miércoles, 23 de septiembre de 2015

Envuelta para regalo

Envuelta para regalo
Kathy Tyers

Leia recordó vagamente haberse arrodillado sobre el pecho de Wilek Nereus...
El hecho de que pudiera recordar algo era una buena señal. Significaba que los soldados de Nereus la habían aturdido en lugar de matarla.
Entonces, ¿dónde se encontraba ahora?
Permaneció tumbada e inmóvil unos instantes más, escuchando con atención. La habitación estaba en silencio; parecía estar sola. El aire era frío, y una superficie dura congelaba su costado derecho, sobre el que yacía en el suelo, en posición fetal; sin duda, la arrojaron allí sin mayor ceremonia, en lugar de depositarla suavemente. Hacía falta valor para tratar a una princesa como si fuera una vulgar maleta...
En ese instante, regresó el pensamiento que le había atormentado durante días: ¿Cómo podía hacerse llamar princesa? Su padre fue Vader, no el virrey planetario de Alderaan. No hace mucho, había pensado que una sabandija contrabandista estaba por debajo de ella.
¿Y dónde estaba él? ¿Sabía que la habían hecho prisionera? Tenía que conseguir contactar con el exterior. Debía tratar de llamar a Luke...
Una puerta se abrió con un siseo, deslizándose en su guía repulsora.
-Buenos días –dijo una voz suave y familiar-. El gobernador Nereus desea hablar con Su Alteza.
Leia entreabrió un ojo. El capitán Conn Doruggan se encorvaba como un ave de presa en el estrecho umbral. Por todos lados, vio muros grises y lisos. Observando el canto de la puerta, no vio manillas ni paneles de reconocimiento en su superficie interior. Celda de retención, pensó. La presencia de Doruggan –y la citación de Nereus- sugería la sección de oficinas imperiales del complejo Bakur.
Apretó los puños, dejó caer las piernas por el borde de un desnudo catre metálico, y se puso en pie. Mantuvo los pies separados: A veces, recuperarse de un disparo aturdidor la dejaba un poco mareada.
-Buenos días, capitán Doruggan.
El alderaaniano se irguió. Juntó las manos delante de su túnica color caqui.
-Antes de que le lleve a hablar con él, ¿no querría reconsiderar sus prioridades? No hay necesidad alguna de sufrir. Obviamente, Leia, ha elegido el bando perdedor en esta guerra, y...
-No, capitán Doruggan –le interrumpió-. Es usted quien ha elegido el bando perdedor. Mientras su Imperio continua asfixiando sistemas estelares, está perdiendo apoyos en todas partes. Prefiero luchar por la justicia que vivir como un opresor. –Endureció el tono de su voz-. O como uno de sus lacayos.
Doruggan arrugó la nariz como si Leia le hubiera propinado una bofetada.
-Muy bien. Venga conmigo.
Para cuando llegó a la oficina de Nereus, Leia se sentía estable pero irritada. Había dejado que la separaran de su grupo como a un nerf de su rebaño. No quería permitirse mostrar debilidad. Caminó con paso firme hasta el amarillento escritorio de Nereus y planto ambas manos sobre él.
-¿Qué ha hecho con el primer ministro Captison y el senador decano Belden?
El gobernador Wilek Nereus estaba tranquilamente sentado, pasándose un pequeño cubo transparente de una a otra de sus manos enfundadas en guantes negros.
-Creo que su pregunta debería centrarse más en su propio futuro que en el de ellos.
-Más tarde. ¿Dónde está Captison?
-A salvo en una celda de retención.
-¿Y Belden?
Nereus frunció los labios y alzó una ceja.
-Por desgracia, el sistema circulatorio del viejo era débil. Él...
-¿Lo ha asesinado?
Él negó con la cabeza.
-Todo lo contrario, Su Alteza. Mi oficial médico hizo todo lo posible para mantener al hombre con vida.
¿Un interrogatorio?
-¿Cómo puede tratar de esa forma a un respetado senad...?
-El senador decano Belden era lo bastante mayor como para comprender los peligros de la traición. Sabía los riesgos que estaba asumiendo.
”Al igual que usted. Al desafiar mis órdenes, Su Alteza, debe considerarse mi prisionera.
-Por el momento –dijo ella. Luke no debería tardar mucho en descubrir lo que le había pasado. ¿Luke? Hola, Luke...
-Por muchos y largos momentos –dijo él con una sonrisa-. Será bien tratada, pero permanecerá como mi invitada.
”Puede que el Emperador Palpatine esté muerto, pero ninguna vacante política dura demasiado. Ni siquiera en un imperio. Pronto habrá un nuevo Emperador. Estoy preparando un gesto de buena voluntad.
Tras las defensas de Leia, cobró vida una humillante imagen mental. Se encontraba de pie ante el siguiente déspota galáctico, un hombre que no renunciaba a nada que pudiera incrementar su poder. Le encantaría poder dar ejemplo con líderes rebeldes capturados.
No con esta líder rebelde. Tenía refuerzos. Simplemente necesitaba contactar con Luke y Han. Debía ganar tiempo con este hombre.
-Explíquese, gobernador Nereus.
-Creo que ya lo entiende, Su Alteza. Tal vez desee que se le ahorre la incomodidad y la vergüenza de permanecer cautiva. ¿Quiere que se le induzca una hibernación médica?
¡Cualquier cosa salvo eso! Luke podría encontrarla por la sensación de su mente... si es que estaba escuchando. Y si ella permanecía consciente. Dejó caer los brazos a los lados.
-Debe estar usted bromeando. -Que sienta su desdén. Que caiga fulminado bajo él. ¿Luke? Me vendría bien algo de ayuda.
Nereus se encogió de hombros. Dejó el cubo transparente sobre su escritorio. Varias motas blancas brillaban cerca de su centro.
-Señor –dijo Conn Doruggan junto a Leia-, si desea que la ponga bajo custodia temporal...
Leia le hizo callar con una mirada fulminante.
-Quiero que esté cómoda, Su Alteza. –Nereus juntó las palmas de sus manos en un gesto que fingía benigno respeto-. La enviaré con otra persona.
Conn Doruggan se cuadró, haciendo chasquear los talones.
Nereus señaló a Leia con un dedo enguantado.
-Atúrdala, capitán.
Leia palideció. Doruggan echó mano a su bláster.
-Eso no será necesario –protestó ella, inclinándose hacia él. Estaba demasiado lejos para derribarlo de un golpe-. No trataré de escapar a mi arresto...
El bláster de Doruggan salió de su funda.
-Gobernador –dijo Leia con voz cada vez más aguda-, debo protestar. No hay razón para...
La luz blanco-azulada la cegó...

***

Lentamente, fue consciente de que le dolían las extremidades. Yacía de nuevo acurrucada sobre su costado. Esta vez, la superficie que la acogía era suave como una pluma.
Se mantuvo inmóvil. ¿Luke? Trató de extenderse en la Fuerza. ¿Luke?
¿De qué servía tener un hermano Jedi si estaba demasiado ocupado para cuidar de ti?

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