viernes, 3 de enero de 2014

Un bláster caliente llamado Amor (y V)


Amor forzó la puerta lateral y entró al interior, bláster en mano. Los dos mercenarios rodianos estaban desplomados en la cabina, cada uno con un impacto de bláster a bocajarro en la nuca.
Continuó con cautela hacia la parte trasera del camión, y la encontró tumbada en el suelo. Amor se arrodilló junto al cuerpo de Induki. La chica era muy hermosa, y más joven de lo que le había parecido en un primer momento.
Amor pasó su dedo índice por la empuñadura dorada de la vibrohoja clavada en su pecho. Se inclinó sobre ella, cerrando los ojos un instante mientras aspiraba una bocanada del perfume de la chica muerta...
Y entonces lo supo.
Amor escuchó un jadeo ahogado y alzó la mirada cuando Daniera entró finalmente.
-¿Dolor ya ha estado aquí? –dijo ella, después de tomarse un instante para recobrar la compostura.
-Probablemente haya estado dentro todo el tiempo. Arreglando su desorden. –Amor se puso en pie-. Fue descuidado por su parte dejar testigos, para empezar.
-¿Qué quieres decir?
Amor le pasó una ficha de crédito. Daniera abrió los ojos como platos al leer la cantidad.
-Esto estaba en su bolsillo. Probablemente Dolor le pagó por llevar a Odaay al Reina de Kaerlia, aunque obviamente el senador no obtuvo aquello por lo que había pagado...
-¿Pero por qué Dolor alteraría de pronto sus costumbres? Las marcas de disparo que tienen estos rodianos no parecen haber sido causadas por la misma arma. –Señaló el cuerpo de Induki-. Y la chica fue asesinada realmente con la vibrohoja.
Amor pasó a su lado mientras salía del camión.
-Bueno, tienes razón a medias.
-¿Qué?
Amor salió al exterior, al fétido callejón, sacudiéndose las gotas de lluvia que se acumulaban con rapidez sobre su abrigo.
-Definitivamente eran heridas de bláster estándar. Muy estándar. De reglamento. –Se sentó a horcajadas sobre su moto deslizadora-. Y la chica no ha sido asesinada por ningún arma afilada, al menos no por la más evidente.
-Me he perdido por completo.
Amor se encogió de hombros mientras la moto comenzaba a ganar potencia.
-Es difícil seguir los pasos de un genio.
Daniera montó su propia moto, apartándose el cabello húmedo de los ojos.
-Entonces, ¿a dónde nos conduce ahora?
-Tengo que confirmar una sospecha que tengo.
-En marcha, entonces.
Amor negó con la cabeza.
-Necesito que regreses a la oficina de Cracken. Revisa los informes de la INR sobre todas las víctimas.
-Nuestros mejores especialistas de análisis han estado volcados en esos archivos desde que comenzó todo este jaleo. ¿Qué te hace pensar...?
-Concéntrate en los exámenes toximórficos –le interrumpió Amor-. No le digas a nadie lo que estás haciendo, ¿entendido? Y luego reúnete conmigo en el Bláster de Bolsillo dentro de 45 minutos.
Con esas palabras, se perdió en las sombras con el rugido de su moto.
La mirada de Daniera permaneció fija en la silueta de Amor mientras se alejaba, y luego regresó lentamente al camión deslizador.
-Eso no es lo único que voy a comprobar.

***

Daniera se deslizó en la silla del general Cracken. Técnicamente sólo el general tenía permitido usar el ordenador; sin embargo, una de las normas no escritas de Cracken decía que si en algún momento uno de sus agentes de la INR favoritos lo necesitaba, podía usar la potente máquina.
El veloz ordenador sólo necesitó unos pocos minutos para encontrar los datos que necesitaba. Estudió los resultados de las pruebas toximórficas de todas las víctimas de Dolor, pero no encontró nada fuera de lo común. Encogiendo los hombros, copió la información en su propia tableta de datos.
Daniera se preparó para marcharse, pero se detuvo y luego volvió a sentarse. Comenzó una búsqueda de información sobre M’Kyas Amor. Tal y como esperaba, los archivos estaban encriptados con contraseña. Después de todo, el negocio de la INR era mantener secretos. Puede que fuera una grave violación de protocolo, posiblemente tan grave como para sentenciarla a muerte, pero necesitaba saber. Descifrar los archivos allí mismo y en ese momento le tomaría demasiado tiempo, así que... usando el enlace de su tableta de datos, Daniera transfirió también a su tableta de datos los archivos personales de Amor, y puso su unidad de desencriptado integrada a trabajar en ellos.
Volvió a guardar la pequeña tableta de datos en su chaqueta y apagó el ordenador de Cracken, sumiendo la sala en la oscuridad.

