viernes, 19 de octubre de 2012

El destino de Chessa

 El destino de Chessa
Peter Schweighofer


-Y eso es todo lo que hay que contar -dijo Starter.
-Eso es una sarta de mentiras -exclamó Platt, inclinando hacia atrás su cabeza, haciendo ondear su pelo rubio platino-. Qué montón de estiércol de bantha.
-Me gustó especialmente la parte en la que secuestraste el Destructor Estelar sin ayuda de nadie -dijo Tru'eb, casi con seriedad-. Tienes un gran talento para la heroica.
-Oye, eso es lo que pasó -declaró Starter-. En serio.
-Tal vez, pero tienes que admitir que es una gran historia -agregó Jai.
-Oye, Harkness, has estado bastante callado toda la noche -dijo Starter-. Sin duda tienes alguna historia que mejore mi relato del Destructor Estelar.
Harkness levantó la vista de su jarra, observó a sus compañeros reunidos alrededor de la mesa central en el Reposo de Gorkin, y se rascó el parche blanco sobre su ojo izquierdo.
Volvió a bajar la mirada hacia su jarra.
-Eh, Harkness, no nos vengas con ese aspecto deprimido -dijo Platt-. Te conocemos demasiado bien.
-Vamos, Dirk, cuenta sólo una historia -pidió Jai, frotando su mano en el hombro de Harkness.
Harkness puso su jarra sobre la mesa, se recostó en su silla y apoyó las botas sobre la mesa.
-Una historia. No más.
-¡Genial! Cuéntanos cómo un viejo cascarrabias como tú terminó en la Rebelión y todo eso -dijo Starter.
-No siempre fui un cascarrabias -comenzó Harkness-. Yo solía ser un tipo bastante despreocupado. Todo comenzó hacia la época en que se destruyó la primera Estrella de la Muerte. Tenía unos 20 ó 21 años...
-¡Eso no es verdad! –dijo Jai, golpeándole el hombro-. No eres tan joven.
Harkness sonrió a Jai.
-Yo había estado trabajando en un carguero como mecánico de la nave. La primera oficial y yo, bueno, teníamos una historia juntos.
-Esa era Chessa, ¿no? –preguntó Jai.
-Sí, su nombre era Chessa, y era posiblemente la persona más inteligente que haya conocido surcando el espacio en aquella época. Solíamos sentarnos junto a la estación de ingeniería y soñar con casarnos, vivir en un pequeño mundo pacífico y formar una familia.
"Pero al igual que todos los caminos de nuestras vida, el Imperio también tuvo que cruzarse en éste.
"Acabábamos de terminar de descargar un cargamento de motores repulsores en el puerto estelar de Kelada. El capitán Granf ya se había ido hacia el puerto estelar para terminar algunos tratos, dejándonos a Chessa y a mí descargando el cargamento. Yo suponía que los equipos de transporte terrestre se habían hecho cargo de todas las cajas, cuando Chessa se acercó a mí, pidiéndome que la ayudara a cargar unas cajas sueltas en un esquife de carga...

