jueves, 14 de marzo de 2013

Para luchar otro día (y V)


Daye había tratado de relajarse cuando el médico humano de Estación Plata le introdujo en el tanque y lo llenó de líquido claro. Trató de respirar normalmente a través de la máscara. El fluido sintético no le picó en los ojos.
A continuación, el médico liberó un torrente de brillante bacta rojo en el tanque. Miles de millones de diminutas criaturas parecían arrastrarse sobre él. Un olor extraño se deslizó en su máscara de respiración. Su piel se retorció en los lugares donde había sido herido y comenzó a sanar, ya fuese naturalmente o revestida de sintocarne. El médico le había advertido de que su cuerpo podía resistirse al tratamiento. Tenía que relajarse y tratar de dejar que el bacta actuase. Él buscaría la carne herida. El tejido sano no se veía afectado a su paso.
Para no luchar contra ello, se puso a pensar. Había tirado todo por la borda cuando hizo volar Armamento I’att. ¿En qué se estaba convirtiendo? ¿En un idealista sin esperanza, en un luchador por la libertad?
Ahora podría sobrevivir. El bacta podía curarlo.
(Criaturas microscópicas picoteaban su carne, mordisqueando sus cicatrices...)
Si el bacta lo sanaba, correría hacia Tinian...
No. Seguiría apartando a Tinian de él, tanto por su bien como para poder servir a la Alianza libremente. Además, pensar en Tinian abría heridas frescas en otra parte de él que estaba tratando de sanar.
Se preguntó si el bacta bailaba en sus tímpanos o era que estaba escuchando una alarma. El médico se había marchado varias vidas atrás, en realidad sólo minutos, pero... A través del líquido rojo y el cristal divisó una enorme forma oscura seguida por otra con cuernos de gotal. ¿Woyiq y Toalar? Las formas llegaron con rapidez. La grande se redujo de nuevo, alejándose.
Luego regresó, levantando algo encima de su cabeza. Algo con un montón de ángulos rectos. ¿Una silla?
El tanque de Daye se abrió de par en par. Los fluidos salpicaron el suelo de la clínica.
Toalar agarró a Daye y empezó a desenganchar su mascarilla y su arnés. Hablaba rápidamente mientras trabajaba, poniendo una cantidad asombrosa de expresión en su voz monótona.
-Estación Plata está bajo ataque. No sé si los ranats nos han delatado o si han seguido nuestra nave, pero el Imperio está aquí. Hay pulsos de escaneo rebotando por todas partes. Una Poot no tiene ninguna fuerza de defensa. La estación se está cayendo a pedazos.
Toalar siempre había dicho que sus receptores en forma de cono recogían las emisiones de energía.
-Toma, Daye. -Woyiq le arrojó un manojo de tela marrón-. Es todo lo que pude encontrar. Lo siento. Espero que sea suficiente...
Antes de que Woyiq se disculpase por segunda vez, Toalar había deslizado a Daye dentro del manto givin usado. Sus mangas colgaban sobre sus manos y el dobladillo inferior se arrastraba bajo sus pies, pero al menos cubría su desnudez.
-¿Puedes levantarte? -preguntó Toalar-. ¿Ha funcionado el bacta?
-Lo intentaré. -Daye apretó los dientes y trató de mover sus piernas. Una le siguió. La otra no-. Será mejor que me llevéis.
-De acuerdo -dijo Woyiq-. Sube.
Se dio la vuelta.
Daye rodeó con sus brazos el cuello del hombre grande. Woyiq se enderezó. Daye intentó agarrar la cintura de Woyiq con las piernas, pero sólo funcionaba su pierna derecha. Al menos el hombro no le dolía tanto como antes.
-Adelante -gruñó.
Se agarró hasta que ambos brazos y hombros le dolieron, y luego siguió agarrándose. Toalar corría por delante de Woyiq. Blandiendo una pistola, miró al otro lado de una esquina e hizo una señal de todo despejado.
Tan pronto como Woyiq dobló esa esquina, el pasillo estalló en fuego de bláster. Disparos de láser salpicaron las paredes. Woyiq giró, y Daye salió volando. Golpeó un muro con los pies. Los nervios recién regenerados gritaban con ansias homicidas.
Armaduras blancas aparecieron en el otro extremo del pasaje.
-¡Marchaos! –exclamó Daye-. ¡Yo sólo os retrasaré!
-Buen intento -murmuró Woyiq mientras se inclinaba sobre Daye-. Casi te perdimos una vez.
Cogió Daye por ambos brazos y se lo echó por encima del hombro.
Daye levantó la cabeza para mirar hacia atrás. Un soldado de asalto se agachó a posición de disparo. El hombro de Woyiq se clavó en el estómago de Daye. Se enroscó alrededor de ese hombro, tratando de amortiguar los golpes en su estómago... y de presentar un blanco más pequeño.
-¡Alto! –gritó Toalar. Daye levantó la cabeza de nuevo, trató de orientarse, y se sintió caer. Se agarró a algo. Espuma amarilla roció sus manos.
-¡Ahí vienen! –gritó Toalar de nuevo.
Woyiq bajó su hombro y corrió hacia una escotilla bien cerrada.
Daye entrecerró los ojos para ver lo que había activado. Parecía un extintor de incendios, enganchado por un clip al tabique. Se abalanzó sobre el clip y lo soltó, y luego se deslizó hacia atrás para apoyarse contra el tabique. Apuntó con el espeso espray  amarillo hacia el pasaje, más allá de Woyiq y Toalar.
Una forma blanca se abalanzó en su línea de fuego. Llegó en posición vertical, se puso diagonal, y se deslizó fuera de la vista en posición horizontal. Woyiq presentó su otro hombro y embistió de nuevo la escotilla. Sonó como una enorme campana. Apareció luz a lo largo de un borde.
-¡Lo has conseguido! –gritó Daye, manteniendo constante el espray. Otro soldado de asalto se deslizó en la sustancia resbaladiza, a través de ella, y pasó de largo... pero ahora tenían soldados a ambos lados.
Woyiq recogió a Daye y lo empujó por la estrecha abertura. Daye la atravesó, golpeando la pared por arriba y por abajo. Algo cedió. La escotilla se abrió. Daye cayó a través de un cambio de gravedad de 90 grados y golpeó la cubierta de nuevo. Esta vez rodó, absorbiendo el impacto. Le dolía por todas partes.
Woyiq lo levantó como un muñeco y lo llevó en ambos brazos. Toalar cubrió su retirada, disparando detrás de ellos.
Woyiq giró a la derecha.
-¡No! –gritó Toalar-. ¡Recto! ¡Ya casi estamos en el muelle principal!
Woyiq aceleró por un último pasaje, giró una esquina más, y subió una rampa de acceso. Se detuvo de golpe al ver el cañón de un rifle bláster.
-¡Somos amistosos! -exclamó Toalar-. ¡Una, déjenos pasar!

***

¡Gracias a la Fuerza!
-¡Date prisa! -gritó Una-. ¿Lo habéis traído?
La nave cisterna se estremeció. Woyiq corrió al interior del pasillo principal.
-Han dispararon los cierres explosivos -exclamó Toalar-. Estamos en marcha.
-¿Ese es Daye? -Una odiaba repetir las preguntas. Especialmente las urgentes-. Necesitamos a ese muchacho.
Woyiq se dio la vuelta para que Daye y Una Poot pudieran verse el uno al otro. Manchas rosadas en el rostro de Daye evidenciaban un tratamiento de bacta incompleto.
-Bien –dijo ella-. Llévalo al puente.
Daye preguntó:
-¿Están las piezas de armadura a bordo?
-Sí, aunque no sé por qué. -Una Poot agarró el brazo de Woyiq y tiró del enorme humano conforme avanzaban. Se sentía como una chadra-fan acarreando a un whiphid-. Nuestra gente no puede permitirse el lujo de armadura personal-. Sin embargo, conocía a gente que podría ser capaz de desarrollarla. Le vino a la mente la Alianza uniformada. Esta vez, no descartó la idea. Con Estación Plata a punto de estallar, tendría pasar desapercibida por un tiempo... tan pronto como su nave cisterna entregase un envío al sistema Monor-. ¿Por qué tardasteis tanto? -resopló.
-Lo siento -dijo Woyiq-. Realmente, lo siento...
-Nos detuvimos para jugar al tú la llevas con tropas de asalto. -Toalar enfundó su bláster y se frotó los cuernos sensoriales-. Ha sido un día muy largo.
-Subid aquí -ordenó Una-. Poned a Daye donde pueda ver la pantalla principal. -Este ataque le costaría muy caro. Ahora nunca conseguirían meterle en bacta a tiempo para una regeneración completa. Necesitaría prótesis, y por la contracción nerviosa en su cara, parecía saberlo. Ella debía darle esperanzas. Estos sensitivos solían ser delicados.
La nave cisterna se estremeció.
-¡Nos han dado! -gritó uno de los tripulantes.
-No os preocupéis -gruñó Una-. Estos escudos soportarán cuatro o cinco impactos directos. El Pato de Feria era una buena nave incluso con dos docenas de tanques de gas culslon a remolque. Lo lograremos. Ahí, hijo. Mira. -Señaló un vector.
Estación Plata se contrajo en la distancia. Más lejos, una pequeña nave con forma de platillo se abalanzaba hacia un caza TIE, disparando ráfagas de energía. El imperial explotó. El platillo salió disparado fuera de la nebulosa y desapareció.
Aún mecido por Woyiq, Daye tiró de la túnica givin para cerrarla sobre su pecho.
-En cualquier caso, alguien les ha devuelto el golpe -dijo.
-Esa ha sido tu dama -alardeó Una-. Ella también escapó a salvo.
Tinian también había utilizado un valioso tiempo de comunicaciones rogando a Una que rescatara a Cheeve, Redd y Yccakic. Una había transmitido su respuesta: estaban tan a salvo como ella.
-Gracias -exclamó Daye-. Pero, ¿cómo sabe que es Tinian?
-Se alió con un amigo mío, un wookiee grande y fuerte. Chenlambec necesitaba un socio con su clase de habilidades.
Asociar a esa pareja había sido un golpe de suerte poco común. Otra larga mecha chisporroteaba ahora bajo el trono del Emperador.
-Los activistas wookiees no son conocidos por llevar una vida tranquila -objetó Daye suavemente.
Drogue también había sido sobreprotector. Él sentía dolor cuando Una lo sentía.
-¿Quieres luchar contra el Imperio? Ella también. Pero ella necesita a alguien que le enseñe. ¿Vas a negárselo?
Antes de que pudiera contestar, Toalar señaló a la pantalla de popa.
-¡Mirad!
Dos escuadrones de cazas TIE perseguían a la nave cisterna a toda velocidad. Estaba claro que no alcanzarían distancia de disparo antes de que el Pato saltase al hiperespacio.
-Esta es una buena nave. -Daye tiró de la túnica Givin para cerrarla de nuevo.
Una sonrió.
-Por eso la reservamos para la evacuación final. Es mía, y he mantenido al equipo preparado.
-Pero Estación Plata está en manos imperiales. -Daye agitó la cabeza-. Estamos derrotados, ¿no, Una Poot?
Una pensó en la chusma rebelde que la esperaba en Monor y en la carga escondida en sus bodegas. Plantó ambas manos en sus caderas.
-Nunca. El Imperio no puede ganarnos, mientras uno de nosotros siga con vida. Cada vez que escapamos, vivimos para luchar otro día. Si se alzan suficientes mundos, expulsaremos al imperio de la galaxia.
Los ojos oscuros de Daye brillaron.
-Espero que podamos sobrevivir a ver eso.
Misión cumplida: su tristeza se había disipado. Ella le palmeó el hombro lesionado.
-Tan pronto como saltemos a la velocidad de la luz y mi médico te mire, ¿qué tal un poco de música para ayudarte a descansar? Disfrutará de la banda de mi sobrino Cheeve...
-¿Cheeve? –Las extrañas cejas de Daye se alzaron-. ¿Sprig Cheever, de Druckenwell?

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