miércoles, 12 de junio de 2013

Créditos fáciles (y IV)


-¡Sconn! ¡Tenemos un problema!
Kalieva echó una rápida mirada por encima de su hombro mientras luchaba sin éxito con los controles del caminante.
-¿Dónde está? -murmuró en voz baja.
Sconn entró tropezando en la cubierta de mando justo cuando el AT-AT se tambaleó hacia delante de nuevo, ganando velocidad.
-¿Dónde has estado? -exigió saber Kalieva.
-Me dejé llevar por lo que podríamos llamar una discusión explosiva con Variise. Las cosas se calentaron y al final ella reventó. -Sconn cayó en el asiento del piloto mientras el caminante se sacudía violentamente-. ¿Es cosa mía o se supone que estas cosas no deberían moverse tan rápido?
-Eso es lo que he estado tratando de decirte... ¡esto está fuera de control!
-Define fuera de control...
-Lo que hiciste allí atrás debe haber causado daños graves en los motores impulsores de esta cosa. No puedo aminorar y no puedo maniobrar.
-Bueno, eso definitivamente puede calificarse como fuera de control.
Una repentina explosión hizo temblar el caminante. Sconn sacudió la cabeza.
-¿Y ahora qué?
Kalieva comprobó las redes de sensores.
-Los otros caminantes están abriendo fuego. Afortunadamente, a esta velocidad no nos pueden coger."
-Oh, tonto de mí. Y yo que pensaba que estar fuera de control era una experiencia totalmente negativa.
La princesa le lanzó una mirada asesina.
-Las cosas ya no pueden ponerse peor que esto.
-¿No te dije que nunca dijeras eso?
-¿Por qué no habría de hacerlo?
Sconn miró por la ventana y lanzó un suspiro de sufrimiento.
-Porque ahora acaban de empeorar. -Se habían desviado del curso desfile y se dirigían a una de las tribunas repulsoras. Sus ocupantes parecieron darse cuenta de que eso no era parte del espectáculo, y comenzaron a salir tan rápido como pudieron.
El ladrón trasteó con el comunicador externo.
-Uhh, puede que les interese apartarse... -Más gente empezó a huir, pero algunos parecían aturdidos.
Sconn lo intentó de nuevo, esta vez en un volumen más alto.
-¡Caminante fuera de control! ¡Todo el mundo fuera del camino!
Los ciudadanos restantes se retiraron de las tribunas repulsoras tan rápido como pudieron.
El ladrón exhaló con alivio cuando la tribuna repulsora quedó vacía justo cuando el caminante se estrelló contra ella, reduciéndola a chatarra. Sconn se dejó caer en el asiento del piloto al ver a las multitudes corriendo y gritando por las calles. En realidad, el caos masivo estaba ayudando a su fuga, retrasando la persecución de los otros caminantes.
-Bueno, eso estuvo cerca...
-Pero eso está aún más cerca -gritó Kalieva mientras tiraba del brazo de Sconn.
El ladrón alzó la vista e inmediatamente deseó no haberlo hecho cuando vio un gran rascaestrellas directamente en su camino.
-¿Qué has hecho? ¿Has vuelto a decir que las cosas no podían empeorar?
-No. ¿Debería?
-¡No! -El ladrón se mordió el labio inferior y consideró sus opciones-. ¿Qué edificio es ese, de todos modos?
-El Consulado Imperial Rydonniano.
Sonriendo, Sconn agarró a Kalieva del brazo, levantándola de su asiento.
-Está bien, entonces... Hora de abandonar el caminante.