***

Amor se abrió paso a través de los muchos parroquianos reunidos en la hora feliz y se inclinó sobre la barra. Tras unos cuantos codazos prudenciales, consiguió despejar un poco de espacio para respirar. Aunque teniendo en cuenta los diversos olores que emanaban de los clientes del Bláster de Bolsillo (así llamado por la principal causa de muerte en el local), eso no era necesariamente algo bueno.
EL camarero estaba ocupado frotando un vaso como si su vida dependiera de ello, y aún no había mirado siquiera en dirección a Amor.
Amor se aclaró la garganta con la intensidad de un hutt, pero sólo consiguió atraer algunas miradas de fastidio por parte de los borrachos sentados a su alrededor. Parecía que si no eras un cliente habitual, recibías la misma consideración que unas boñigas de rata womp frescas sobre el casco recién pulido de una nave.
La cabeza del camarero permaneció baja, y el vaso rápidamente se fue convirtiendo en el objeto más limpio de toda la cantina.
Había muchas, muchas cosas en la galaxia que a Amor no le gustaban. Definitivamente, que le ignorasen era una de ellas.
Amor deslizó una mano bajo su abrigo, mostrando con aire casual el gigantesco bláster enfundado en su sobaquera de replicuero.
-¿A quién hay que matar para que le sirvan a uno una copa aquí?
Silencio.
Entonces alguien (claramente poco preocupado por su seguridad personal) dio a Amor unos bruscos golpecitos en el hombro.
Amor giró su cabeza lentamente.
-No me gustas –siseó un devaroniano con un solo cuerno y un aliento que podría tumbar a un bantha a diez metros.
-Sí, sí... –Amor devolvió su atención al camarero-. Ahórratelo para el siguiente granjero, amigo. Ahora mismo estoy realmente sediento.
-Estoy condenado a muerte en...
-¿Cuatro sistemas? ¿Cinco? Genial. Felicidades. Tu unidad maternal debe estar muy orgullosa. Ahora haznos un favor a ambos y apártate de mi espacio personal. –Amor agitó la cabeza con desagrado-. ¿Alguna vez te has duchado desde la Antigua República?
Amor echó un vistazo a la entrada y comprobó su cronómetro. Un microsegundo más tarde apareció Daniera, justo a tiempo, pero no parecía contenta.
Su boca se abrió, y Amor tuvo la súbita imagen de unas baterías turboláser cargándose para disparar. Se estaba preparando para lo peor cuando la boca de Daniera se cerró de pronto e introdujo una mano de manicura perfecta en su chaqueta.
La fiable intuición de Amor le dijo que estaba a punto de recibir un disparo.
-Dani...
Idea correcta. Dirección equivocada.
Un bláster de bolsillo se clavó de forma molesta en la nuca de Amor. El fétido aliento del devaroniano lo envolvió por completo.
Amor sonrió a Daniera como si todo fuera bien.
-Ya era hora de que llegaras. Estaba empezando a pensar que no ibas a aparecer.
Daniera abrió los ojos como platos, sorprendida. Continuó avanzando hacia él, pero no sacó su arma.
-No me lo habría perdido por nada en el mundo.
Amor sonrió mientras su mano izquierda se deslizaba sigilosa en dirección a su potente bláster.
-Lo sabía... tarde o temprano sucumbirías ante mi encanto.
El devaroniano mostró fastidio, clavando con más fuerza el bláster en la nuca de Amor para llamar su atención.
-¡Idiota! ¿Es que no te has dado cuenta que estoy a punto de matarte?
-En realidad –dijo Amor mientras apretaba el gatillo de su pistola, todavía enfundada-, no.
El pulsante proyectil bláster surgió del cañón, abrió un agujero desgarrado en la espalda del abrigo de Amor, e impactó directamente en el pecho del devaroniano.
La fuerza del impacto lanzó al alienígena al otro lado de la habitación. La multitud se apartó del camino hasta que el devaroniano acabó cayendo bajo dos mesas. El impacto destrozó sillas, envió comida volando por todas partes, y lanzó una cara botella de choholl cassandrano hacia la barra.
Amor siguió la trayectoria de la botella, agarrándola limpiamente en pleno vuelo.
Alzó el choholl en un brindis, y luego se llevó la botella a los labios con gesto triunfal. Hubo una breve pausa. La agitó una vez, dos veces. No quedaba ni una gota.
Amor suspiró, lanzando el recipiente vacío por encima de su hombro.
Hubo un extraño sonido tintineante, seguido de un escalofriante golpe seco y el ligero chasquido del cristal al romperse.
Amor se dio la vuelta lentamente.
No por coincidencia, el camarero había desaparecido de la vista.
Amor se inclinó por encima de la barra para echar un vistazo, e hizo una mueca.
Ahora, todo el mundo de la cantina le estaba mirando.
