizo un pequeño ajuste a la velocidad de la nave.
-Preparados... listos... ¡ya! -gritó. Inmediatamente las manos de Grasheel volaron en un torbellino de movimiento. Había muy pocos seres en la galaxia que pudieran realizar una lectura de escaneo de formas de vida tan rápida y concienzudamente como Grasheel... aun así, lo que estaban haciendo no dejaba margen para el error. Al montar su escaneo de sensores encima de la frecuencia de retorno del escaneo del puerto estelar, los contrabandistas esperaban obtener una lectura de la bahía de aterrizaje sin que pareciera sospechoso. Si estaban siendo observados, en estos últimos momentos la actividad de un sensor enfocado sería como mostrar su mano en una partida de sabacc con altas apuestas.
Grasheel dejó escapar un gruñido de satisfacción mientras mostraba sus resultados.
-Hemos atraído a un comité de bienvenida -concluyó Shamus-. Por su número y por cómo están desplegados, yo diría que son imperiales. -Grasheel mostró su acuerdo sacudiendo la cabeza, e hizo un sonido que era una pregunta-. Sí, estoy seguro de que esto va a funcionar. Además... ya es demasiado tarde para echarse atrás.

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