***

Kalieva miró por la escotilla abierta y tragó saliva mientras medía la distancia hasta el suelo.
-¿Cómo vamos a salir de esta cosa?
El ladrón estaba ocupado registrando la cubierta de tropas.
-¿Saltando?
La princesa entrecerró los ojos.
-Quiero decir, ¿cómo salimos vivos de esto...?
Sconn empezó a apartar equipos de encima de una de las motos deslizadoras. Echando un vistazo por encima del hombro, Kalieva la vio y sonrió.
-Salgamos de aquí.
Sconn negó con el dedo.
-No sin ese prototipo.
El caminante se vio sacudido por otra ronda de disparos láser.
-¡No tenemos tiempo para esto, Sconn! Estamos hablando de nuestras vidas. ¡Además, no podemos sacarlo de aquí, así que olvídate del estúpido prototipo y vámonos!
El ladrón no se dejaba convencer tan fácilmente.
-He pasado por demasiados problemas como para ahora dejar que se me escape entre los dedos... vamos, Sconn, piensa... -Su mirada vagó de la moto a la esfera duracero que contenía el prototipo y al trineo repulsor sobre el que todavía estaba montado. Sconn sonrió-. Ya lo tengo.
-¿Qué? ¿Un deseo de morir?
-No lo creo. Mira, en vez de perder toda esa energía que pareces tener haciendo preguntas tontas, ¿por qué no haces algo útil y buscar algunos garfios de fijación magnética? Estoy seguro de haberlos visto por aquí antes...
-¿Para qué los necesitas?
Sconn simplemente le lanzó una mirada asesina. Suspirando fuertemente, ella se volvió y comenzó a buscar.
-Está bien...

***

-¿Estás seguro de esto? -preguntó Kalieva mientras se agarraba fuerte a la cintura de Sconn.
-Sí -respondió en un áspero susurro-. Pero sería mucho más fácil si me dejaras respirar...
-Lo siento -dijo ella, aflojando ligeramente su agarre.
Sconn asintió con la cabeza, comprobando los controles de la moto deslizadora sobre la que estaban montados. Satisfecho, se volvió para comprobar los garfios de fijación magnética que sujetaban el cableado de duracero entre la parte trasera de la moto y el trineo repulsor que  contenía el prototipo. Tomando una respiración profunda, el ladrón miró por la escotilla de la rampa de asalto abierta y lanzó la moto hacia adelante.
La moto, y el trineo repulsor adjunto, saltaron aullando de la escotilla abierta del caminante sólo segundos antes de que la cabeza de la gran máquina golpease el costado del rascaestrellas como un antiguo ariete. El cuerpo pronto la siguió, trasladando hacia adelante su enorme peso, atravesando el edificio.
El AT-AT caído dio una gran sacudida, y luego explotó rápidamente. Casi todos los paneles de la fachada de transplastoide del edificio por debajo del piso treinta estallaron al unísono, haciéndose añicos como cristal fino y cayendo como una lluvia en las calles de abajo.
Las multitudes seguían abandonando las tribunas repulsoras y corriendo por las calles, gritando de terror. La gente corrió a esconderse o simplemente se tiró al suelo y se cubrió la cabeza mientras los escombros llovían desde arriba.

***

Caerbellak vio la explosión distante y poco a poco bajó su bláster de la cabeza del rey. El Moff hizo un gesto a Celomar, que se adelantó para informar.
-Hemos avisado a un escuadrón de cazas TIE, señor. Llegarán en cualquier momento.
-Diles que esperen...
-¿Señor?
-¡Digo que les digas que no ataquen!
-Pero...
-¿Estás cuestionando mis órdenes, Celomar?
El ayudante dio un paso atrás.
-Por supuesto que no...
-Entonces informarás a nuestras fuerzas que sólo deben hacer ver que tratan de detenerlos. Al final, sin embargo, deberán dejarlos escapar.
El rey se quedó mirando al Moff.
-Está usted loco.
-No -respondió Caerbellak con una sonrisa-. Sólo soy creativo.