-Bueno –preguntó Amor-, ¿a quién más hay que matar para conseguir un trago en este sitio?
Como si esa fuera su señal, una mesa entera de rodianos con capas escarlatas se puso en pie y apuntó con carabinas bláster de aspecto desagradable.
Amor hizo una pausa, ligeramente desconcertado.
-Vaya, era más bien una pregunta retórica.
Daniera se puso a su lado.
-¡Parecen más de los matones de alquiler de Mah-Luu!
-Ah, sí... ¿Se me olvidó mencionarte que también es el dueño de este sitio?
El resto de los parroquianos se había hecho a un lado, dejando expuestos a Amor y Dani. Incluso los borrachos reconocían los problemas cuando los veían.
-¡En nombre de Byss! ¿Por qué querías reunirte conmigo aquí, entonces?
-Acabo de decírtelo.
Como un borrón, la mano de Amor lanzó rápidamente por el aire una pequeña ampolla. Un líquido de color azul se agitó en su interior mientras giraba grácilmente por el aire y aterrizaba entre los rodianos. La ampolla se hizo añicos, salpicando a los mercenarios. Un instante estaban de pie, preparados para disparar... y al siguiente instante, los seis habían caído al suelo, aparentemente muertos.
Daniera no pudo hacer otra cosa que mirarle fijamente.
-Amor, eres una manifestación viviente del lado oscuro.
-Gracias.
Daniera caminó con cuidado sobre los cuerpos.
-No te preocupes. Esa cosa se evapora en un segundo o dos después de quedar expuesta a un medio no líquido. Como el aire. Por supuesto, hace su trabajo en un cuarto de ese tiempo.
Ella tanteó la ampolla rota con la punta de su bota.
-¿Qué es?
-Un derivado altamente concentrado de la neurotoxina Fex-M3. Le llaman Azul-8118 por el color de su agente líquido. Una vez llega al torrente sanguíneo, causa la muerte en microsegundos.
Daniera se volvió para mirarle.
-Pero los rodianos no se lo han inyectado.
-Exacto. Pero el Azul-8118 es tan potente, que el mero contacto con la piel es suficiente para causar un fallo sistémico masivo que colapsa el cuerpo. –Amor sonrió-. Estarán en pie y en marcha en unos diez minutos, pero no le desearía a nadie el dolor que tendrán al despertar.
-¿Dónde lo has conseguido?
Amor señaló con la cabeza hacia la barra.
-Acabo de recoger mi pedido en la sala de atrás. Y no soy el único que ha hecho una compra recientemente.
-Dolor. –Daniera se le quedó mirando-. ¿Pero cómo lo supiste?
-No lo sabía. Lo sospechaba. –Amor se unió a Daniera, tomando un fragmento de la ampolla-. Olí algo exótico en el cuerpo de Odaay. Muy dulce y floral. Al principio supuse que era el perfume de una chica, probablemente Induki; pero cuando la encontramos no era el mismo. Pero también detecté en ella ese mismo olor enfermizamente dulce.
Amor olfateó la ampolla y luego se la tendió a Daniera. Ella lo olisqueó con cuidado, y abrió los ojos como platos.
-El Azul-8118...
-Te garantizo que si examinas los cuerpos en busca de esa muestra genética específica, habrá rastros del veneno en la sangre de cada una de las víctimas.
-¿Pero cómo lo introduce? ¿Con las vibrohojas?
-No. Esta cosa es demasiado delicada. Incluso con una generosa capa de Azul-8118, el aire se lo habría comido. Tenía que ser un sistema de entrega más preciso. –Amor mostró un pequeño dardo, casi transparente-. Le encontré esto a Induki. Aparentemente su asesino no tuvo tiempo de cubrir sus huellas esta vez, con nosotros siguiéndole.
-Eso explica los grandes agujeros de bláster en las demás víctimas. Dolor trataba de deshacerse de las pruebas. –Daniera meneó la cabeza-. Todo encaja, pero no tiene ningún sentido. ¿Por qué Dolor cambiaría de pronto sus métodos?
-No lo haría. –Amor comenzó a avanzar hacia la puerta, mirando por encima del hombro-. ¿Sabes? Al principio, cuando entraste, pensé que ibas a dispararme.
-¿Por qué?
Amor cruzó la puerta.
-Oh, por nada.
-Todo esto es un excelente trabajo de detective, Amor, pero aún no estamos más cerca de nuestro asesino.
-Equivocada de nuevo. –Echó una mirada a su cronómetro-. Será mejor que me vaya yendo.
-¿A dónde?
-Hay un intento de asesinato disfrazado de baile benéfico al que tengo que asistir.
-Querrás decir tenemos, ¿no?
Amor le tocó el brazo y sonrió.
-No.
Daniera sintió de pronto que se le iba la cabeza. Miró su brazo, y el líquido azul que el dedo enguantado de Amor había impregnado ahí.
-Amor, eres un...
El resto de sus palabras se desvanecieron junto con su consciencia y su último recuerdo antes de que la negrura le envolviera fue el sonido de la voz de Amor...
-Gracias.

***

Daniera se despertó finalmente con el pitido penetrante que emitía su chaqueta. Aún aturdida y con todo el cuerpo dolorido, examinó su tableta de datos. La pantalla decía: “desencriptado finalizado”.
Tocó la tableta y esperó a que aparecieran los resultados.
Momentos más tarde, la tableta de datos resbaló de sus dedos temblorosos. Daniera ya estaba corriendo a su moto deslizadora incluso antes de que la tableta golpease el suelo.

***

El Gran Salón de Baile del Palacio Imperial estaba lleno en todo su aforo. Moverse entre la densa multitud requería paciencia, buena sincronización, y un uso prudente de los codos. Por lo que parecía, el Baile de Máscaras Benéfico Maltesara iba a ser un rotundo éxito. Toda la élite de Coruscant había acudido: políticos, hombres de negocios, damas de la alta sociedad, incluso miembros de casas reales alienígenas. Disfraces de colores vivos y extravagantes máscaras otorgaban un aire de colorida elegancia al acto.
El personal de la Fuerza de Defensa de la Nueva República estacionado alrededor del salón de baile permanecía discreto pero totalmente vigilantes, al igual que los agentes de la INR disfrazados dispersos entre la multitud.
Los atronadores ecos de las conversaciones y las risas se apagaron de pronto ante el potente sonido de las sinto-trompas reales. Todos los ojos se centraron en las inmensas puertas dobles de la entrada principal del salón de baile cuando estas comenzaron a abrirse.
La jefe de estado hizo finalmente su aparición, atendida por una falange de guardias de la Fuerza de Defensa ataviados con voluminosas armaduras ceremoniales. Leia Organa Solo parecía brillar con una simple túnica color marfil, un medallón de rubí con forma de estrella, y una intrincada máscara de carnaval alderaaniana. Comenzó el largo camino hacia el estrado, avanzando por la larga fila de importantes invitados que querían saludarla.

***

Cerca del final de la fila de los que esperaban a saludar, el general Cracken permanecía en posición de firmes, aguardando pacientemente a la jefe de estado. Junto a él, Cabe se ajustó su máscara.
-Me pregunto dónde estarán –dijo Cracken.
-Será mejor que Daniera se encuentre bien –dijo Cabe-. Ese Amor me inspira tanta confianza como un wampa en un establo de tauntauns.
-Confío plenamente en él. –Cracken miró nerviosamente su cronómetro-. Bueno... solía confiar.