***

-¿Qué es todo esto? –preguntó Dirk, deslizando la última caja alargada en el esquife de carga.
Chessa estaba asegurando en el esquife el resto de las cajas.
-Oh, sólo algunas piezas de repuesto que he apartado para un pedido especial. Un tipo que conozco en Kelada tiene un taller de reparación de repulsoelevadores y le gusta tener un buen suministro de repuestos a su alrededor.
-¿Y qué vas a hacer después de hacer esta entrega especial? –preguntó Dirk.
Chessa se inclinó sobre las cajas y la barandilla del esquife y besó suavemente a Dirk en la frente.
-¿Por qué no vamos a un lugar que conozco...?
-Podría invitarte a cenar -sugirió Dirk.
-O podría invitarte a cenar yo -dijo Chessa, besándolo en la frente de nuevo-. Me tengo que ir.
-Bueno, estaré dentro haciendo limpieza -dijo Dirk, subiendo por la rampa de carga del carguero-. Te veo en un rato.
Se detuvo justo dentro de la bodega de carga para mirar melancólicamente cómo Chessa aseguraba el resto de las cajas.
Dirk estaba a punto de dirigirse hacia la escotilla de ingeniería cuando oyó una voz diferente en la bahía de atraque.
-¡Alto! –exclamó el sargento de las tropas de asalto.
Dirk se asomó de una esquina de la escotilla de la bahía de carga. Ocho soldados de asalto estaban avanzando hacia Chessa desde el ancho puerto de carga de la bahía de aterrizaje.
-¿Qué hay en esas cajas? -dijo el sargento-. Queremos ver alguna identificación...
El bláster brilló, hubo gritos, soldados de asalto cayeron y Dirk gritó. Siguió apretando el gatillo hasta que sus orejas ardieron por el sonido de sus disparos.
Cuando Harkness abrió los ojos, estaba en la entrada de personal a la bahía de atraque. Dejó caer la pistola bláster de su mano temblorosa y se apoyó contra la puerta. Oyó voces detrás de él en la bahía de atraque. No miró atrás. Harkness salió corriendo a las calles del puerto estelar de Kelada.
Harkness no sabía cuánto tiempo estuvo corriendo; todo era una confusión de calles de la ciudad, espaciantes mirándole, vistas del suelo, del cielo, el rugido de los cargueros despegando y las entradas de a las bahías de atraque girando en su cabeza.
Se detuvo delante de un pequeño escaparate, podría haberse tratado de un bar.
-Entra, muchacho -dijo un espaciador que pasaba y que lo empujó hacia la puerta-. Parece que necesitas un trago.
Las puertas se abrieron de golpe y Harkness tropezó con una confusa multitud de espaciantes, humo y conversaciones.
-¡Oye, cuidado, amigo!
-Gley Hinga to'el Natcha!
-¿Estás bien, muchacho?
-Yulek nak otkev!
-La barra es por ahí.
La barra se materializó ante los ojos de Harkness y casi se estrelló contra ella. Dejó caer los brazos en la barra y enterró su rostro en ellos.
-Hey, hola, chico, ¿puedo ponerte un trago?
La mujer detrás de la barra probablemente era lo bastante mayor para ser la madre de Harkness, y había algo de maternal en ella. Tal vez fuera su grasiento delantal de camarera.
Harkness levantó la vista, con los ojos llorosos e inyectados en sangre. Asintió con la cabeza.
-¿Qué vas a tomar? -preguntó la mujer.
Harkness encogió de hombros. Golpeó dos dedos en la barra.
-¿Qué tal si te pongo un Arréglalo-todo Nooniano? Tal vez te ayude a olvidarte de tus problemas.
Cuando la mujer regresó, deslizó la bebida delante de Harkness. Él rebuscó en sus bolsillos en busca de algunos créditos, pero sólo encontró algunas arandelas ventrator de repuesto y algunas abrazaderas para un alimentador de corriente.
La mujer detrás de la barra examinó un momento a Harkness.
-¿Un poco corto escaso de créditos? No te preocupes, esta va a cuenta de la casa.
Harkness bajó la vista y dio un sorbo a su bebida. Cuando levantó la vista de nuevo, la mujer había desaparecido.
Sostuvo la bebida en sus manos. Era más fuerte de lo que hubiera preferido, pero no le importaba. Chessa estaba muerta.
Al otro lado de las botellas de cerveza y los tubos de las máquinas de mezcla automática había otros parroquianos en una segunda barra. La ajetreada multitud y la congestión del bar estuvieron a punto de hacer que Harkness se desmayase. Apoyó la cabeza en la barra antes de tomar otro sorbo de su bebida.
Casi saltó hacia atrás cuando vio al hombre al otro lado de la barra. Miraba directamente a Harkness como un gundark acorralado. ¿Era espuma lo que goteaba de sus labios? El hombre simplemente se quedó mirando. Su cabello estaba enmarañado en todas direcciones, y su rostro era una gran mancha de suciedad y lágrimas.
-No te asustes demasiado -dijo la mujer detrás de la barra, bloqueando la vista de Harkness-. Sólo es un espejo. Este antro está completamente lleno de ellos.
Harkness se quedó mirando su imagen en el espejo, el rostro de un hombre perdido. No parecía el ingeniero de una nave, parecía algo sacado de una pila de sucio y húmedo pelaje de bantha. Sus ojos habían cambiado; ahora no había luz en su interior.
-Oye, tranquilo, hijo -dijo el de la barba muy recortada-. Estamos aquí para ayudar.
-Somos amigos de Chessa -dijo el otro a través de su bigote oscuro-. Hemos oído que le ocurrió algo.
Harkness trató de decirles que estaba muerta, pero de sus labios no salió ninguna palabra.
Los dos hombres se miraron entre sí y luego se volvieron hacia Harkness.
-Puedes contárnoslo más tarde -dijo el hombre de la barba, tomando suavemente a Harkness por el brazo-. Ahora tenemos que llevarte a un lugar seguro.

***

-Y así fue como conocí al general Corros y me uní a la Rebelión.
-¿Nada de Destructores Estelares estallando ni grandes combates aéreos? –exclamó Starter con incredulidad.
-Eso es todo -dijo Harkness, retirando los pies de la mesa y apartándose a su rincón.
-Tengo que admitirlo -dijo Platt-. Tu historia es casi tan tenue poco animada y melancólica como tú.
-Pero sí que revela las complejidades detrás del origen de la disposición de Dirk -agregó Tru'eb.
-¿Qué pasó después de que conocieras a Corros? –preguntó Starter-. ¿Cómo te involucraste con la Inteligencia de la Alianza?
-Como he dicho, sólo una historia por esta noche.
Harkness devolvió la mirada al fondo de su jarra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario