viernes, 28 de septiembre de 2012

Primer contacto (I)

Primer Contacto
Timothy Zahn

Con un último chisporroteo de repulsoelevadores trepidantes, el yate espacial Comprador Uwana se posó en el campo de aterrizaje que había sido despejado en la selva de Varonat.
-¡Qué lugar tan agradable y de aspecto tan civilizado! -comentó Quelev Tapper, mirando por la carlinga-. ¿Estás seguro de que no nos hemos pasado y hemos aterrizado en el vertedero de malezas de alguien?
Talon Karrde miró hacia los árboles de color amarillo pálido que rodeaban el terreno y los cerca de treinta edificios en ruinas enclavados a sus pies.
-No, es aquí -aseguró a su teniente-. La Gran Jungla de Varonat. Hogar de un puñado de depósitos comerciales de tercera categoría y de unos pocos miles de colonos que no tienen el cerebro suficiente para hacer las maletas e irse a otra parte.
-Y de un feo krish llamado Gamgalon -dijo Tapper-. No sé, Karrde. Sigo pensando que deberíamos haber traído el Karrde Salvaje y el Hielo Estrellado y tener algo de potencia de fuego decente detrás de nosotros. Aquí parecemos mynocks de feria.
-Estamos aquí para observar, no para crear problemas -le recordó Karrde, soltándose los arneses de seguridad y poniéndose en pie-. Gamgalon no se molestaría con estos safaris privados de caza de morodins si no hubiera algún gran beneficio en juego. Sólo quiero saber qué se trae entre manos, y si podemos sacar alguna tajada para nosotros.
-Razón de más para tener apoyo con nosotros -se quejó Tapper, comprobando que su bláster salía sin problemas de su funda mientras seguía a Karrde a la escotilla de popa-. Pero tú eres el jefe.
-Eso es muy cierto. ¿Estás listo?
Tapper respiró hondo, exhaló ruidosamente.
-Hagámoslo.
Karrde pulsó el control y la escotilla se deslizó dentro del casco.
Olfateando los aromas exóticos, él y Tapper descendieron por la rampa y se dirigieron a través del campo hacia un edificio en el que colgaba un descolorido letrero de Instalaciones Portuarias.
Apenas estaban a mitad del camino cuando dos hombres que estaban apoyados junto a otro de los edificios se despegaron de su pared y avanzaron con naturalidad para interceptar a los recién llegados.
-Hola -dijo uno de ellos tan pronto estuvo al alcance de su oído-. Bienvenidos a Tropis-on-Varonat. ¿Han venido por las vistas?
-Eso ha tenido gracia –le felicitó Karrde-. No, estamos aquí por el mecánico de hiperimpulsor que esperamos sinceramente que tendrán.
-Ah -dijo el otro, volviendo la mirada hacia el Comprador Uwana-. Sí, no me sorprende. Cuanto más llamativo es el casco, más desastrosas son las entrañas.
-Guárdate el lenguaje colorido para los turistas -gruñó Tapper-. ¿Hay un mecánico de hiperimpulsor aquí o no?
El otro lo miró un momento y luego se volvió de nuevo a Karrde.
-Su amigo es un poco escaso de modales -dijo.
-Lo compensa con sus habilidades -dijo Karrde, sacando un puñado de monedas de alta denominación de su bolsillo y eligiendo ostentosamente entre ellas-. Y con su comprensión de los horarios. Tenemos algunos asuntos de gran importancia esperándonos en Svivren.
-Claro, lo entiendo -dijo el otro-. Sin ánimo de ofender, señor...
-Síndico Pandis Hart del Consejo Sif-Uwana –se identificó Karrde-. Este es mi piloto, el capitán Seoul. -Escogió una de las monedas, la sostuvo en alto-. Y tenemos bastante prisa.
-Hey, no hay problema. -El hombre sonrió, señalando con el pulgar hacia el edificio de las instalaciones portuarias mientras tomaba hábilmente la moneda de la mano de Karrde-. Buzzy, ve a decirles que tienen un cliente. Trabajo urgente.
Su compañero asintió en silencio y salió trotando hacia el edificio.
-Mi nombre es Fleck, Síndico -continuó el hombre-. A primera vista, yo diría que van a estar atrapados aquí por unos cuantos días. ¿Tienen algún plan?
Karrde miró intencionadamente a su alrededor.
-¿Es que hay algún plan que valga la pena tener?
-De hecho, lo hay -dijo Fleck-. Un tipo de aquí organiza un safari bastante interesante por la selva... de hecho, la próxima expedición tiene su salida programada para mañana a primera hora. ¿Han oído hablar de los morodins?
-No lo creo -dijo Karrde-. ¿Caza mayor?
-La mayor de todas -le aseguró Fleck-. Bichos con aspecto de babosa-lagarto gigante, de diez a veinte metros de largo. Son un buen trofeo para colgar de la pared o en un pasillo. -Su labio tembló sardónicamente-. Tampoco son demasiado rápidos o malvados. Es una buena manera de comenzar para un principiante.
-Es reconfortante escuchar eso. -Karrde miró a Tapper-. ¿Qué te parece, Seoul?
-No suena muy peligroso, señor -dijo Tapper con la nota justa de preocupación-. Confío en que no vaya a ir solo.
-No, hay otros cuatro cazadores inscritos -dijo Fleck-. Y el jefe siempre tiene un par de escoltas de guardia junto a él. Seguro y confortable como en una batamanta.
-Aún así, me gustaría recomendarle que me permita acompañarle, señor -insistió Tapper-. Solía ser muy bueno con una BlasTech a280.
-Primero averigüemos cuánto cuesta estar tan seguro como en una batamanta -dijo Karrde secamente.
-Casi nada. –Fleck sopló por la nariz-. No para un caballero de su posición. Sólo doce mil cada uno.
Karrde sonrió.
-Un hombre de posición no se mantiene allí malgastando el dinero. Quince mil por ambos.
Fleck sonrió.
-Negociador duro, ¿eh? Que sean veinte.
-Hombre de negocios con experiencia -corrigió Karrde-. Que sean diecisiete.
El otro arrugó la frente, y luego se relajó.
-Está bien. Diecisiete.
-Muy bien -dijo Karrde-. ¿Cuándo partimos?
-Cinco y media mañana por la mañana -dijo Fleck-. Simplemente aparezcan aquí. Yo le diré al jefe que van a venir. No se olvide de traer los diecisiete. -Señaló al otro lado del campo-. Puede preparar su equipo en ese edificio de allí, y conseguir una habitación para pasar la noche en el hotel de al lado. Es, eh, más agradable en el interior de lo que parece.
-Eso espero -convino Karrde-. Confío en que nadie se sienta ofendido si pasamos del alojamiento. ¿Los proveedores de equipo sabrán qué equipo vamos a necesitar?
-Por supuesto -asintió Fleck-. Como he dicho, el jefe organiza estos safaris a menudo.
-Muy bien -dijo Karrde-. Ven, Seoul, veamos qué tienen para ofrecernos.

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