***

Oculto en las sombras de una gran columna a 20 metros de la fila de recepción, Amor observaba en silencio los actos. Conforme la jefe de estado se fue acercando, sacó el bláster pesado de su funda. Observó con satisfacción que el arma estaba completamente cargada.
Bien.
Porque probablemente sólo dispondría de un disparo, y tenía que asegurarse de que fuera bueno.

***

Daniera ignoró el dolor que oprimía su cuerpo y esprintó por el vestíbulo del palacio hacia el Gran Salón de Baile. Los guardias de la Fuerza de Defensa estacionados en la entrada echaron mano a sus rifles bláster al ver su alocada llegada.
Ella aminoró ligeramente cuando llegó a los escáneres biológicos y de armas. Daniera mostró apresuradamente su identificación con una mano y se levantó la chaqueta para mostrarles el bláster de bolsillo enfundado.
-Esto es una emergencia. ¡La vida de la jefe de estado corre grave peligro!
Los guardias intercambiaron miradas...

***

Leia Organa Solo casi había llegado al final de la fila. Por suerte, su máscara ocultaba el alivio de su rostro. Soportó los cumplidos excesivamente entusiastas del prex de Empresas Taldan, recordándose a sí misma, como ya había hecho un millar de veces esa noche, que todo era por una buena causa.
Conforme el hombre de negocios proseguía su cháchara, toquiteó con aire ausente el rubí estrellado engastado en el medallón de oro. Había sido un regalo de última hora de un admirador secreto, lo que como poco era inusual. Pero era tan hermoso, que difícilmente podía resistirse. Además, no era buena idea ofender a un donante el día de un baile benéfico.
Se volvió y ofreció una sonrisa genuina a su siguiente admirador... el general Cracken.

***

Amor salió de las sombras y avanzó entre la multitud, sosteniendo el bláster pesado a la altura de sus muslos mientras se acercaba a la fila de bienvenida desde el lado opuesto.
Ahí estaba. Amor quedó sorprendido de lo hermosa que era Leia de cerca. Ciertamente no había perdido la presencia real de sus días como princesa.
Le estaba dando parcialmente la espalda, pero Amor podía ver que Leia acababa de extender una bien cuidada mano al general Cracken, que hizo una reverencia al estilo de los caballeros.
Amor apoyó su hombro contra un obeso senador vestido con una estilizada túnica de incursor tusken y alzó la pesada pistola bláster...

***

Daniera se abrió camino al interior del salón de baile, pasando junto al estrado mientras se dirigía a la fila de recepción. Ya tenía el bláster de bolsillo en las manos mientras examinaba apresuradamente la multitud. Entonces lo vio...
La jefe de estado estaba saludando a Cracken, pero ni el general ni Cabe, que permanecía rígido junto a él, podían ver a Amor salir de entre la gente al otro lado. Organa Solo les bloqueaba la visión de Amor mientras este apuntaba con su bláster.
-¡Seguridad de la Nueva República! –gritó Daniera con toda la fuerza de sus pulmones-. ¡Todo el mundo al suelo!