***

-No puedo creer que lo lográsemos -dijo Kalieva mientras contemplaba la belleza natural de los densos bosques de las afueras.
-No me gusta decir "te lo dije", pero te lo dije... -Sconn sonrió mientras bajaba de la moto, que todavía estaba humeante por los agujeros de bláster adquiridos después de su encuentro con las fuerzas imperiales. El ladrón miró alegremente mientras la tripulación de la nave de transporte cargaba la esfera de duracero en las entrañas del carguero Ghtroc fuertemente modificado que llevaba el nombre Trueno Corelliano.
La princesa sacudió la cabeza.
-Casi fue demasiado fácil...
-¿Fácil? ¿Estás loca? Después de todo lo que he pasado en este asqueroso planeta, tengo suerte de seguir vivo. Y tú también...
-Supongo...
El capitán del Trueno, un corelliano delgado llamado Davrin, indicó a Sconn que estaban listos para el despegue.
-Vamos, entonces... ¡no perdamos tiempo!
-Mi dinero, mi tiempo, así que tómatelo con calma -dijo Sconn y se volvió hacia Kalieva.
-Claro, "tómatelo con calma", dice. Bueno, no va a ser él quien tenga que esquivar esos Destructores Estelares que orbitan sobre nosotros... -Davrin continuó murmurando para sí mismo mientras subía la rampa de su nave.
Sconn meneó la cabeza.
-Necesito nuevos amigos...
-Ya has hecho uno -respondió Kalieva.
El ladrón sonrió, frotándose tímidamente la nuca.
-Entonces, ¿lista para marchar?
La princesa se detuvo.
-No puedo...
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que no puedo. Siempre quise aventuras, Sconn... y eso es lo que me has hecho probar. El problema es que no me había dado cuenta del mucho peligro que viene con ellas. Después de lo que acabo de pasar, la aburrida seguridad de Rydonni ya no parece tan mala. Además, mi padre todavía puede estar en peligro. Y hay tantas cosas por hacer aquí...
-¿Sabes una cosa, princesa? Creo que has madurado un poco con esta aventura. Y también creo que un día, arrancarás este lugar de las garras del Moff.
Ella sonrió.
-¿Tal y como hice contigo?
Sconn levantó las manos.
-Eh, espera un momento. Creo que has entendido un poco al revés quién salvó a quién...
-Digamos que fue un empate. Y será mejor que os pongáis en marcha, antes de que Caerbellak llame a toda una flota para perseguiros.
-Cuídate, princesa...
-Tú también, misterioso ladrón... y no olvides tu promesa. Quiero que vuelvas a verme otra vez.
Los dos se abrazaron con fuerza, y cuando empezaron a separarse, Kalieva se inclinó para darle un beso. Después de un momento, ella se apartó del abrazo, leyendo en sus ojos.
-Hay alguien más, ¿no es así?
-Sí -respondió Sconn, pensando en Shandria L'hnnar-, más o menos. Aunque no estoy seguro de si los dos lo sabemos todavía.
-Bueno, es una mujer afortunada, sea quien sea. Sin duda eres único en tu especie...
-Lo sé -sonrió, subiendo la rampa del carguero.
Davrin estaba esperando impaciente en la entrada, con los brazos cruzados. Cuando el ladrón se acercó, se inclinó sobre él para hablarle en voz baja.
-Sabe que no es precisamente una idea brillante hacer esperar a un hutt. Especialmente cuando todo su cuerpo de babosa está babeando por algo.
-No te preocupes. -Sconn dio unas palmaditas en la espalda del capitán mientras caminaban juntos al interior. El ladrón echó un último vistazo a Kalieva a través de la rampa que se cerraba detrás de él, y luego devolvió su atención al prototipo que estaba siendo asegurado en la bahía de carga del Trueno-. Draskha va a ser un hutt muy feliz cuando vea lo que le traigo.

***

-El carguero Ghtroc ha escapado a nuestra persecución y ha realizado con éxito el salto al hiperespacio...
Caerbellak esperó a que la voz filtrada terminase en un estallido de estática, y luego se llevó el comunicador a los labios.
-Entendido. Excelente trabajo.
El Moff guardó el comunicador y sonrió a las estrellas.
-Esto está funcionando mejor de lo que jamás hubiera previsto. La fortuna me ha sido realmente benigna, pero en realidad debería haber pensado en esto por mí mismo.
-No termino de entender su lógica, Caerbellak. -La voz femenina vino de detrás de él, pero el Moff no se volvió para mirar-. ¿Por qué le está dejando escapar con el prototipo?
-Porque, querida, una vez que abran esa esfera, su contenido se moverá a través de la Nueva República, pasará a manos de algunas de sus células, y casi con toda seguridad acabará en alguna clase de laboratorio de pruebas de armas. Y como la ubicación de cada segmento de esa cadena de clandestinidad me será retransmitida directamente, cortaré cada eslabón personalmente.
-Eres un ser verdaderamente retorcido, Caerbellak...
El Moff se sonrojó, se acercó al cadáver del rey K'ntarr, y extendió el brazo a la mujer que se encontraba detrás de él.
-El rey ha muerto...
La princesa Kalieva tomó su mano y dejó que la estrechase entre sus brazos.
-Larga vida a la nueva reina.
Y su risa resonó en el cielo nocturno...

No hay comentarios:

Publicar un comentario