***

El dedo de Amor comenzó a apretar el gatillo. Sólo unos segundos más...
Cuando escuchó el alarido de Daniera, no pudo creer lo que estaba oyendo. Entonces su visión fue el siguiente sentido que tuvo que cuestionar cuando la vio salir de entre la multitud, ¡con su bláster apuntándole directamente a él!
-¿Dani?
El disparo del bláster le dio en el hombro derecho, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. Su bláster pesado salió deslizándose por el suelo.
La muchedumbre aturdida había quedado en un silencio sepulcral salvo por algunos gritos dispersos.
Los guardias pronto formaron una barrera protectora alrededor de la jefe de estado. Cracken desenfundó su propio bláster, avanzando para tener una mejor visión de lo que ocurría a su alrededor. Cabe permaneció donde estaba, flanqueando a los guardias detrás de Organa Solo.
-¿Qué estás haciendo? –exclamó Cracken dirigiéndose a Daniera, que se encontraba de pie sobre Amor, apuntándole directamente a la cabeza con su bláster.
Ella dirigió una rápida mirada al general que se acercaba a ella.
-¡Arrestar a Grandyl Dolor por el intento de asesinato de la jefe de estado!
Amor alzó la mirada completamente atónito.
-¿Qué? Yo no soy... –Señaló con un dedo acusador-. ¡Es él!
Todos los ojos se volvieron hacia el lugar que Amor estaba señalando.
Allí se encontraba Cabe sonriendo, con una pequeña pistola de dardos en la palma de su mano y apuntando directamente a Leia Organa Solo.
-Demasiado tarde, me temo –dijo, y apretó el gatillo.
-¡Cabe! -gritó Daniera-. ¡No!
Tanto Cracken como Daniera abrieron fuego, derribando a Cabe al suelo, pero era demasiado tarde. El dardo salió disparado sin que nada se lo impidiera hacia la jefe de estado.
La sala quedó de nuevo sumida en un silencio sepulcral, excepto Amor, que dijo una única palabra.
-Escudo.
El rubí estrellado del medallón de Leia parpadeó una vez.
Uno de los guardias trató valientemente de ponerse delante de ella, pero el pequeño dardo era mucho más rápido.
El dardo golpeó su objetivo.
O para ser más exactos, golpeó algo, pero no era la jefe de estado; el proyectil rebotó en una barrera invisible a escasos centímetros de distancia de la piel de Organa Solo. Perdiendo irreversiblemente su impulso, el dardo cayó inofensivamente al suelo.
Desde su posición en el suelo, Cabe, herido, rugió presa de la rabia. Dirigió la pistola de dardos hacia Daniera y el general Cracken.
-¡Alguien tiene que morir!
La atronadora explosión golpeó a Cabe en el pecho, haciendo que saliera deslizándose por el suelo contra una columna de piedra. El aspirante a asesino se derrumbó, con un gigantesco agujero humeante en el pecho.
-Siempre hay alguien que muere. –Amor bajó la pesada pistola bláster y se tambaleó para ponerse en pie con la ayuda de Cracken-. Gracias, general.
Daniera sólo pudo mirarles fijamente.
-Pero él es Grandyl Dolor. ¡Vi sus registros!
Cracken sonrió.
-Tienes razón. Pero se ha redimido más veces de las que me he molestado en contar. Ya lleva años trabajando para nosotros.
-¿De Dolor a Amor?
Amor sonrió.
-Idea del general. Disfruta de sus giros irónicos.
-Sospechaba que teníamos un topo en la INR haciéndose pasar por Dolor –dijo Cracken-, ¿y quién mejor que el verdadero Dolor para hacer salir al falso?
-¿Lo ves?
-No puedo creerlo –dijo Daniera.
-¿ no puedes creerlo? –Amor se llevó la mano a la pequeña herida de su hombro-. ¡Me has disparado!
-Bueno... –Lo pensó por un instante-. Te dije que no me llamases Dani.
Cracken miró a Amor.
-¿Cuál fue la pista definitiva?
Amor señaló el cadáver de Cabe con la cabeza.
-Compró una pistola de mano Sigilo 2VX de Armas Prax en mi tienda unos minutos antes de que Daniera llegara para reclutarme en esta misión.
-Y ciertamente estoy agradecida de que le reclutase –dijo Leia.
El trio levantó la mirada mientras la jefe de estado se aproximaba. Recorrió el medallón con la mano.
-Este es, de lejos, uno de los mejores regalos que he recibido nunca.
-Una de mis pequeñas creaciones personalizadas –dijo Amor con orgullo. Un generador de escudo de partículas en miniatura. Sólo funciona por unos pocos segundos o así, pero en este caso era todo cuanto era necesario.
-Gracias –dijo Organa Solo, mirándoles a todos por turno-. A todos. –Leia efectuó una ligera reverencia-. Especialmente por darle algo de vida a este evento –dijo guiñando un ojo antes de añadir, en voz más alta-: Ahora, si me disculpan...
Mientras la jefe de estado se marchaba, Daniera se la quedó mirando.
-Amor, eres un...
Amor se preparó a recibir la reprimenda.
-En realidad, no estoy segura de qué eres –terminó.
-Oh, eso puedo decírtelo yo –sonrió, acercándose tiernamente a la mejilla su pistola humeante-. Un bláster caliente, eso es Amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario